Ante el desbaratamiento del orden mundial en el que Occidente goza de poder hegemónico, Europa se pregunta: “¿cómo rearmar el rompecabezas?”. Ese es precisamente el lema de la 55ª Conferencia de Seguridad de Múnich.
Imagen: Imago/A. Hettrich
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La 55ª Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM) tendrá lugar del 15 al 17 de febrero. Este año, el evento contará con la presencia de cuarenta jefes de Estado y de Gobierno, y un centenar de ministros; allí estarán, entre otros, el encargado de los asuntos exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov; el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence; y la canciller de Alemania, Angela Merkel. Con la publicación del Reporte de Seguridad de Múnich este lunes (11.2.2019), todo está listo para que comiencen las consultas sobre el aparente desbaratamiento del orden mundial en el que Occidente goza de poder hegemónico.
Ese será el tema central del encuentro; no es casualidad que su lema rece: “¿Cómo rearmar el rompecabezas?” En el Reporte de Seguridad de Múnich, el director de la CSM, Wolfgang Ischinger, escribe: “Comienza una nueva era marcada por la lucha de poder entre Estados Unidos, China y Rusia, y por cierto vacío de poder en lo que conocemos como el orden internacional liberal”. Ischinger alude al efecto de la presidencia de Donald Trump sobre la política exterior de Estados Unidos: sobre su desinterés en los pactos multilaterales, su desdén por organizaciones como la OTAN y la ONU, y su renuencia a seguir siendo líder del llamado “mundo libre”.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, flanqueado por su homólogo ruso, Vladimir Putin (izq.), y el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud.
Los “centinelas del orden mundial”
Ischinger destaca como particularmente preocupante la apología que Trump hace de los “hombres fuertes” y los “gobernantes iliberales”. Al mismo tiempo, el Reporte de Seguridad de Múnich subraya que la Unión Europea está “mal preparada” para la competición que apenas empieza entre las potencias. Estados Unidos y China se enfrentan en el ámbito de la economía y el comercio. China y Rusia se han aliado para encarar a Occidente, pero se espían mutuamente porque también son rivales en la arena geopolítica. Mientras tanto, Rusia y Estados Unidos apuestan a imponerse el uno sobre el otro en materia de armamento. ¿Y Europa?
El bloque comunitario no participa en esos juegos de estrategias. Nadie tiene un “Plan B” para conseguir que el Viejo Continente se emancipe en términos de seguridad y defensa. El informe para la CSM pinta un panorama igualmente inquietante en lo que concierne a la búsqueda de nuevos centinelas del orden liberal. “Los que aspiran a serlo no tienen las facultades necesarias y los que tienen la capacidad, aunque sea limitada, se rehúsan a demostrarlo”, sostiene Ischinger. En el documento se habla detalladamente sobre el margen de maniobra y el potencial tanto de Canadá como de Japón, y se le dedica un capítulo entero a Gran Bretaña.
Angela Merkel y Emmanuel Macron tras firmar el Tratado de Aquisgrán, un nuevo pacto de cooperación e integración franco-alemán. (22.1.2019)Imagen: Reuters/W. Rattay
La “alianza de los multilateralistas”
Ni Ottawa, ni Tokio, ni Londres parecen reunir las condiciones para recoger los pedazos del orden vigente. Todo apunta a que esa responsabilidad sólo puede recaer, por ahora, sobre los hombros de la Alemania de Angela Merkel y la Francia de Emmanuel Macron. Merkel ha defendido el actual orden mundial y su ministro de Exteriores, Heiko Maas, propuso hace poco la creación de una “alianza de multilateralistas”. Pero los traspiés de la cooperación entre Berlín y París demuestran cuán difícil es llenar de vida esos pronunciamientos. Y son demasiados los alemanes y franceses que prefieren el ensimismamiento de sus respectivos países.
Una encuesta realizada por la Fundación Friedrich Ebert, cercana al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), revela que el 42 por ciento de los franceses y el 59 por ciento de los alemanes demandan que sus Gobiernos asuman una posición neutral de cara a conflictos internacionales. 50 por ciento de los franceses y 65 por ciento de los alemanes rechazan las intervenciones de sus Fuerzas Armadas en combates militares. Berlín y París deben resolver prontamente estas diferencias políticas, pero no lo harán en Múnich: hace algunos días, Macron suspendió inesperadamente su visita a la Conferencia de Seguridad de Múnich a causa de problemas de política interior.
(erc/jov)
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¿Guerra Fría recargada?
Con la suspensión del tratado nuclear INF, una de las principales iniciativas de desarme de los años 80 ha sido archivada. Este acuerdo fue un mérito de la diplomacia y del movimiento por la paz. Aquí una revisión.
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Rearme verbal y material
EE. UU. suspendió primero su participación en el tratado nuclear INF durante seis meses, y un día después, lo hicieron los rusos. Por el momento, estas decisiones ponen fin a una fase de tres décadas de entendimiento y desarme entre las principales potencias. Los militares y los políticos participaron en este pacto, igual que la sociedad civil, que se movilizó masivamente en los años ochenta.
Imagen: picture-alliance/dpa/P. Zinken
Arsenal del terror
El INF fue uno de varios tratados diseñados para frenar el terrorífico arsenal atómico creado por el rearme de la Guerra Fría. Aquí hay un misil Pershing II de EE.UU. equipado con una cabeza nuclear en la base estadounidense Mutlangen, en Baden-Württemberg (Alemania).
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Brindis por el entendimiento
El avance hacia el tratado INF fue logrado por el entonces presidente de EE. UU. Ronald Reagan (izquierda) y el líder soviético Mijail Gorbachov (derecha) en diciembre de 1987. Tras su firma en Washington, ambos políticos presionaron para un nuevo comienzo en las relaciones Este-Oeste.
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Línea directa
Una de las grandes preocupaciones durante la Guerra Fría fue que las dos grandes potencias podrían declararse la guerra entre sí por un simple error de comunicación. Es por eso que los ingenieros de ambos países establecieron la llamada "línea directa" en 1963: una conexión directa entre Washington y Moscú. Esta imagen muestra un télex en el Pentágono en 1963.
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Entre dos frentes
Durante la Guerra Fría, el Telón de Acero corrió por el centro de Alemania. La República Federal de Alemania (RFA) estaba vinculada a Occidente, y la República Democrática Alemana (RDA) a la esfera de influencia oriental. En el caso de una guerra nuclear, el Gobierno federal tenía su propio búnker cerca de Ahrweiler, en su sede ubicada en Bonn.
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Gobierno subterráneo
En caso de una guerra nuclear, el Gobierno de Alemania Occidental debía continuar trabajando. Por lo tanto, el búnker estaba equipado con todo lo necesario. En el subsuelo también había una sala de reuniones con colores cálidos que supuestamente aliviaban el horror del búnker.
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¿Guerra nuclear? No, gracias
El temor a una posible guerra nuclear también impulsó a gran parte de la población a manifestarse. A fines de la década de 1970 surgió un movimiento por la paz que durante años exigió desarme y entendimiento. Aquí hay un pin correspondiente a una de las reuniones celebradas en Bonn, en octubre de 1981.
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Demostración histórica en el Hofgarten
El 10 de octubre de 1981, alrededor de 300 mil personas se reunieron en Bonn, entonces la capital de la República Federal, para protestar contra el armamento nuclear. La última reunión en el Hofgarten de Bonn se convirtió en una de las manifestaciones más impresionantes de la historia del movimiento alemán por la paz.
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"Reunión de los valientes..."
"...no de los temerosos". Así describió el político del SPD Erhard Eppler, uno de los actores clave en el movimiento por la paz, al mitin de Bonn. Las palabras de Eppler se referían a que justamente quienes expresaban temor a la guerra eran valientes por ello.
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Bloqueo por la paz
En septiembre de 1983, los opositores a las armas nucleares bloquearon el depósito de armas de EE.UU. en Mutlangen. Entre ellos estaban el Nobel de Literatura Heinrich Böll y su esposa, Annemarie. Böll dijo que estaba allí "porque sería muy fácil defender algo tan primordial solo desde mi escritorio. También deseo solidarizarme con todas aquellas personas que tanto se sacrifican".
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Críticas desde las Fuerzas Armadas
Uno de los opositores al rearme más famosos fue el general de división Gert Bastian. Junto con la política Petra Kelly, protestó contra el despliegue de misiles nucleares de mediano alcance en Europa. En 1983, ambos fueron de los primeros políticos del partido ecologista Los Verdes en ser electos para ingresar al Parlamento alemán.
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Objetivos comunes en Occidente y Oriente
Muchas personas también tomaron las calles en la parte oriental de Alemania. "Espadas en arados" fue el lema del movimiento por la paz allí. Fue inventado en 1980 por el joven pastor Harald Bretschneider. Desde las filas de los activistas por la paz de Alemania oriental también surgió un movimiento de protesta contra el sistema político de la RDA.
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Logro I: desarme en el Este
El tratado INF llevó el desarme masivo del potencial nuclear a ambos lados del Telón de Acero. Esta foto de 1989 muestra una serie de misiles soviéticos SS-20 destruidos.
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Logro II: desarme en Occidente
Los estadounidenses también retiraron sus armas nucleares de Europa. En 1988 abrieron el depósito de Mutlangen para la prensa internacional. Luego se llevaron los cohetes Pershing II a EE.UU., donde fueron desarmados. El peligro de que Europa pudiera convertirse en el escenario de una guerra nuclear parecía haber acabado.