¿Cuáles son los combustibles del futuro?
20 de enero de 2013 Los biocombustibles se consideran respetuosos con el clima. Pero cuando se queman, también liberan CO2 al medio ambiente, el que será absorbido por las plantas. La ecuación es más o menos así: para producir la biomasa que dará origen a los biocombustibles, los campesinos necesitan abono nitrogenado en grandes cantidades. Para producir ese abono, es imprescindible la energía. Y la energía generalmente se genera a partir de combustibles fósiles.
Incluso existe un estudio de un equipo internacional de investigadores, liderados por Paul Crutzen, del Instituto Max-Plack en Mainz, que dice que los biocombustibles pueden incluso causar más emisiones nocivas que los combustibles fósiles. Por eso la UE exige a los productores de biocombustibles al menos un 35 por ciento de ahorro de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles. Esto se aplica también a los biocombustibles que no fueron cultivados en bosques tropicales despejados o en humedales drenados.
En esa búsqueda del biocombustible ideal ganaron los derivados de la caña de colza, maíz o el azúcar. De la colza se puede producir aceite para las ensaladas, por ejemplo. Y sirve también para ser quemado en los motores. Sin embargo, el aceite puro de ensalada perjudica a algunos motores diésel porque es muy espeso. La solución para ello es el biodiésel, que se diferencia químicamente del aceite de mesa. El problema es que, mientras el aceite de ensalada puede ser producido por los mismos agricultores, el biodiésel es procesado a partir de la misma planta en enormes complejos industriales que contaminan el medioambiente.
Para conducir vehículos con motores de gasolina se requiere bioetanol, si se prefiere prescindir de la bencina. Su preparación es muy similar a la del licor: primero se fermenta el azúcar, la remolacha, el maíz o los granos, y luego se destilan. En muchos países ese etanol se mezcla con la gasolina. En Alemania, la mezcla “Super E10” está en el mercado desde 2008. Contiene un 10 por ciento de etanol. En algunos países de América Latina esa proporción sube al 20 por ciento.
Algas y madera como materia prima
También se usan algas como materia prima de los biocombustibles, pues producen aceite de forma natural. Su mayor ventaja: el cultivo de algas requiere menos de una décima parte del espacio que necesitan, por ejemplo, la colza o el maíz. Por ende, las algas ocupan menos tierras que podrían ser utilizadas para el cultivo de alimentos. Y debido a que algunas algas tienen una concentración de aceite muy alta, son adecuadas para la producción de queroseno para aviones.
Los investigadores también están trabajando en métodos de producción de etanol a partir de la madera o de restos de plantas, que contienen altas concentraciones de celulosa. El problema: se necesitan unas enzimas especiales para convertir la madera en azúcar, que es más fácil de fermentar. Pero esas técnicas no están desarrolladas comercialmente hasta ahora.
Conducir con gas
Los motores a gasolina no solo pueden funcionar con combustibles líquidos, sino también directamente con gas. Las estaciones de servicio para vehículos que funcionan con gas natural están ampliamente extendidas en muchos países. En particular, las flotas de autobuses urbanos usan esta propulsión, pues el gas sigue siendo más barato que la gasolina y el diésel. También se quema de forma más limpia que los otros combustibles, pues apenas genera hollín. Los vehículos a gas natural son ideales para ciudades colapsadas con esmog.
Pero el gas no debe ser de origen fósil. A partir de restos de carne, estiércol, aguas residuales y desechos, se puede obtener biogás, que es una mezcla de distintos gases con un alto contenido de metano. En las últimas décadas los vertederos en desuso se han utilizado para producir biogás, gracias a que las bacterias siguen descomponiendo los residuos orgánicos por mucho tiempo.
El boom de los combustibles fósiles
Pero no solo los biocombustibles han conquistado más mercados. Los combustibles fósiles también experimentaron un renacimiento en los últimos años, gracias a las técnicas de prospección modernas, que han permitido hallar yacimientos que eran desconocidos hasta hace unas décadas. Lo mismo ha sucedido con el petróleo.
Especialmente en Canadá, Estados Unidos y Estonia la industria cifra enormes esperanzas en los nuevos hallazgos. Y la nueva tendencia parece imparable, a pesar de las críticas que lanzan los ecologistas contra el método de prospección llamado Fracking: Estados Unidos podría pronto llegar al primer lugar como productor de combustibles de origen fósil, incluso superando a Arabia Saudita.
Autor: Fabian Schmidt / DZ
Editora: Cristina Papaleo