¿Cuándo acabará el terror en Irak?
15 de agosto de 2013 Abu Samer está harto y también desesperado: “La situación en Irak no mejorará”, dice este hombre de 64 años. Samer vive en Shaab, un barrio de mayoría chiita en el norte de Bagdad. Este jueves (15.08.2013), una nueva ola de atentados explosivos dejó al menos 25 muertos y 60 heridos en varias ciudades del país. Las diferencias políticas y doctrinales entre suníes y chiitas ha propiciado un recrudecimiento del número de ataques violentos en Irak.
Hace menos de una semana, el sábado (10.08.2013), dos carros bomba explotaron y mataron a ocho personas. “No le creo nada a los políticos”, se queja Samer. “Prometen mucho y los resultados de sus políticas siempre terminan en terrorismo”.
Desde 2013, la violencia en Irak ha incrementado. Tan solo en julio, los ataques dejaron más de 1.000 muertos, entre ellos mujeres y niños. Las bombas son colocadas en mercados, restaurantes y talleres. A veces se trata de ataques suicidas en parques o en áreas donde hay niños.
Durante las festividades del fin del Ramadán en Bagdad, 16 bombas explotaron en tan solo un día. La mayoría de las víctimas eran chiitas.
Musulmanes contra musulmanes
Los rebeldes suníes están detrás de los ataques. Algunos grupos tienen como objetivo las fuerzas de seguridad, otros no hacen ninguna diferencia entre la milicia y los civiles. El Estado Islámico en Irak y el Levante, un grupo afiliado a la red Al Qaeda, se ha atribuido la responsabilidad de varios ataques y ha declarado que los chiitas no deberían “ni siquiera soñar en tener seguridad ni de día ni de noche”.
“Al Qaeda es la punta más visible de la violenta rebelión suní”, explica Guido Steinberg, especialista del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad. Steinberg señala que la organización ha reclutado a más combatientes en los últimos meses.
El objetivo de Al Qaeda en Irak, agrega, es “provocar una guerra civil entre suníes y chiitas”. Si algún día terminara esta lucha, el resultado sería la fundación de un estado dominado por una mayoría chiita.
Sin embargo, Al Qaeda no representa la totalidad de la población suní, dice Steinberg. Hay muchos suníes que se oponen pacíficamente a las políticas gubernamentales del primer ministro iraquí Nuri al-Maliki.
Guerra por el poder en Bagdad
La escalada de violencia en Irak ha jugado un papel importante en esta larga batalla entre suníes y chiitas. Maliki ha tratado de crear una dictadura, a costa de los suníes, explica Steinberg.
“Los suníes están luchando contra su exclusión”, señala Setienberg. Los suníes árabes representan un 20% de la población iraquí, mientras que los chiitas alcanzan un 60%.
Cuando Maliki, un chiita, subió al poder en 2006, declaró que su gobierno no sería sectario. “Se supone que no podía formar un gabinete basado en la religión o en el origen de sus miembros”, señala Steinberg.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Maliki se volvió más autocrático. Oficialmente, el gobierno está integrado por chiitas, suníes y curdos. Pero los representantes suníes fueron despojados sistemáticamente del poder. Se persiguió judicialmente a los más críticos.
El vicepresidente, el suní Tareq al Hashemi, tuvo que huir en 2011 tras ser acusado de asesinar a funcionarios chiitas. Fue juzgado sin que él mismo pudiera pudiera estar presente en su juicio y fue sentenciado a muerte.
Círculo de violencia
Maliki ha reprimido violentamente a los manifestantes suníes. Durante sus gobierno, las fuerzas militares mataron a más de 40 manifestantes suníes en abril de 2013 durante enfrentamientos ocurridos en el pueblo de Hawija, al norte de Bagdad.
La organización Human Rights Watch ha criticado las tácticas “draconianas” de las fuerzas de seguridad, que han torturado, forzado declaraciones e incluso condenado personas solo sobre la base de las declaraciones de testigos secretos. Incluso varios sospechosos de terrorismo suníes han sido ejecutados sin existir ninguna información pública de los crímenes de los cuales se les culpa.
Joe Storck, experto sobre Irak en Human Rights Watch, ha dicho que las violaciones a los derechos humanos han sido cometidas por insurgentes suníes, la milicia chiita y las fuerzas de seguridad gubernamentales. “Cada grupo trata de justificar la violencia señalando la violencia de los otros grupos”, dice Storck. “El gobierno debe poner un alto a este círculo vicioso”, agrega.
Pero Steinberg no cree que esto vaya a pasar. Lo que sí cree es que el gobierno va a tratar de resolver el problema con métodos más convencionales, como la violencia. El especialista no cree que la situación en Irak vaya a mejorar en los próximos años.
Steinberg tampoco cree que Maliki y sus aliados políticos chiitas tengan la voluntad de compartir el poder con suníes o con los poderes seculares. Y agrega: "Si bien la influencia estadounidense en la región ha disminuido, la de su país vecino, Irán, ha ido en aumento. Y para los actores occidentales intervenir en Irak vía Teherán “no es posible en este momento”.
Samer es también pesimista, no cree que la violencia sectaria en Irak vaya a acabar pronto y tiene miedo de que su familia vaya a ser víctima de los ataques cotidianos en Bagdad, su país de origen. Le gustaría poder sacar a sus hijos del país, “alejarlos de todo lo que está pasando aquí”. Hacerlo no será fácil.
Autor: Nils Naumann / Israel Ayala
Editor: Pablo Kummetz