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Cuando la música enferma

José Ospina-Valencia
31 de julio de 2003

Mientras Wagner y Puccini desgastan, Verdi y Mozart son "saludables". En Hannover está el único Instituto para músicos enfermos. DW-WORLD habló con el cornista y pedagogo musical colombiano Gustavo Cabrera.

La práctica - sumada a las aptitudes - hacen al maestro.Imagen: AP

El "Bel Canto" es bálsamo para el espíritu. Hacer música empero, no sólo recrea y sana las cuitas, sino que también puede enfermar el cuerpo - del mismo músico. En Alemania hay 30.000 músicos profesionales en ejercicio activo. Sin embargo, no todos los artistas con enfermedades profesionales tienen que dejar de ganarse el pan de cada día con la música.La Escuela Superior de Música de Hannover tiene el único Instituto para músicos enfermos en Alemania.

En dicho instituto un equipo de médicos, psicoterapeutas y pedagogos musicales atiende a pacientes que, a menudo, no han encontrado alivio con las terapias comunes y corrientes. Entre ellos hay, incluso, algunos para quienes una terapia sería contraindicada. Son pocos los médicos que comprenden los males y angustias de los músicos enfermos. "Usted sabe que tocar no es saludable", es lo que escucha,a menudo, la violinista Veronika Passin.

La voz necesita el cuerpo

Imagen: AP

Para Gustavo Cabrera, cornista y pedagogo musical colombiano de la Escuela Superior de Música de Colonia, "dos de las principales causas de las enfermedades de los músicos son las tensiones innecesarias y las malas técnicas". Los cantantes que exageran y/o cantan mal padecen, con frecuencia, de nódulos que surgen en las cuerda vocales. "La falta o deficiencia de musculatura, que sostenga las cuerdas vocales provoca estos nudos", agrega Cabrera y explica que "sin músculos las cuerdas no se mueven". Los músculos necesitan ser oxigenados.

Los cornistas y trompetistas, por su parte, tienen que ejercer tal presión contra los labios, que al producir un sonido agudo el peso sobre la boca es equivalente a 20 kilos."Con el tiempo, no pocos pierden el tono muscular de la boca al grado de no poder seguir tocando", dice el cornista latinoamericano.

Es preferible cantar poco, pero cantar bien

Imagen: AP

En el Instituto para músicos enfermos de Hannover, los instrumentistas encuentran atención especializada. Laurant Boullet, por ejemplo, sufrió varios años de "calambres de músico". Ningún médico pudo diagnosticarle el mal. Esta enfermedad es conocida entre músicos profesionales que ensayan intensamente. Mientras están tocando una pieza, de un momento a otro, se les encogen los dedos.

En el caso del denominado "calambre de músico", las respuestas del cerebro a los impulsos nerviosos de la mano son procesadas equívocamente. Los movimientos entrenados por años y años son reprogramados involuntariamente. Los investigadores creen que, aparte de ser hereditario, este mal tiene otra génesis. Para el profesor Eckart Altenmüller, es sorprendente que, sobre todo, las personas que tocan música clásica sean las más afectadas.

Arma química contra males de artista

Lo especial, según los científicos, no son ni el tiempo ni los ensayos, sino más bien "la controlabilidad". La suposición de que parte del público conoce a cabalidad las partituras, genera una gran presión sobre el músico que ciñéndose a ellas, aspira a tocar perfectamente. Esta tensión podría ser otra de las causas de los calambres. En un concierto los músicos tienen que ejecutar y coordinar inumerables movimientos musculares; los ensayos para lograrlo significa soportar, con frecuencia, más de ocho horas posiciones corporales no naturales. "Una posiblidad de aliviar dicho mal está en el tratamiento con medicamentos", recomienda el profesor Altenmüller. En general, se trata de medicamentos contra el síndrome de Parkinson. "La segunda posibilidad es la aplicación de una inyección de un arma biológica: la toxina botulina, un gas venenoso con propiedades tanto curativas como mortales", agrega el maestro. La botulina debilita la musculatura afectada por un período de 8 a doce semanas y facilita así los procesos motóricos.

Imagen: dpa

Laurant Boullet no necesitó este gas venenoso; él diseñó su propio plan de rehabilitación que ahora le sirve a los virtuosos concertantes que tienen que aprender muchas cosas de nuevo. El tocar obras muy complejas queda, al comienzo del tratamiento, terminantemente prohibido. Al principio sólo se ensaya la posición de cada dedo. Como los principiantes.

El deporte y los músicos

Imagen: AP

La insalubridad del ejercicio porfesional es un tabú entre los músicos profesionales. Muchos luchan por lograr o defender su posición en medio de la dura competencia existente en el mundo de la música clásica. Los estudiantes de la Escuela Superior de Música de Hannover también aprenden anatomía. Hoy se sabe que la actividad deportiva no distrae de la expresión artística. Al contrario: la práctica de ejercicios musculares específicos es un complemento a la clase de instrumento. Así los músicos enfermos no necesitan "tirar la guitarra".