Cuando mamá ya no puede mandar dinero desde ese país lejano
22 de mayo de 2020Ana lleva varios años viviendo en el sur de España. Llegó irregularmente, como muchos de los migrantes latinoamericanos que cruzan el Atlántico. Pero siempre, desde el principio, lleva parte de sus ingresos a un locutorio desde donde lo envía a su familia en Nicaragua.
"No dependen absolutamente de mí, pero yo les ayudo mucho”, dice a DW. Se refiere a que también dependen de otros miembros de la familia también emigrados. Concretamente de su madre y su hermana, que viven en Costa Rica. "Me preocupa porque si ellas no pudieran enviar, los míos en Nicaragua estarían mucho peor”, explica, subrayando cómo los precios allá no hacen más que aumentar como resultado de la creciente escasez. "No tendrían ningún ingreso, ninguno”.
Son incontables los hogares en América Latina que dependen del dinero que envían sus seres queridos desde el extranjero. España y Estados Unidos son, por el volumen de inmigración latinoamericana, los más importantes, pero no los únicos. En el caso del país norteamericano, la mayoría de estas remesas llegan a México y a los países de América Central. En el caso de la nación ibérica, este flujo monetario se dirige principalmente a países sudamericanos como Ecuador o Perú.
Las remesas son un componente omnipresente en las economías de la región latinoamericana. En algunos países más que en otros. En Honduras supone el 22% del PIB, mientras que en el El Salvador llega al 21%, según cifras de 2019 del Banco Mundial.
Pero eso podría cambiar de un día para otro. Esta institución internacional calcula que en 2020 las remesas que llegan a América Latina y el Caribe podrían caer un 19,3%. En 2009 la caída de las remesas fue del 12,3%. La COVID-19 no solo se ha cobrado vidas. La crisis del nuevo coronavirus ha traído consigo un grave frenazo de las economías de todo el mundo. Centenares de miles de personas se han quedado sin trabajo en los países más afectados, como EE. UU., España o Italia. También muchos de los migrantes, regularizados o en situación irregular, que envían remesas a sus familias en Latinoamérica.
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"Sabemos que las remesas se destinan a cuestiones como la educación, la salud, el alojamiento o la alimentación”, afirma a DW Victoria Gass, experta en la región de Oxfam International. "No va a haber dinero para esto, ni de las remesas ni de los presupuestos públicos. Va a ser devastador”.
Y es que el corte de este caudal financiero vital para la subsistencia de tantas personas en situación de particular precariedad coincide con una situación especialmente preocupante de las finanzas públicas. A la caída de las remesas se suma el hundimiento de las exportaciones, la congelación del turismo, la reducción de las ventas y el aumento de la deuda externa.
"El margen de respuesta de estos países es muy limitado ante la contracción de su productividad doméstica”, explica a DW Michael Touchton, profesor de economía política del desarrollo de la Universidad de Miami, en Florida. En su opinión, pagarán más quienes ya viven en una situación más precaria y vulnerable: "mujeres, niños, ancianos y cualquiera que tenga menos libertad de movimiento”. Touchton añade que la paralización de las economías en la región para tratar de frenar la expansión de la pandemia y el cierre de fronteras deja a estos hogares con todavía menos alternativas para subsistir. "Ya viven al borde del precipicio y estarán todavía más desesperados ahora sin estas remesas”, coincide Victoria Gass, de Oxfam.
La economía, pero también la paz social
El analista internacional español Sergio Maydeu-Olivares subraya en entrevista con DW la importancia de este "colchón social” que va más allá de la familia directa no solo para el funcionamiento de las economías latinoamericanas: "es lo que permite sostener la relativa paz social que puede haber en estos países”. En este sentido, se muestra preocupado por que la falta de remesas "pueda agravar todavía más el clima social tras las tensiones que vimos el año pasado, especialmente tras el cierre de las economías”. A su juicio, la respuesta de las capitales latinoamericanas debería ser inmediata.
¿Qué pueden hacer los gobiernos de los países desde donde llegan esas remesas para tratar de evitar el desastre? Victoria Gass insiste en que el Ejecutivo estadounidense "debería aprobar paquetes de ayuda que incluyan a la gente con estatus irregular o a trabajadores temporales esenciales, como los de la agricultura”. También apuesta por una reforma fiscal que reduzca la carga impositiva entre las capas con menores ingresos.
Desde Barcelona, Maydeu-Olivares confía en que la mayor cobertura social del sistema español reduzca la caída de las remesas desde este país. "Depende del impacto que tenga, si finalmente es aprobado, el ingreso mínimo vital, porque uno de los colectivos que sabemos que va a resultar más beneficiado es la población inmigrante por su precariedad e informalidad”, agrega. En cualquier caso, será clave el desarrollo de la crisis económica y social en España.
La nicaragüense Ana todavía puede mandar dinero a su familia, con la que mantiene el contacto constante gracias a internet. Una comunicación que le recuerda una y otra vez el peso que carga sobre sus hombros. "Yo sé lo que se vive y lo que cuesta todo. No puedo estar comiendo tranquila cuando sé que a ellos les falta la cena, el desayuno o el almuerzo”. En una crisis económica que se extiende a lo largo y ancho del planeta, el miedo a un futuro incierto se convierte casi en un denominador común. Sobre todo si hay más bocas que alimentar a miles de kilómetros de distancia. "No puede una vivir tranquila sabiendo que el familiar la necesita”.
(jov)
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