El último pleno del parlamento cubano bajo la presidencia de Raúl Castro insiste en el gastado discurso de defender la economía socialista, mientras el pueblo asegura vivir en un capitalismo cada vez más cruel.
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El pueblo cubano está cansado de triunfalismos. Esa es la realidad que, contradiciendo a la propaganda gubernamental, muestran las encuestas hechas por grupos opositores, diversos documentales y reportajes realizados durante 2017 por la prensa internacional o los cada vez más reprimidos medios de prensa independientes, e incluso analistas políticos del sector más crítico del propio Partido Comunista de Cuba.
Sin embargo, los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular que evaluaron esta semana el cumplimiento del Plan de la Economía Nacional del año en curso, para aprobar el plan económico de 2018, inconcebiblemente aseguran que Cuba vivió "discretos avances" en 2017, e incluso que se produjo un crecimiento de la economía, por lo cual anuncian ya que se espera un salto al 2 por ciento para el año próximo. Un año más, los números del gobierno cubano no reflejan ni siquiera en lo mínimo la vida cotidiana del pueblo que, tanto en las palabras de opositores al régimen como de aquel pequeño sector que aún lo apoya, es una vida de supervivencia en medio de condiciones típicas del más feroz capitalismo.
Barreras que persisten
Detrás de esos pequeños comercios supuestamente florecientes en toda la isla, detrás de esas "aperturas" que han convertido al cubano en emprendedor luego de casi cinco décadas de prohibiciones; y detrás de esa campaña gubernamental para atraer la inversión extranjera con facilidades difíciles de cumplir por la simple inexistencia de una adecuada infraestructura y por el arcaico pensamiento "anticapitalista" de la dirigencia política cubana, lo único cierto es que se favorece a los grandes negocios del Estado y de los militares del Grupo GAESA. Mientras tanto, se lanza sobre la iniciativa privada un sinnúmero de barreras: impuestos exorbitados, regulaciones ilógicas para la gestión o la compra y venta de insumos, controles absurdos que favorecen la corrupción de quienes deben fiscalizar a los cuentapropistas, e incluso el cierre de aquellos prósperos negocios si logran una fuerte competencia con empresas estatales.
La vida real del cubano no es nada esperanzadora: la usual escasez y el encarecimiento de productos de primera necesidad; la caída en picada de la educación y, con ello, del nivel educacional de la población; la depauperación paulatina de los servicios médicos y del estado de salubridad nacional; el caos creciente en los niveles de vivienda; el aumento de los índices de violencia social que ya hasta la prensa oficialista acepta, asegurando la existencia de un 26,7 % en violencia de género y una criminalidad en ascenso aunque aún diste mucho de lo que sucede en otros países de Latinoamérica, y la corrupción política, administrativa y social asumida como ley de supervivencia por todos los estratos de la sociedad. Tal panorama ofrece una única e irrefutable consecuencia: la desilusión de millones de cubanos (más del 33% son jóvenes según encuestas oficiales) cuyo único deseo es emigrar.
Prioridades para 2018
Es cierto que la situación se ha complicado por la crisis en Venezuela, principal sostén económico de Cuba; por los destrozos tras los huracanes de los últimos 10 años; y por el retroceso de la apertura económica con Estados Unidos desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Pero lo que Raúl Castro debería responder es: ¿qué se ha hecho con toda la inyección financiera y económica que logró Cuba con Estados Unidos y los más importantes países de la Unión Europea luego del llamado "deshielo"?, ¿dónde están los resultados de los cada vez más amplios acuerdos económicos con China y Rusia?, ¿a dónde han ido a parar los ingresos derivados de las inversiones extranjeras, del impresionante crecimiento del turismo (más de 4 millones en 2017) o de esos más de tres mil millones de dólares anuales que recibe la isla sólo en remesas de cubanos residentes en el exterior?
Para 2018, según el Ministro de Economía, Ricardo Cabrisas, se establecerán "prioridades dentro de las prioridades": recuperar los daños de los huracanes, invertir en infraestructura, fomentar la producción de alimentos, la zafra azucarera y la sostenibilidad de los servicios básicos a la población. En resumen, el mismo discurso engañoso de las últimas décadas, que todo indica será asumido por quien sustituya a Raúl Castro en la presidencia de un país en el que sus dirigentes hablan de socialismo, mientras el pueblo sufre las crudas carencias de ese capitalismo que tanto atacan hipócritamente los adalides de la Revolución.
Los problemas de La Habana, "Ciudad Maravilla"
La capital cubana se enfrenta a una serie compleja de asignaturas pendientes en lo que respecta a su rescate urbanístico.
Imagen: DW/A. Valle
Los problemas de la Ciudad Maravilla
Este 2016 La Habana recibió el título de “Ciudad Maravilla”, elegida por miles de personas entre las siete ciudades a visitar, en el tercer concurso anual que convoca la fundación suiza New7Wonders. ¿Razones?: Su “atractivo mítico, lo cálido y acogedor de su ambiente, y el carisma y jovialidad de sus habitantes”. Pero, ¿qué problemas ven los urbanistas y arquitectos en esa Ciudad Maravilla?
Imagen: DW/A. Valle
Primer problema: Grave situación del Fondo Habitacional
El último censo de la población y la vivienda reveló que apenas el 61% de ese fondo se encuentra en buen estado, y el resto estaba en regular o mala condición. A finales de 2015, La Habana tenía 33.900 familias (133.900 personas) que estaban albergadas o vivían en locales en estado crítico, o no tenían dónde vivir.
Imagen: DW/A. Valle
Segundo problema: Altos niveles de insalubridad
En La Habana, con 2,2 millones de habitantes y deficientes servicios básicos de abastecimiento de agua potable y recogida de desechos líquidos y sólidos, se multiplican los basureros, crece el número de salideros de aguas albañales y empeoran las condiciones sanitarias en las viviendas, ocasionando así sucesivas epidemias de dengue, cólera, rabia o leptospirosis.
Imagen: DW/A. Valle
Tercer problema: Pérdida de la tipicidad de los barrios
Desde su fundación, los barrios en La Habana eran arquitectónica y urbanísticamente
diferenciables. El deterioro por la cercanía al mar, paso de ciclones y extensas temporadas lluviosas, la falta de reparación y del control técnico en las nuevas edificaciones, provocan numerosos derrumbamientos que desfiguran los rostros múltiples de la ciudad.
Imagen: DW/A. Valle
Cuarto problema: Desaparición de los espacios verdes
Salvo en sitios específicos de algunos barrios, La Habana es una ciudad sin árboles.
Originalmente se alternaban espacios arbolados, ríos, parques verdes y estilos arquitectónicos distintos, pero la desatención y la necesidad de cubrir arbitrariamente el crecimiento de la población, han hecho desaparecer más del 60% del verde original habanero.
Imagen: DW/A. Valle
Quinto problema: Superpoblación
"El reto del futuro va a ser resolver el gigantesco problema de una ciudad con un tamaño físico para 1.400.000 habitantes, en la cual ahora viven 2.100.000", dijo hace unos años Nicolás Quintana, considerado el Patriarca de la Arquitectura y el
Urbanismo en Cuba. Hoy son 2,2 millones, y cerca de un millón de población flotante.
Imagen: DW/A. Valle
Sexto problema: Contaminación ambiental
Aunque no se llegue a la altura de otras capitales latinoamericanas, especialistas de la Academia de Ciencias alertan de los preocupantes niveles de la contaminación del aire. Las industrias y asentamientos urbanísticos, las tecnologías atrasadas del transporte y la producción, y la baja calidad del saneamiento básico contaminan cada vez más las aguas de ríos y bahías.
Imagen: DW/A. Valle
Séptimo problema: Rescate de la historia
El VII Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en 2014, alertaba sobre la necesidad de rescatar los sitios históricos de la ciudad que se perdían por el deterioro, los derrumbes y la falta de conciencia histórica. En la foto, la esquina de Prado y Neptuno, inmortalizada en el famoso Cha-Cha-Chá "La Engañadora" de Enrique Jorrín.
Imagen: DW/A. Valle
Octavo problema: Infraestructura vial deteriorada
El deterioro de calles, avenidas y carreteras es cada vez más alarmante. Las únicas grandes reparaciones de algunas de las vías principales de la ciudad fueron en 1998 y 2012, con las respectivas visitas de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Por ello los habaneros se refieren a esas calles reparadas como "La Ruta de los Papas".
Imagen: DW/A. Valle
Noveno problema: Turismo versus "habanidad"
En 2002 el arquitecto Mario Coyula advertía que la permisibilidad oficial a empresas turísticas extranjeras o nacionales propiciara la pérdida de "lo habanero" y afectara las costumbres e historia del pueblo. En la foto, el edificio en la Plaza Vieja de los propietarios negados a ceder sus casas al proyecto de reconstrucción turística de La Habana Vieja.
Imagen: DW/A. Valle
Décimo problema: Canalización hidráulica antigua
Cuba y Kuwait firmaron en 2015 tres convenios para el financiamiento con 21 millones de dólares del Proyecto de Rehabilitación de las Redes de Acueducto y Alcantarillado de La Habana. Actualmente se pierde más del 30% de toda el agua que se destina a la ciudad, debido aldeterioro de esas redes (Acueducto de Albear) construidas en 1893.
Imagen: DW/A. Valle
No hundirse en sus ruinas
El "Plan Maestro para La Habana del Siglo XXI", idea del arquitecto y urbanista Julio César Pérez Hernández propone encauzar proyectos y propuestas para cada barrio, zona o lugar, como vía segura de lograr una urbe contemporánea que honre su condición histórica, exprese su devenir y arribe a un futuro glorioso donde hoy la ciudad empobrecida no se hunda nunca más en sus ruinas.