La decisión de Trump de incluir nuevamente a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo ofrece al gobierno cubano la excusa perfecta para cubrir con cortinas de humo la terrible crisis que asola la isla.
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Negar que el gobierno cubano, desde el mismo triunfo revolucionario en 1959, ha sido uno de los protagonistas mundiales del terrorismo. y de la desestabilización en diferentes regiones del mundo a través del apoyo a grupos terroristas es ir contra la realidad. Y también lo es negar que estratégicamente se considera otro error la decisión del presidente norteamericano Barack Obama de sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Desde la década del 60, en su afán de extender la insurgencia revolucionaria por América Latina, La Habana entrenó, financió y apoyó internacionalmente movimientos guerrillerosque, poco tiempo después, impusieron la "violencia revolucionaria" como método de lucha y terminaron convirtiéndose en movimientos terroristas responsables de cientos de miles de muertes en sus países: Sendero Luminoso en Perú y las FARC en Colombia, son los más nombrados, pero no debe olvidarse lo ocurrido con los Tupamaros en Uruguay, los Montoneros en Argentina, los Macheteros en Puerto Rico, o el comportamiento terrorista contra sus propios nacionales, mayormente los sectores indígenas, de los grupos guerrilleros independentistas centroamericanos. Es una realidad confirmada incluso en el discurso político y las memorias escritas de sus líderes, todos formados en Cuba y con asesoría durante décadas de militares cubanos.
Fidel Castro, personalmente, jamás negó sus vínculos con movimientos terroristas a los que consideraba "luchadores por la independencia mundial": durante décadas dio refugio político, secreta o abiertamente según fuera el caso, a criminales buscados de la banda española ETA, del sector radical del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y de los extremistas palestinos de HAMAS.
En poco más de cuatro décadas, Fidel Castro demostró que a Cuba no le hacía ningún daño la inclusión en tan temida lista. La historia demostraría que defendía con radicalidad la vieja teoría de que en la guerra todo está permitido. Descubrió tempranamente que el proceso revolucionario cubano ocurría en tiempos en que comenzaba a imponerse la tiranía de lo políticamente correcto, y que los anhelos de reivindicación social que representaba para el mundo la Revolución Cubana le permitían crear un discurso humanista para justificar incluso las más criticadas de las alianzas que Cuba estableció con el terrorismo internacional.
Raúl Castro, al asumir el mando en 2006, algunos dicen que consciente de su insignificancia política en comparación con su hermano, cambió de estrategia: se desmarcó de la mayoría de estas cuestionables alianzas (ETA, IRA, HAMAS, etc.), transformó en conexiones secretas otras alianzas (FARC, movimientos de minorías radicales en Estados Unidos y el Mundo Árabe), no concedió protección oficial a revolucionarios acusados de terrorismo que solicitaron asilo en la isla, echó del país incluso a otros de esos "revolucionarios" (los casos más conocidos fueron los de ciertos militantes de ETA) y, aunque no lo cumplió finalmente, dio indicios de estar dispuesto a devolver a Estados Unidos a connotados prófugos de la justicia.
Ese inteligente accionar fue premiado en 2015 con la exclusión de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, estrategia fallida de Obama. No logró llevar a Raúl Castro a la negociación para un cambio real, y sobre todo menos colaborador, de la política cubana en sus relaciones internacionales con movimientos políticos, sociales y países tradicionalmente enemigos o críticos de Estados Unidos, entre ellos, la Venezuela dictatorial de Maduro, las FARC colombianas, el sandinismo radical de Daniel Ortega, el llamado por algunos "neoperonismo" que en Argentina se colaba en algunas zonas del kirchnerismo de Néstor y Cristina, y ciertos comportamientos corruptos vinculados al lavado de dinero y la corrupción política regional en el Partido de los Trabajadores de Lula en Brasil.
Trump: amigo de Cuba y los cubanos
Trump, incluyendo nuevamente a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, cierra con broche dorado sus promesas electorales de poner en jaque al gobierno de Díaz Canel. Sus acciones contra el monopolio económico militar en la isla, su posicionamiento radical contra el contacto "pueblo a pueblo" y la eliminación de la mayoría de las facilidades financieras, comerciales y de intercambio propuestas por Obama, le valieron el apoyo de un gran sector de los cubanos exiliados en Estados Unidos, pero ha provocado dos males sociales mayores.
Por un lado, el pueblo cubano de la isla ha aceptado en su mayoría como cierta la propaganda gubernamental de que la situación económica del país es culpa del recrudecimiento llevado a cabo por Trump, luego de unos escasos años de distensión y avances en la economía doméstica cubana durante el mandato de Obama. Por otro lado, los cubanos no habían estado nunca antes tan divididos y enfrentados irracionalmente en un tema: quienes consideran efectiva la estrategia de Trump y quienes la ven como un fracaso descomunal.
En cualquier caso, esta estrategia de presión no ha dado resultado; el gobierno ha respondido a Washington con una vieja estocada estilada años atrás por Fidel Castro: de nuevo a las trincheras y, a mayor crisis económica, mayor represión; Díaz Canel se ha favorecido de ser una de las naciones "atacadas" por el mayor enemigo que según el discurso internacional ha tenido la humanidad: Donald Trump; y el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden, tendrá que maniobrar mucho y con mucho tacto para enrumbar las relaciones entre la Casa Blanca y el gobierno de La Habana. La incógnita de millones de cubanos es ahora si ese nuevo rumbo les traerá, al fin, algo de paz, prosperidad y democracia. (chp).
Espectaculares escenas de La Habana
La Habana cumplió 500 años este 16 de noviembre. El fotógrafo alemán Sven Creutzmann lleva tres décadas fotografiándola.
Imagen: Sven Creutzmann
La Habana, antes de la tormenta
La Habana de 2019 (aquí desde la cúpula del Capitolio, antes de una tormenta y a través de una malla protectora de construcción) celebra 500 años de su fundación. Sven Creutzmann y Bert Hoffmann, un fotógrafo y un politólogo alemanes que han acompañado a la ciudad y a su gente por tres décadas, le regalan un imponente álbum ilustrado: “Havanna. Im Herzen Kubas” (La Habana. En el corazón de Cuba).
Imagen: Sven Creutzmann
La Habana de Fidel
El álbum dedica un capítulo a la relación de los habaneros con Fidel Castro, el hombre que, "para bien o para mal", marcó al país y la vida de su gente "como ningún otro". Aquí: con gorra militar verdeolivo, rodeado de guardaespaldas, pero en "una situación confusa, que otros jefes de Estado habrían evitado", durante "el Maleconazo", la revuelta del 5 de agosto de 1994.
Imagen: Sven Creutzmann
Lazarito Castro
"No sé lo que hace hoy ese niño a la izquierda de la foto. Pero todavía sé su nombre: Lazarito Castro", cuenta el escritor Leonardo Padura, una voz habanera en el libro. Lazarito no era familia de Fidel, pero se vio convertido en una especie de "asesor" simbólico por él. En la foto, de 2002, Fidel pierde una de 11.000 simultáneas de ajedrez en la Plaza de la Revolución, acompañado por Lazarito.
Imagen: Sven Creutzmann
"Viaje en el tiempo, sobre ruedas"
En julio de 2006, otro cubano escucha un discurso de Fidel Castro en el salón de su casa, donde también parquea su Chevrolet. Omnipresentes en la ciudad, los habaneros los llaman "almendrones". Hoffmann asume el reto de obviar el habitual cliché que representan, describiendo también los 'oldtimer' soviéticos, Lada y Moskvich: "el malabarismo de hacerlos caminar 30 años en el trópico es el mismo".
Imagen: Sven Creutzmann
El Fidel de La Habana
Recién publicado por la editorial Frederking & Thaler, en un formato espectacular, con 320 páginas y alrededor de 250 fotos, el volumen muestra cómo los habaneros se han relacionado con Fidel y la representación de su figura en las últimas décadas. Este señor espera el inicio de una manifestación, con un cuadro desmontado de una pared como pancarta. Es agosto de 2006 y Fidel ha dejado el poder.
Imagen: Sven Creutzmann
Patios interiores de La Habana: dominó
En áreas comunes, antiguos patios interiores coloniales, parques, aceras y, a veces, incluso a un lado de la calle, los habaneros, los cubanos, juegan dominó, ajedrez, comparten vida en comunidad. De fondo, no pocas veces, la arquitectura habanera se desmorona.
Imagen: Sven Creutzmann
Artes y cuerpos
"La Habana es una ciudad de escenarios", escribe Hoffmann. El mayor y más conocido es el largo muro y paseo marítimo conocido como Malecón. "Pero más que todo, La Habana es una ciudad de incontables pequeños escenarios... para la representación de la vida cotidiana". Maikel e Idelbis se preparan para ser bailarines de Tropicana, un famoso espectáculo de cabaret al aire libre para turistas.
Imagen: Sven Creutzmann
Valentín y Clara
Esta pareja habanera baila en la sala de su casa, durante la Nochebuena de 1992, junto a su árbol de Navidad, a la vista del Ché Guevara.
Imagen: Sven Creutzmann
Ópera en casa
Sven Creutzman recuerda que, para un reportaje sobre la vida en los techos de La Habana, descubrió esta vivienda de madera junto al equipo con que trabajaba, desde otro techo. Tras días intentando sacar una buena foto, apareció Edwin, estilista y cantante de ópera y se puso en ensayar: ¡Mozart!, con el Capitolio de fondo.
Imagen: Sven Creutzmann
Tecnología y salud
Alta tecnología, en el Instituto Cubano de Oftalmología, Ramón Pando Ferrer, conocido por los habaneros como "La Ceguera", pacientes de toda América Latina fueron operados durante la denominada "Operación Milagro".
Imagen: Sven Creutzmann
Antillana de Acero
La producción de acero en la planta siderúrgica más grande de Cuba, la Antillana de Acero, en 2011, en el Cotorro, un barrio periférico de La Habana al que no se asoman los turistas. Aún más lejos del centro que la finca Vigía, donde una vez vivió Hemingway, en la vecina San Francisco de Paula.
Imagen: Sven Creutzmann
"Camello" habanero
El metrobús, más conocido por los habaneros como "camello", transporte urbano con contacto de cuerpo entero en La Habana de 2005. La "innovación" surgió durante la crisis de la década de 1990: dos autobuses de la desvanecida era soviética, unidos entre sí sobre un tráiler y ruedas de camión, con capacidad para 200 personas, y una sección baja en el centro para permitir el acceso de pasajeros.
Imagen: Sven Creutzmann
Quince años
Tras 60 años de socialismo, la "fiesta de quince", esa costosa presentación y baile de señoritas en sociedad, de origen tan burgués, sigue siendo tradición en la isla. El lente de Sven Creutzman observa tras bambalinas, a quienes observan tras bambalinas a las princesas cubanas, envueltas en tul rosado, en un patio habanero.
Imagen: Sven Creutzmann
Elecciones a mano alzada
Así se vota en La Habana y en toda Cuba, por los candidatos de base. En este barrio habanero, inicia el proceso electoral para las elecciones parlamentarias, en 2017.
Imagen: Sven Creutzmann
Opositor asediado
Pese a los "nuevos tiempos" y las reformas introducidas por Raúl Castro, tras heredar el poder de su hermano Fidel, la disidencia sigue siendo ilegal en Cuba. En la foto: el periodista disidente Reinaldo Escobar (camisa de puntos blancos), asediado por agentes de seguridad vestidos de civil y militantes oficialistas, para impedirle la protesta pública, en noviembre de 2009, en una calle habanera.
Imagen: Sven Creutzmann
Pioneros, "aunque les duela"
Niños pioneros gritan consignas políticas para exigir el regreso de Elián González a Cuba junto a su padre, tras sobrevivir al naufragio de una balsa de emigrantes en 1999, en el que murió su madre. Esta manifestación de unos 150.000 estudiantes junto al Malecón, el muro que separa al mar de La Habana, pasaba frente a la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, hoy embajada.
Imagen: Sven Creutzmann
Ernesto
Ernesto, de siete años, cierra este libro, un retrato y homenaje a La Habana y los habaneros. En la contratapa, descansa sobre la defensa de un "almendrón", en La Habana Vieja.
Imagen: Sven Creutzmann
Dos alemanes en La Habana
Sven Creutzmann llegó a La Habana por primera vez en 1988 y es hoy el único fotógrafo alemán permanentemente acreditado en la isla. El politólogo Bert Hoffmann, que no ha dejado de investigar sobre la ciudad y el país desde 1990, dirige hoy el buró berlinés del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).