En un nuevo capítulo del éxodo masivo que estamos viviendo, dos jóvenes fueron reclutados bajo falsas promesas de un trabajo en Rusia y han terminado enrolados como soldados en la invasión a Ucrania. Su caso es uno entre los tantos en que las ansias de emigrar son aprovechadas por traficantes sin escrúpulos y regímenes autoritarios sin vergüenza.

Los rostros de Alex Vegas Díaz y Andorf Velázquez García tienen todavía los rasgos de la adolescencia, pero en las últimas semanas han madurado a marcha forzada. Los muchachos cuentan que han sido víctimas de una estafa y que firmaron un contrato en ruso, y sin posibilidad de traducirlo al español, pensando en salir de Cuba para ganarse la vida y ayudar a sus familias. Les prometieron un trabajo reparando viviendas y otras infraestructuras devastadas por la guerra a cambio de salario, derechos y ciudadanía, e, incluso, podrían llevar a sus parientes posteriormente al país.

Sin embargo, nada más llegar a Rusia fueron trasladados a un centro de adiestramiento militar para luchar en el frente. Cayeron enfermos y lograron denunciar su situación a través de las redes sociales, pero otros cubanos no han logrado librarse de la contienda y sí están combatiendo del lado ruso, según aseguran los dos jóvenes. Su caso ha motivado una tardía, y sin detalles, declaración de la Cancillería que asegura haber desarticulado una red de tráfico de personas que reclutaba hombres en la Isla para sumarlos como mercenarios en la guerra en Ucrania, a la que la nota oficial denomina "operación bélica".

La declaración oficial

"Se han neutralizado intentos de esta naturaleza y se han iniciado procesos penales sobre personas involucradas en estas actividades", añade la declaración y subraya que "Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania" y actúa "de manera enérgica contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país".

Pero el texto de la Cancillería es poco convincente porque le falta un posicionamiento más enérgico contra el engañoso alistamiento y la necesaria crítica a las autoridades rusas. Tampoco precisa si auxiliará a los dos jóvenes atrapados entre la mentira y la urgencia de emigrar ni si se pedirá cuentas a Moscú por los otros compatriotas que están en el frente. Cuesta creer que una Seguridad del Estado omnipresente, que vigila cada movimiento de sus ciudadanos, no estuviera al tanto de estos falsos contratos y que solo ahora se entera de lo sucedido.

El texto, además, tiene ecos de pura formalidad porque el Gobierno cubano respalda a Vladímir Putin en la invasión a Ucrania y ha desplegado una amplia campaña de propaganda en sus medios oficiales destinada a instalar la idea de que existe un régimen nazi en Kiev, apoyado por la OTAN con el objetivo de cercar a Rusia, y al que el Kremlin combate en legítima defensa. En la mayoría de las resoluciones votadas contra la guerra en Naciones Unidas, Cuba se ha abstenido o, incluso, ha votado en contra de algunas actuaciones, como cuando se preguntó a los Estados miembros si se autorizaba a Volodimir Zelensky a intervenir por videoconferencia en la Asamblea General.

Alex y Andorf están solos ante el engaño y la voracidad de sus reclutadores.