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Sociedad

Cuerpo, identidad y deseo

24 de julio de 2019

La educación de los europeos para que respeten la diversidad sexual tiende a toparse con resistencia. Muchos ni siquiera saben de qué se habla cuando se usan términos como “identidad de género” u “orientación sexual”.

Ampelmännchen in München
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Hoppe

Desde hace lustros, las instituciones de la Unión Europea vienen tomando medidas legales y promoviendo campañas para luchar contra las diferentes formas de discriminación de las que suelen ser objeto personas en el bloque comunitario por ser lesbianas, gays o bisexuales; por ser mujeres u hombres trans; o por no identificarse ni como mujeres ni como hombres, sino como intersexuales (LGBTI). La Comisión Europea celebra el progreso que se ha hecho en estas lides, pero admite que sigue habiendo desafíos por delante.

“Homofobia” y “transfobia”

Por ejemplo, en muchos países, el Estado continúa dificultando el reconocimiento del género de las personas trans e intersex en la documentación oficial, el espacio público sigue siendo inseguro para la población LGBTI, empresas continúan negándole puestos de trabajo y su derecho al libre despliegue de sus personalidades sigue siendo restringido de una u otra manera en los colegios. La educación de los europeos para que respeten la diversidad sexual humana tiende a toparse con resistencia y también con barreras involuntarias.

Personas “cis”

Abundan quienes rechazan a una persona por su orientación sexual o su identidad de género sin saber exactamente por qué lo hacen. Muchos ni siquiera saben de qué se habla cuando se usan términos como “identidad de género”. Aquellos que nacen con rasgos genéticos y fenotípicos claramente femeninos o masculinos y se identifican con los mismos son denominadas “mujeres cis” u “hombres cis”, respectivamente. Sin embargo, no todas las “mujeres cis” y los “hombres cis” comulgan con los roles de género tradicionales.

Una pareja de mujeres cis celebra la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Malta. (12.7.2017)Imagen: Reuters/D. Zammit Lupi

Personas “transgénero”

Una persona “trans” es aquella que no se identifica con su sexo biológico y siente la necesidad de ajustar su indumentaria o su fisionomía, en mayor o menor grado, para adquirir un aspecto más femenino o masculino.

Personas “intersexuales”

Pero la identidad de género va más allá del esquema binario hombre-mujer: “intersexual” es un término usualmente utilizado para referirse a quienes nacen con algún grado de androginia –con rasgos genéticos y fenotípicos tanto masculinos como femeninos– y experimentan un desarrollo sexual atípico.

Con miras a ofrecerles una posibilidad de identificación a las personas intersexuales, en Alemania se agregó la categoría “diverso” a las de “masculino” y “femenino” en las actas de nacimiento y el registro civil. El Consejo Alemán de Ética –un gremio independiente que asesora al Gobierno y al Parlamento de Alemania en controvertidas cuestiones jurídicas, sociales, médicas y científicas– también invitó a los legisladores a sopesar si es realmente necesario que el sexo de los ciudadanos aparezca en el registro civil.

“Identidad de género” y “orientación sexual”

Los términos “cis”, “trans” e “intersex” sirven para describir un aspecto de las personas –su identidad de género–, pero no para indicar hacia quiénes se sienten atraídas afectiva y sexualmente. Cuando se habla sobre ese tópico se está aludiendo a la “orientación sexual” de las personas, definida en 1948 por el célebre investigador estadounidense Alfred Kinsey como un continuo que va desde la homosexualidad exclusiva hasta la heterosexualidad exclusiva pasando por distintos grados de bisexualidad.

Los activistas de Queeramnesty han contribuido a informar a la sociedad alemana sobre la intersexualidad.Imagen: Queeramnesty-Hamburg

“Bisexualidad” y “pansexualidad”

Con frustrante frecuencia se oye decir que las personas bisexuales son promiscuas, indecisas e incapaces de comprometerse sentimentalmente. Esas acusaciones son tan infundadas como la presunción de que los hombres y las mujeres heterosexuales son monógamas por naturaleza. Muchos creen también que los autodenominados “pansexuales” no le dicen que “no” a nadie; pero, aunque su orientación sexual es amplia, al final, el amor y el deseo son atizados –o extinguidos– por factores que la ciencia no conoce a ciencia cierta.

“Asexualidad”

También abundan las personas que no sienten deseo sexual. Al contrario del celibato y otras formas de abstinencia erótica, la asexualidad no es percibida como una decisión consciente, sino como una orientación sexual más. A estas alturas, los lectores de estas líneas se habrán percatado de lo compleja que es la sexualidad humana y de que todo esfuerzo por explicarla en pocas palabras es vano. Valiosa es, en todo caso, cualquier oportunidad para frustrar los intentos de etiquetar a las personas como “normales” o “anormales”.

“Queer” y “heteronormatividad”

“Queer” es un adjetivo originalmente peyorativo (“raro”, en español) rescatado por la población LGBTI de habla inglesa que muchas personas usan para describirse y dejar claro su rechazo a lo que consideran la camisa de fuerza de la heteronormatividad. La voz “heteronormatividad” alude al complejo sistema de reglas sociales que premia las relaciones erótico-afectivas entre hombres y mujeres cis (relaciones heterosexuales), con o sin fines reproductivos, y marginaliza, invisibiliza, patologiza o criminaliza a las personas LGBTI. 

(erc/ers)

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