Leni Riefenstahl fue una pionera del cine y, al mismo tiempo, la propagandista más destacada del nacionalsocialismo. Aportó a Adolf Hitler y Joseph Goebbels grandeza estilística. Las imágenes de Leni Riefenstahl son emblemáticas. Sus tomas del mitin del Partido Nazi en Nuremberg en «El triunfo de la voluntad» y de los Juegos Olímpicos de 1936 en «Olympia» están grabadas en la memoria colectiva, hasta el día de hoy. Creó así una epopeya heroica al servicio del régimen nazi. La filósofa estadounidense Susan Sontag acuñó el término «estética fascista». 

Con todo, a día de hoy, muchos imitan su estilo: películas y publicidad, clips musicales y fotógrafos, la cultura pop de todo el mundo, hasta la Guerra de las Galaxias y los anuncios de ropa interior para Calvin Klein.

Riefenstahl sigue siendo una personalidad muy controvertida porque lleva a preguntarse por la responsabilidad del arte en la historia: ¿Qué puede hacer el arte? ¿Puede desvincularse de las circunstancias políticas y sociales? Una nueva película sobre Leni Riefenstahl del galardonado director alemán Andres Veiel lo niega.

Después de la Segunda Guerra Mundial Riefenstahl intentó distanciarse de su legado oscuro, intentó negar su pasado nazi: nunca se arrepintió, nunca admitió su culpa, nunca quiso darse cuenta, nunca comprendió el poder devastador de sus imágenes. 

Las investigaciones actuales y el documental de Andreas Veiel arrojan una nueva perspectiva sobre la vida y obra de Riefenstahl. El estudio de su legado, compuesto por 700 cajas que habían permanecido cerradas, ha permitido reanalizar su influencia en la historia del cine y del arte. 
El legado de Riefenstahl es muy controvertido porque refleja la contradicción entre su mérito artístico y su responsabilidad ética. Un debate de gran actualidad.