La fascinación de la naturaleza también surte su efecto entre quienes suelen pasar sus horas libres pegados a la pantalla de la computadora. Prueba de ello es el campamento que se levanta esta semana en las praderas de Altlandsberg, una localidad al Este de Berlín. "Chaos Communication Camp" es el nombre del curioso encuentro de jóvenes y ya no tanto, dispuestos a disfrutar del aire libre, compartir sus conocimientos con sus afines y poner a prueba sus propias habilidades.

El último grito de la técnica

Más de 10 kilómetros de cables eléctricos y una antena de 18 metros de altura, instalados en pleno campo, garantizan que los visitantes puedan dedicarse a lo suyo disfrutando de una infraestructura a la altura de nuestros días. Más aún: la antena, con una capacidad de transmisión de 255MB/S, está conectada al enlace más cercano de fibra de vidrio, de manera que pueda cubrir las necesidades de los "cortapalos" cibernéticos.

Y éstas son muchas, al igual que los distintos focos de interés de los asistentes al campamento. Agrupadas en varias "aldeas", dedicadas a diversos temas, las carpas se extienden en semicírculo en torno a la tienda central, en la que se programa y discute de sol a sombra. El programa ofrecido es amplio, con múltiples talleres, conferencias y proyectos.

Espíritu deportivo

El tema central del campamento es esta vez la seguridad. "Los atentados del 11 de septiembre del 2001 dieron pie a una marea de endurecimiento de las disposiciones legales, también en el ámbito de internet", explica Andy Müller-Maguhn, portavoz del "Chaos Computer Club", que organiza el evento. "Nos ocupamos especialmente de los mecanismos con los que la industria intenta despojar al usuario del control de su computadora", agrega. Pero tampoco el elemento lúdico queda de lado. Como corresponde a una comunidad de los hackers y afines, también hay competencias para ver quién logra burlar un sistema considerado "seguro".

Como se trata de un campamento, con todas las de la ley, lo principal es compartir. Bailes hasta avanzada la noche, un bar bien surtido y un lugar para bañarse garantizan que no falte la diversión ni las posibilidades de refrescarse, en estos días en que el calor ha transformado a Alemania en un paraje subtropical.