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Libertad de prensa

Las razones de Anabel Hernández para ser periodista

2 de noviembre de 2019

¿En qué momento decidí ser periodista? Me han hecho decenas de veces esa pregunta. El Día Internacional contra la Impunidad en los crímenes contra periodistas es un buen momento para contestarla.

Impressions DW Global Media Forum 2019
Imagen: DW/B. Scheid

Hace unos días, en el Festival de Humanidades de Chicago, en Illinois, alguien me preguntó cuándo decidí ser periodista. Me han hecho decenas de veces esa pregunta.  ¿En qué momento decidí ser periodista? ¿Sería capaz de volver a tomar esa decisión hoy, en esta época adversa que vive el periodismo y la libertad de expresión en el mundo?

Yo tomé la elección de ser periodista a los 17 años. A los 21 años y medio conseguí mi primer empleo como periodista en el prestigiado periódico Reforma y seis meses después me gradué de la universidad. Durante varios años ejercí el periodismo con curiosidad, pasión y ambición. Pero ahora sé que me convertí realmente en periodista el 5 de diciembre del año 2000 cuando mi padre fue secuestrado y asesinado en la Ciudad de México y no hubo ninguna posibilidad de justicia porque las autoridades estaban, y siguen estando, corrompidas.

Decidí ser periodista cuando investigué los patrimonios de los Presidentes de México en funciones, viéndolos desde la perspectiva de igualdad y no como figuras "incuestionables" como frecuentemente se interpreta la figura presidencial en América Latina, no porque no haya preguntas que hacer, o dudas que aclarar sobre sus gobiernos, sus decisiones y sus patrimonios, sino porque para muchos son un poder superior.

Víctimas sin voz, corruptos, amenazas y asesinatos

Anabel Hernández.

Decidí ser periodista cuando comencé a escribir las historias de decenas de víctimas sin voz que querían denunciar las injusticias de las que habían sido objeto. Comencé por aquellos que parecían claros culpables de supuestos crímenes atroces para descubrir que eran inocentes, mientras los verdaderos culpables seguían cometiendo crímenes.

Decidí ser periodista cuando me enfrenté a una poderosa red de policías corruptos en México que pensaban que pagando sobornos a los reporteros y medios de comunicación, o intimidando y golpeando muy fuerte sobre  la mesa iban a lograr silenciar las violaciones graves a derechos humanos que estaban cometiendo, así  como su complicidad con los cárteles de la droga.

Decidí ser periodista cuando en diciembre de 2010 me llegó la advertencia de que el Secretario de Seguridad Pública Federal de México  había contratado a personas para asesinarme en represalia por mis investigaciones de sus vínculos con el Cártel de Sinaloa. Hace unas semanas un funcionario del gobierno de Estados Unidos me aseguró que un cómplice del jefe de policía así lo había confirmado a las autoridades estadounidenses.

Decidí ser periodista el 21 de mayo de 2017 cuando asesinaron de doce tiros a un querido y respetado colega, Javier Valdez, a plena luz del día en Culiacán, Sinaloa.

Decisión frente a la impunidad

Ser periodista en un mundo desequilibrado como en el que vivimos es una decisión que se toma y retoma muchas veces. Con pasión, con convicción y cada vez más frecuentemente con la conciencia de una certeza solitaria.  No es sencillo investigar verdades incómodas de los poderosos, sean del sector público, privado o religioso, y dar voz a sus víctimas, sabiendo de antemano dos cosas: que siempre reinará la incertidumbre sobre si la historia tendrá la  utilidad deseada, es decir, si hemos sido capaces de explicar para ayudar a entender. Y la certidumbre de que quien se sienta afectado en sus intereses no se quedará con los brazos cruzados.

Tan solo de enero a octubre de 2019, trece periodistas han sido asesinados en México; más de 130 en los últimos 13 años. Esta situación no se limita únicamente a mi país. Es una realidad en diversas partes del mundo.

En ese mismo periodo de tiempo al menos otros treinta y tres periodistas han sido asesinados en el resto del mundo: tres en Afganistán, tres en Pakistán, tres en Somalia, uno  en Filipinas, Ucrania, Libia, Chad, Yemen, Ghana, Nigeria y Reino Unido. Otro más en Colombia, dos en Honduras y dos en Brasil. Además hay por lo menos 236 periodistas encarcelados en represalia por hacer su trabajo, según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras. La gran mayoría de los crímenes reportados siguen impunes.

El periodismo no es solo una profesión

Quien decide ser periodista, decide ser un celoso guardián del derecho de la sociedad a estar veraz y oportunamente informada. Porque solo con información verdadera se pueden tomar decisiones libres como individuos y colectividad. Un mundo donde los ciudadanos son constantemente condicionados y bombardeados con propaganda de toda índole -incluso la que no lo parece- para ser sometidos a intereses o caprichos de otros, es una moderna forma de esclavitud.

De eso se trata esta lucha por la transparencia e información. Para mi ser periodista no es solo ejercer una profesión, es convertirse en un bastión de resistencia para que el cinismo y la prepotencia de los poderosos no sea lo que rija nuestras vidas cotidianas. Y para que aquellos que se piensan intocables rindan cuentas públicamente ante la sociedad. Solo así puede haber una auténtica democracia, y la democracia, el balance, el equilibrio entre los diversos poderes, es la única manera de generar un mundo menos injusto, más humano y menos solitario.

"Muerden la mano a quien les quitó el bozal"

Estoy convencida de que la información hace la diferencia entre ser libres o no, aunque esto incomode a muchos como al presidente de México,  Andrés Manuel López Obrador. Irritado por los cuestionamientos sobre la contradictoria versión que ha dado su gobierno para justificar haber cedido al chantaje violento del Cártel de Sinaloa para liberar a Ovidio Guzmán Loera, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera. López Obrador dijo a los periodistas el 31 de octubre en una conferencia de prensa: "Le muerden la mano a quien les quitó el bozal", haciendo referencia a una frase usada por Gustavo Madero, hermano del expresidente Francisco I. Madero, quien gobernó México de 1911 a 1913. Luego de derrocar la dictadura de Porfirio Díaz la prensa comenzó a ser muy crítica con él, sobre todo por sus polémicas creencias espiritistas y sus supuestos diálogos con fantasmas.

La frase del exasperado presidente no solo es inoportuna y ofensiva, además es falsa en todos los sentidos. Si lo que buscaba era hacer referencia al concepto americano del periodismo como watchdog ('perro guardián') es necesario recordarle que particularmente en los últimos 18 años los periodistas en México hemos luchado por crear una cultura de transparencia y rendición de cuentas. Muchos periodistas han pagado los logros con su vida mucho antes de que él llegara al poder. Por desgracia desde que asumió la presidencia sus agresiones han aumentado. No obstante, su gobierno solo dura seis años, pero el periodismo de rendición de cuentas mucho más que eso.

(lgc)

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