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Davos 2019: globalización en las nevadas cumbres suizas

Andreas Becker
18 de enero de 2019

A partir del lunes, 21 de enero de 2019, la elite política y mundial se reúne en el Foro Económico Mundial de Davos. En tiempos de conflictos comerciales y nacionalismos, será un encuentro difícil.

Imagen: Reuters/A. Wiegmann

El crecimiento económico global pierde fuerza, aumentan los conflictos comerciales y el cambio climático sigue sin resolverse. Al mismo tiempo, se anuncian grandes cambios debidos a la digitalización. "Cada uno de estos temas supone, por sí solo, un reto enorme”, dice Borge Brende, antiguo ministro noruego de Exteriores y actual presidente del Foro Económico Mundial de Davos (WEF por sus siglas en inglés). "En total, se trata de una tarea ingente, que no puede llevarse a cabo solo con trabajo conjunto”

De hecho, falta cada vez más la voluntad de cooperación. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es un declarado enemigo de los acuerdos multilaterales y el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también recurre a los argumentos nacionalistas. En Europa, todo parece girar alrededor del "brexit”. En Italia mandan los populistas, en Francia protestan los "chalecos amarillos”, Cercano Oriente sigue siendo un polvorín y China exhibe músculo hacia Taiwán. Klaus Schwab, presidente gestor del WEF, considera el encuentro de Davos, fundado por él en 1971, como un lugar de entendimiento. "El diálogo para facilitar el entendimiento del contrario es hoy más importante que nunca", dice Schwab.

Borge Brende, antiguo ministro noruego de Exteriores y actual presidente del Foro Económico Mundial de Davos. Imagen: Getty Images/AFP/A. Kisbenedek

Debates entre la elite

Borge Brende pondera el alto rango de los participantes en la edición 2019 del WEF. "Tenemos 37 jefes de Estado y de Gobierno de Europa y Eurasia. Del Cercano Oriente hay nueve. Vienen seis presidentes de Latinoamérica y seis o siete de África", enumera Brende. "De China viene el vicepresidente Wang. Y también esperamos participantes de alto rango del gabinete de Estados Unidos”.

Además, estarán presentes las cúpulas de Naciones Unidas, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la Organización Mundial  de Comercio. Y también 300 ministros, 1000 directivos de empresas, numerosos científicos, así como representantes de organizaciones medioambientales y para el desarrollo. ¿Qué hacen todos ellos en las montañas suizas? Nada menos que tratar de mejorar el estado del mundo. Al menos, ese es el objetivo oficial del WEF. En palabras de Brende: "Nuestro reto es buscar soluciones para los problemas más acuciantes del mundo”.

Sin Trump ni Macron, pero con Bolsonaro y con Merkel

De hecho, en Davos no se firman acuerdos internacionales. Y además no acudirá Donald Trump, el hombre que cuestiona el actual orden mundial como nunca nadie lo hizo antes. Su excusa para no asistir es el "shutdown” de su Gobierno, que sigue sin estar resuelto. El presidente francés, Emmanuel Macron, también se queda en casa. La disculpa oficial ha sido su agenda repleta. Pero, de forma no oficial, puede decirse que su participación en un encuentro con las elites mundiales podría poner en peligro su credibilidad en el recientemente iniciado diálogo con los ciudadanos franceses.

Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, acudirá a la cita en Davos, así como su sucesora al frente del partido democristiano alemán CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, y el ministro de Salud, Jens Spahn. El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dará en Davos su primer discurso ante un público internacional. 

Klaus Schwab, presidente gestor del WEF de Davos. Imagen: picture-alliance/dpa/Photoshot/L. Gang

Para el WEF, la ausencia de Donald Trump es una gran pérdida desde el punto de vista de las relaciones públicas. Hace un año, la presencia de Trump determinó los titulares en los medios de comunicación, a pesar de que su contribución al debate de los problemas globales fue nula. Al contrario, lo que hizo Trump fue apelar a los empresarios allí presentes a invertir en su país. Eso lo hacen en Davos muchos jefes de Gobierno, pero muy pocos se atreven a presentarlo directamente como autopromoción.

Mirada hacia el futuro

El WEF se dedica este año temáticamente a los efectos de la globalización y la digitalización industrial. El objetivo es prefigurar el futuro bajo el lema "Globalización 4.0. A la búsqueda de una arquitectura global en la época de la cuarta revolución industrial”.

"El mundo carece de visiones”, dice Klaus Schwab. "El WEF puede contribuir en este sentido”, asegura, aunque dice ser consciente de que las propuestas de las elites son vistas por muchos ciudadanos con creciente escepticismo. "Las elites no parecen ser dignas de confianza  cuando hay unas elecciones a la vista o se avecina un nuevo informe trimestral de cuentas”, dice Schwab. "En Davos, por el contrario, buscamos de forma consciente un enfoque a largo plazo. Nos orientamos hacia las oportunidades y queremos darles forma”.

Schwab considera que, aunque la globalización sea un hecho y muchos hayan salido ganando en el proceso, ni él ni el WEF piensan que todo deba someterse a las libres fuerzas de los mercados. Schwab dice que él ya advirtió en 1996 de que la globalización en su forma actual no era sostenible. "Creo que la ‘globalización 4.0' debe ser más inclusiva y sostenible”, asegura. "Y debe basarse más en principios morales. Necesitamos una moralización o una ‘remoralización' de la globlalización”, concluye. 

Andreas Becker desde Davos (ms/elm)

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