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Salvar la selva

Kerstin Palme (AR/PK)16 de junio de 2015

La promesa suena tentadora: “compre una camiseta de moda y proteja la selva al mismo tiempo”. ¿Pero puede el consumidor realmente tener la conciencia tranquila en base a las promesas verdes de las empresas?

Un policía inspecciona un árbol talado ilegalmente en el Parque Nacional de Jamanxim, en Brasil. La selva amazónica es cada vez más deforestada para la agricultura o para su venta ilegal. ¿Pueden los consumidores ayudar a que se detenga esta tendencia?
Un policía inspecciona un árbol talado ilegalmente en el Parque Nacional de Jamanxim, en Brasil. La selva amazónica es cada vez más deforestada para la agricultura o para su venta ilegal. ¿Pueden los consumidores ayudar a que se detenga esta tendencia?Imagen: Reuters

La promesa en el supermercado suena tentadora: “con cada caja de cerveza, cada botella de agua o cada kilo de café que compre, podrá proteger la selva tropical”. De hecho, los bosques necesitan urgentemente nuestra ayuda, ya que alrededor de 130.000 km² de bosques desaparecen cada año en todo el mundo – eso representa una zona mayor que Austria y Suiza juntas. ¿Pero puede esta estrategia realmente salvar los pulmones verdes de la tierra?

Thomas Murray lo cree. El empresario, de algo más de 50 años, es uno de los padres de la marca de estilo de vida “Cuipo”, establecida en 2008. La empresa tomó su nombre de un árbol del Amazonas, que por su gran tamaño – puede alcanzar hasta los 60 metros de altura – es la única planta que permanece de pie tras talar un bosque.

"Todo aquel que compre un producto Cuipo salva un metro cuadrado de selva", afirma Murray. La idea surgió durante un vuelo en helicóptero sobre el Amazonas. "Se me ocurrió al observar una superficie que confundí con un campo de golf", recuerda. "Enseguida me di cuenta de que los espacios vacíos eran el resultado de la deforestación. Y entonces me sentí en la obligación de actuar ", cuenta el empresario.

Piel desnuda para la protección de la selva tropical. La marca de estilo de vida Cuipo pretende salvar los bosques de Sudamérica a través del consumo de sus clientes.Imagen: Tim Cadiente

Una mezcla diversa de productos que abarca desde monopatines, relojes de pulsera, camisetas de moda o botellas reutilizables de aluminio ya está disponible en Internet, y en tiendas seleccionadas de EE.UU. No obstante, Cuipo todavía no es rentable. Actualmente el negocio se financia con patrocinios. Para cambiar esta situación, Murray quiere ampliarlo; no con fines de lucro, como él mismo matiza, sino para fomentar la protección de los bosques. Su visión es que "un día, nadie comprará un producto si con ello no protege la selva de forma automática".

Compra de bosque para evitar que caiga en las manos "equivocadas"

El sueño de Murray de utilizar el consumo para beneficio de la selva no es nuevo. De hecho, los consumidores ecológicamente conscientes también pueden comprar cerveza o café con este fin. El cultivo de granos de café, certificados por la organización medioambiental “Rainforest Alliance”, está aumentando entre los agricultores de pequeña y mediana escala, en plantaciones cercanas a los bosques. La deforestación a gran escala es tabú bajo este sistema. Asimismo, la coexistencia con la flora y la fauna local es un prerrequisito para la certificación. Las poblaciones de árboles existentes se utilizan como enrejados y sombra.

De hecho, la producción de café es, con un valor de exportación mundial de casi 20 mil millones de dólares (17,8 mil millones de euros), la columna vertebral de la economía de países de Asia, África y América del Sur, donde se encuentran los grandes bosques del planeta. Tiene sentido que el cultivo ecológico del café tenga efectos positivos para la conservación de los bosques. Pero, ¿cómo puede la venta de productos Cuipo tales como camisetas, monopatines o botellas de aluminio reutilizables proteger los bosques?

Como producto del bosque que es, el café obtenido de manera sostenible puede contribuir directamente a la protección de la selva tropical.Imagen: Fotolia

La solución de Thomas Murray es la siguiente: se trata de comprar tierras en la Amazonia "antes de que los otros entren en juego". Con ello el empresario se refiere a los explotadores de aceite de palma, a las empresas petrolíferas y a los ganaderos de vacuno, para cuyos negocios se están talando desmesuradamente las selvas amazónicas. Gran parte del país, es propiedad de particulares, que muy a menudo no se preocupan de dónde viene el dinero. “Si les ofrecemos más dinero estarán contentos, muy contentos”, señala Murray.

Zonas de protección como cercas biológicas

Detrás del cambio de titularidad hay un pensamiento estratégico: "Si para una empresa es demasiado caro tener acceso a una parcela de bosque, cuando las inversiones superan los ingresos esperados, entonces estas empresas simplemente siguen su camino. Es por eso que sólo compramos grandes áreas contiguas". Asimismo, actúan como una especie de cerca biológica para las zonas forestales contiguas, que son más difíciles de alcanzar y por lo tanto menos rentables.

La idea es que de este modo se construyan reservas forestales cada vez más grandes, que no sean accesibles a las empresas madereras. En los últimos seis años, Murray ha conseguido proteger 100 kilómetros cuadrados de bosque en Brasil y Panamá – el equivalente a 0,002 por ciento de la superficie forestal total de ambos países. Algo es algo. Pero teniendo en cuenta la media de 130.000 kilómetros cuadrados de selva tropical que desaparece cada año en todo el mundo, un área minúscula que apenas se nota.

Klaus Schenck, jefe forestal de la organización sin ánimo de lucro "Salva la Selva", prefiere por ello un enfoque diferente, que se basa en la influencia política y no en las promesas publicitarias. "La protección de los bosques es una tarea estatal, que debe llevarse a cabo por los gobiernos, las autoridades y los habitantes de los países de la selva tropical. En ningún caso corporaciones occidentales, cuyo único fin es pulir su imagen", explica Schenck. Su estrategia parece estar dando frutos. El año pasado, según cuenta a DW, su organización utilizó con éxito medidas legales para obtener una orden contra la tala en una de sus áreas de proyectos en Perú.

Poco sexy pero eficaz: los activistas de la organización ecologista "Salva la Selva", llevan a cabo campañas de recogida de firmas y manifestaciones para la protección de la selva.Imagen: Christine Denck

¿Son válidas las promesas verdes?

Schenck da la bienvenida a las empresas que trabajan para la protección del medio ambiente pero también plantea dudas. El experto forestal reconoce que el uso de botellas de aluminio reutilizables de Cuipo es más respetuoso con el medio ambiente que comprar botellas de plástico diariamente. Las botellas de aluminio pueden durar muchos años si se cuidan debidamente. Aún así, también señala que es posible que se esté destruyendo la selva para la producción de botellas como las de Cuipo. “La bauxita, que sirve como materia prima del aluminio, se extrae directamente de la selva amazónica”, cuenta.

Según la organización “Salva la Selva”, cada año se tala un kilómetro cuadrado de selva tropical sólo para Porto Trombetas, una de las minas de bauxita más grandes en medio de la selva amazónica brasileña. Sólo para compensar los daños causados ​​por esta pérdida de bosques, Murray tendría que vender aproximadamente un millón de productos Cuipo. Productos, para cuya producción se han utilizado recursos valiosos como petróleo crudo, algodón o bauxita, como en el caso de las botellas de aluminio.

Aunque las botellas de aluminio de Cuipo son reutilizables y al final de su larga vida útil incluso completamente reciclables, en la actualidad el aluminio reciclado sólo puede cubrir alrededor de un tercio de la demanda mundial. Incluso si se reciclaran todas las botellas Cuipo, continuaría la extracción desmesurada de bauxita. De este modo, independientemente de si las botellas de aluminio Cuipo contiene bauxita de la Amazonia brasileña o no, para el consumidor es imposible estar seguro al cien por cien de si los beneficios ambientales son mayores que los inconvenientes.

Una obra de construcción desde el aire: en 2013 comenzó la construcción de una presa en el río Teles Pires, uno de los mayores afluentes del Amazonas brasileño. "Las refinerías de aluminio devoran enormes cantidades de energía eléctrica, para cuya producción se construyen enormes centrales hidroeléctricas en los ríos de la selva tropical brasileña", explica Klaus Schenck, de la organización “Salva la Selva”.Imagen: Reuters

La propiedad no protege contra la tala ilegal

Según Schenck, la compra de selva tropical para su conservación tampoco es la mejor solución. "Desde un punto de vista occidental, puede parecer lógico: compro un pedazo de tierra, que me pertenecerá, y al que nadie vendrá a talar. Pero en muchos países del Sur ese no es el caso porque hay problemas de propiedad sin resolver, pocos controles y mucha corrupción".

La situación conduce con frecuencia a la deforestación ilegal, que a menudo es difícil de detectar. Schenck descubrió recientemente este hecho durante una campaña de “Salva la Selva” en Perú, con imágenes de satélite de la NASA, que mostraban el momento y el alcance de las talas. Sin embargo, "cuando los árboles están en el suelo, ya es demasiado tarde", señala.

Para que no llegue a ese extremo, la organización "Salva la Selva" está haciendo esfuerzos para poner fin a la tala ilegal mediante la cooperación con las comunidades locales: "es importante contar con el apoyo de la población local, sobre todo, de aquellos que viven en y para el bosque", explica Schenck.

Murray, por su parte, se muestra tranquilo por las críticas sobre la sostenibilidad de sus productos y la eficacia de sus esfuerzos por proteger la selva, al igual que lo hace con la brecha de sus ingresos. Hasta 2016 no es necesario que el balance de cuentas sea positivo, ya que hasta esa fecha cuenta con la financiación de los promotores. “Todavía no somos perfectos pero estamos trabajando duro en ello”, se defiende así de las críticas.

Murray pretende, además, recaudar de uno a dos millones de dólares estadounidenses para invertir más en marketing y contratar a nuevos empleados, como por ejemplo guardabosques locales para proteger las tierras forestales compradas. Asimismo, también se ha previsto monitorizar las zonas forestales con vistas áreas regularmente.

Pero hasta que eso ocurra, hay que evaluar con escepticismo la promesa de proteger un metro cuadrado de selva por cada compra de un producto Cuipo. Si usted realmente necesita ese producto, o lo compra simplemente por una supuesta protección de los bosques, considérelo cuidadosamente; por ejemplo, con una taza de café producido de manera sostenible en la selva.

Autor: Kerstin Palme (AR/PK)

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