En Honduras, las pandillas lo amenazaron y chantajearon. César Moncado huyó a Estados Unidos a través de México. Quiere trabajar duro y hacer realidad los sueños de sus hijos. Desde Miami, Carolina Chimoy e Ines Pohl.
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En lo primero que piensa César cuando se despierta por la mañana es en el "trabajo": "Para mí es lo más importante ahora: trabajar, trabajar, trabajar", dice este hombre de 38 años de edad, casado y padre de dos niños. Vive con su familia en casa de un pariente, y aunque el espacio es angosto, está a salvo de atracadores y bandas criminales.
Desde su ciudad natal en Honduras tardó dos meses en llegar hasta la frontera entre México y Estados Unidos. No siempre tuvo la sensación de que lo lograría. Caminó largas distancias con su hija de 17 años, su hijo de 9 y su esposa. Parte del recorrido lo hicieron en autobús y, al final, una organización humanitaria los apoyó para cruzar la frontera.
César dice que está agradecido a Joe Biden por permitir que las familias entren a Estados Unidos. Con Donald Trump, dice, no habría existido esa excepción. Entonces, lo habría intentado de manera ilegal. O tendría que haber esperado en un campamento con cientos de miles más a ver qué pasaba, además se sentiría indefenso y preocupado por la probabilidad de ser enviado de nuevo a su país de origen.
Hasta que llegaron las pandillas
"Allá nos matarían", dice. Cuando César habla de sus deseos y su futuro, su mirada es abierta, directa, clara. Cuando habla del pasado, sus ojos comienzan a parpadear, se mueve inquieto hacia adelante y hacia atrás, como lo suele hacer la gente que vigila su entorno para ver si existe algún peligro.
Sus respuestas son breves. Era dueño de una peluquería en el pueblo donde vivían él y muchos de sus familiares. Los negocios iban bien, lo suficiente para sobrevivir. Hasta que llegaron las pandillas, le exigieron dinero a cambio de protección, lo amenazaron y al final le robaron su sustento. No vio otra opción que irse del país.Las palabras del nuevo presidente estadounidense lo inundaron de esperanza. Biden prometió permitir la entrada a EE. UU. a familias con niños y comprobar allí la posibilidad de obtener un estatus legal.
César apenas tiene contacto con Honduras. "Estoy decepcionado", más no quiere decir al respecto. Pero el dolor se puede escuchar en esta breve frase, el dolor por la pérdida de su país, también decepción por lo que está pasando allí y que nadie esté luchando contra la corrupción y la violencia.
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Cumplir los sueños de los niños
O colaborar o huir, parecía entonces la única opción posible. Y aunque ahora no tienen que preocuparse de ser chantajeados por bandas de narcotraficantes, la situación de la pequeña familia no es del todo segura. "Ahora tenemos que esperar los papeles, que nos den el asilo", dice César. Al fin y al cabo, él y su esposa han encontrado trabajo. Ella en un mercado de verduras y él está intentando echar raíces en una peluquería.
Se trata de un pequeño local en el norte de Miami, donde personas de toda América Latina encuentran su sustento. Y aunque las experiencias compartidas despiertan cierta solidaridad, César tiene aún que labrarse una clientela. Le está costando ser paciente, pero lo peor ha pasado por ahora, asegura: "Para mí, lo peor fue dormir con mis hijos y mi esposa en la calle, que la Policía migratoria de México nos persiga y nos atrape." Durante días estuvieron encerrados y con la incertidumbre de si serían enviados de regreso a Honduras. "Eso fue lo peor”, afirma César.
México: niños migrantes deportados
02:56
Ahora, al menos, han vuelto a tener algo de calma. Los niños se alegran de tener cierta normalidad, irán a la escuela en septiembre, como cualquier otro niño, sin miedo a las pandillas. Para él, esto es lo más importante, por ellos asumió los peligros y arriesgó la huida de Honduras: "Mi sueño es ver cómo mis hijos puedan cumplir sus sueños", dice, sin tan siquiera parpadear.
(rmr/ms)
Ciudad Juárez, epicentro de la crisis migratoria
En Ciudad Juárez se concentra el caos de la mayor crisis migratoria en 20 años, dice el Secretario de Seguridad de EE.UU.. Por aquí se ha devuelto últimamente a todos los migrantes detenidos en los puntos fronterizos.
Imagen: Aitor Saez/DW
Puente Internacional Paso del Norte
Por este puente las autoridades estadounidenses devuelven a diario alrededor de un centenar de migrantes, según instancias mexicanas, detenidos por todo lo largo de la frontera.
Imagen: Aitor Saez/DW
Río Bravo
Una pareja de Haití, con la mujer embarazada y una niña pequeña, cruzan el río Bravo para entregarse a la Patrulla Fronteriza en la otra orilla.
Imagen: Aitor Saez/DW
La peor llamada
Varias mujeres se comunican con sus familiares para informarles que acaban de ser devueltas a México. Según cuentan, a ninguna se le informó que iban a ser deportadas y sólo se enteraron que regresaban a México cuando vieron la bandera de ese país. Desorientadas y frustradas por lo que consideran un engaño de las autoridades estadounidenses, la mayoría de ellas estallan en llanto.
Imagen: Aitor Saez/DW
Sin opciones
La joven hondureña Cristina Flores vive con su hijo de dos años Eduardo en un albergue desde hace una semana, cuando la trasladaron tras cruzar a Estados Unidos por Reynosa, a 1.200 kilómetros de allí. No han tenido opción de iniciar su proceso de asilo ni tampoco se les dio la posibilidad de regresar a su país. Esperan sin saber qué hacer.
Imagen: Aitor Saez/DW
Muchos menores
La decisión del presidente estadounidense Joe Biden de aceptar a los menores no acompañados ha disparado en un 70% su llegada desde noviembre, según autoridades de Chihuahua. También se ha multiplicado la cantidad de centroamericanas viajando solas, con la esperanza de que el nuevo mandatario les abriría las puertas.
Imagen: Aitor Saez/DW
Los niños de Biden
En marzo la Patrulla Fronteriza estadounidense detuvo a 561 menores no acompañados en un solo día, muy por encima del máximo de 370 durante el gobierno de Donald Trump. Un récord histórico avivado por el discurso de Joe Biden que abre una dimensión trágica a la crisis migratoria: qué hacer con centenares de niños y niñas, los más vulnerables ante el crimen organizado.
Imagen: Aitor Saez/DW
El negocio del secuestro
Esta guatemalteca de 21 años, Lorena Pop’ico atravesó todo México con su hijo de un año y medio y un grupo de mujeres. Algunas sufrieron secuestro y abuso sexual. Varias organizaciones locales y oenegés internacionales advierten del aumento de la violencia contra los migrantes en Ciudad Juárez, debido al incremento de la afluencia tanto por las llegadas como por las devoluciones.
Imagen: Aitor Saez/DW
Fuerte vigilancia
El gobierno mexicano ha intensificado el despliegue de efectivos de la Guardia Nacional tanto en su frontera norte como sur, a petición de Washington.
Imagen: Aitor Saez/DW
Albergues desbordados
El albergue Pan de Vida alcanzó su límite de capacidad esta semana. La ciudad cuenta con 16 centros de acogida para 1.000 migrantes, algunos instalados en el último año, pero las devoluciones masivas pueden colapsar este sistema de atención, como advierten instancias estatales.
Imagen: Aitor Saez/DW
La Casa de Colores
La Casa de Colores, en un hotel abandonado, acoge a 43 mujeres migrantes trans. Su fundadora, Susan Coreas, abrió este espacio en septiembre del pasado año ante los abusos económicos sufridos en el único albergue para la comunidad LGBTI en la ciudad hasta el momento. Las mujeres trans se enfrentan a una doble discrminación y riesgo, por eso la casa mantiene estrictos protocolos de seguridad.
Imagen: Aitor Saez/DW
Un puente, un río y una esperanza
La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca iluminó las esperanzas para miles de centroamericanos. En febrero más de 100.400 extranjeros intentaron cruzar a Estados Unidos, cifra que se superará en marzo, con un promedio de 4.000 detenciones diarias: el flujo migratorio más cuantioso en los últimos dos años.