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La irresponsabilidad de WikiLeaks

30 de noviembre de 2010

WikiLeaks golpea otra vez: la plataforma publica en internet cientos de miles de documentos confidenciales de la diplomacia estadounidense. Nada que ver con transparencia, opina Marc Koch, redactor jefe de DW.

Una fuga implica una grieta en un producto, o en un sistema, a través de la que se escapa algo indeseado – de ahí el nombre de WikiLeaks, en inglés. Para servir presuntamente a la transparencia y a la democracia, esta plataforma de internet ha filtrado, una y otra vez, documentos secretos.

Entre transparencia e irresponsabilidad

Marc Koch, redactor en jefe de Deutsche Welle para América Latina.Imagen: DW

Así se conocieron, en casos particulares, violaciones graves como la agresión a civiles desde un helicóptero estadounidense o la tolerancia de las autoridades de ese país en relación con prácticas de tortura sistemática. Sin embargo, con la más reciente publicación, la fuga ha colapsado el dique.

Las consecuencias son desastrosas y ello es responsabilidad absoluta de WikiLeaks, pues los más de 250.000 informes de embajadores estadounidenses en todo el mundo a su Gobierno en Washington no tienen nada que hacer en la esfera pública.

Publicarlos invocando un crudo fetiche de transparencia es tonto e irresponsable. No sólo porque los documentos provocan terribles enredos diplomáticos y se burlan de políticos en activo en todo el globo – eso será rápidamente olvidado. Mucho peor son las consecuencias para el trabajo de los embajadores y otros diplomáticos.

Ofrecer valoraciones sobre políticos y situaciones políticas, así como representar los intereses de sus Estados, ha sido siempre parte de su trabajo. Y para ello necesitan de un entorno en el que se sientan protegidos, en el que reinen la confianza y la discreción. Esas condiciones se han roto de forma duradera con las más recientes publicaciones de WikiLeaks: ningún diplomático del mundo puede estar seguro ahora de que sus conversaciones, notas o informes confidenciales no saldrán en algún momento a la luz pública.

Periodismo de investigación: ¿calidad o cantidad?

Por supuesto que es importante que periodistas de investigación con un trabajo responsable y limpio revelen injusticias, escándalos políticos, violaciones. Ellos reciben también filtraciones de material más o menos confidencial que pueden comprobar, ordenar, relacionar con otras informaciones.

Pero la operación de WikiLeaks no tiene nada que ver esto: al dejar cientos de miles de documentos en bruto disponibles para cualquiera, se sustituye la calidad responsable por una cantidad sin sentido. Las consecuencias son previsibles: citas de esos documentos se extraerán de sus contextos, se manipularán o se reinterpretarán en nuevas combinaciones y producirán nuevos titulares. Sólo un actor se beneficiará con ello: el propio WikiLeaks.

Para Assange, no para el mundo

Esta publicación no hará al mundo más transparente, más pacífico o más seguro. Ni tampoco nos provee de conocimientos nuevos. A lo único que sí contribuye es a satisfacer la vanidad del fundador de WikiLeaks, Julian Assange – un hecho que , por cierto, el vocero alemán de la organización reconoció hace algunas semanas, con la consecuente asunción de una postura: abandonó WikiLeaks.

No obstante, detrás de este escándalo hay algo más. Si la operación de WikiLeaks sirve para algo es para esto: hace evidente que Estados Unidos es incapaz de garantizar el secreto en la era digital – también en este sentido habrá consecuencias. Por el momento vale, en cualquier caso, tomar conciencia de que una fuga puede conducir al derrumbe de todo un sistema, así que este agujero deberá ser sellado con toda celeridad.

Editor: Enrique López Magallón

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