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De la política a la empresa

Thomas Kohlmann/ CP9 de enero de 2014

El caso del exjefe jefe de la Cancillería, Ronald Pofalla, que planea ser director de Deutsche Bahn, abrió en Alemania el debate sobre los pases inmediatos de puestos políticos a cargos de poder en grandes empresas.

Ronald Pofalla.
Ronald Pofalla.Imagen: Reuters

Aún cuando el deseo de Ronald Pofalla, exjefe de la oficina de la Cancillería, de ocupar el directorio de Deutsche Bahn (Ferrocarriles Alemanes) no se concrete, en Alemania el debate acerca de la necesidad de establecer una pausa para los políticos que pasen a ocupar un puesto en grandes empresas se vuelve cada vez más importante.

En la clase política alemana predomina el punto de vista de que debería pasar de un año hasta un año y medio entre una y otra función para evitar conflictos de interés. Sin embargo, nadie quiere imponer aún una norma legal al respecto, ya que de ese modo “se entraría en el terreno de prohibición de ejercer la profesión”, según la especialista en derecho Eva Högl, del Partido Socialdemócrata (SPD) al periódico Westdeutsche Allgemeine Zeitung.

Timo Lange, de la organización Lobbycontrol, conoce demasiado bien ese argumento: cuando se trata de establecer un marco legal, siempre se menciona el tema: “Ese argumento sólo sirve para negar la necesidad de actuar. No me parece convincente, porque no se trata de prohibir a los políticos que ejerzan su profesión, como se suele interpretar”, opina el politólogo. “La pausa estaría determinada por normas concretas según el caso, a fin de limitar las actividades lobistas”.

Timo Lange, de Lobbycontrol.Imagen: picture-alliance/dpa/Ausschnitt

El caso Pofalla ha provocado una agitada discusión en la clase política y encontró eco en la sociedad alemana. Eso se debe, según Timo Lange, a un precedente: el cambio de Eckart von Klaeden, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y exsecretario de gabinete del Gobierno de Angela Merkel, quien pasó a ser jefe del lobby de la automotriz Daimler en 2013. “A pesar de que no se alzaron demasiadas voces en contra”, señala Lange, "su pase sentó un precedente en lo que respecta a la indignación que ahora se hace manifiesta”.

A eso se suma que Ronald Pofalla no pasaría al sector privado, sino a una empresa estatal en la que ganaría cerca de 1,3 a 1,8 millones de euros por año gracias a su estatus político.

Un fenómeno internacional

En Francia, donde también se da este fenómeno, el cambio de políticos de larga trayectoria a puestos muy bien pagados como directores de empresas estatales es llamado “Pantouflage”, en referencia a ponerse grandes pantuflas. En EE. UU. lleva el nombre de “Revolving Door” (Puerta giratoria). En Japón, se lo llama “Amakudari”, lo que significa algo así como “bajar del cielo”. En el país del sol naciente, a los políticos sólo se les permite ocupar un cargo empresario luego de una pausa de dos años.

Logo de Deutsche Bahn.Imagen: picture-alliance/dpa

Algunos observadores piensan que, a largo plazo, la política no podrá hacer oídos sordos a las demandas de una legislación que regule estos cambios. Pero las exigencias de críticos como, por ejemplo, Hans Herbert von Armin, acerca de establecer un período de cinco años de pausa, son menos realistas. Von Arnim calificó incluso el caso de Pofalla de “una forma de corrupción”.

Timo Lange no cree que haya que ir tan lejos, y dice que no se trató de un caso de corrupción en el sentido penal. La organización Lobbycontrol recomienda un período de carencia de tres años, pero admite que podría pasar algún tiempo hasta que ésta cuente con una mayoría en el Parlamento. “Aún tenemos un largo camino por recorrer”, asegura.

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