1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Siete gráficos que explican los lazos EE.UU.- América Latina

Rodrigo Menegat Schuinski
11 de diciembre de 2025

EE. UU. mantiene profundos vínculos con América Latina. Los esfuerzos del Gobierno de Trump por desplegar su poderío económico y militar son parte de una larga historia de interdependencia e intervención estadounidense.

Vista aérea que muestra aviones de combate estadounidenses y un fragmento de la bandera estadounidense.
Aviones de combate participan en un ejercicio militar sobre el Gerald R. Ford, el portaaviones más grande del mundo, como parte del aumento de la presencia militar estadounidense cerca de Latinoamérica.Imagen: US Navy/REUTERS

En su primer año en el cargo, Donald Trump ha incrementado la presencia militar estadounidense en Latinoamérica, se ha involucrado personalmente en las elecciones nacionales, ha presionado a los líderes regionales sobre la migración, ha designado a los cárteles de la droga como grupos terroristas y ha interrumpido las relaciones comerciales con una agresiva política arancelaria.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. establece que el Gobierno "afirmará y aplicará un 'Corolario Trump' a la Doctrina Monroe", en referencia a la declaración de 1823 del presidente James Monroe de que Estados Unidos debía tener la hegemonía sobre el hemisferio occidental y el continente americano.

Para comprender mejor la relación entre EE. UU. y sus vecinos del sur, presentamos aquí siete gráficos que contextualizan las tendencias más recientes en materia de migración, seguridad, geopolítica y comercio.

1. Migración: los latinoamericanos representan el 50 % de los migrantes en EE. UU. y más del 90 % de las personas deportadas

Más de 50 millones de los 340 millones de habitantes de Estados Unidos nacieron en el extranjero, según datos anuales publicados por la Oficina del Censo de EE. UU. Alrededor de 25 millones provienen de América Latina y el Caribe.

Con más de 11 millones, los mexicanos constituyen el grupo más numeroso de migrantes latinoamericanos en Estados Unidos. Con aproximadamente 1,7 millones de migrantes en EE. UU., Cuba ocupa un distante segundo lugar, seguida de El Salvador con 1,5 millones.

La migración a gran escala desde Latinoamérica comenzó en la década de 1960. Desde 2020, se ha producido un aumento significativo de la migrantes con destino a EE. UU. procedentes desde todo el mundo, pero este último repunte es especialmente notable en Latinoamérica.

Venezuela y Colombia se encuentran entre los principales lugares de origen de este grupo más reciente de migrantes, según el Pew Research Center, que realiza proyecciones basadas en datos de encuestas mensuales.

Trump lanzó su campaña presidencial de 2015 asociando la migración desde México con drogas, violaciones y otros delitos. Diez años después, emplea la misma retórica, afirmando, por ejemplo, que el Gobierno de Venezuela liberó deliberadamente a delincuentes de la cárcel y los envió a EE. UU., una afirmación para la que no existen pruebas.

Además de seguir empleando un lenguaje incendiario, Trump ha tomado medidas para cumplir sus anunciados planes de deportación masiva. Por ejemplo, eliminó las protecciones temporales (TPS) de 600.000 venezolanos que anteriormente tenían permitido vivir y trabajar en EE. UU.

Incluso antes de que Trump asumiera el cargo, los latinoamericanos representaban la abrumadora mayoría de los migrantes expulsados ​​de EE. UU. por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

2. Seguridad: Trump designa oficialmente cárteles latinoamericanos como organizaciones terroristas

La asociación que Trump hace de los países latinoamericanos con el narcotráfico y la criminalidad se ha expandido a una postura geopolítica más amplia. Para justificar los ataques aéreos contra embarcaciones que presuntamente transportan drogas en mares latinoamericanos, Trump ha afirmado que EE. UU. está en guerra con grupos terroristas.

Solo en 2025, EE. UU. designó a 24 nuevos grupos como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés), una clasificación legal que le permite confiscar activos y procesar a personas presuntamente vinculadas con ellos. De ellos, 14 son bandas criminales y cárteles de la droga latinoamericanos como el Cártel de Sinaloa, de México, y el Tren de Aragua, de Venezuela.

Antes de Trump, solo ocho organizaciones latinoamericanas habían sido designadas como tales. Todos eran grupos guerrilleros de izquierda, como Sendero Luminoso, de Perú, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia.

El cambio hacia la inclusión de cárteles y estructuras del crimen organizado como organizaciones terroristas no tiene precedentes. Ningún informe previo del Departamento de Estado desde 1997 revisado por DW menciona el narcotráfico y las actividades delictivas como justificación para su inclusión en la lista de FTO. La gran mayoría de las designaciones anteriores a Trump correspondían a grupos terroristas de África, Oriente Medio y otras partes de Asia.

En un análisis publicado en la revista Foreign Policy, Tricia Bacon y Daniel Byman, profesores de la American University y la Universidad de Georgetown, respectivamente, escriben que estas designaciones pueden aumentar las tensiones con los Gobiernos de los países donde operan los cárteles: "Al cambiar la narrativa del crimen al terrorismo, se insinúa que estos Gobiernos albergan a sabiendas a terroristas, una acusación mucho más contundente que la de simplemente tener vínculos con organizaciones criminales".

Las designaciones no autorizan legalmente el uso de la fuerza militar. "Políticamente, etiquetar a un grupo como 'terrorista' puede ayudar a justificar una acción militar y hacer que el público estadounidense la reciba mejor, pero una designación como FTO, por sí sola, no otorga mayores poderes", añaden.

3. Geopolítica: Trump continúa la tradición estadounidense de interferir en la política latinoamericana. Su franqueza al respecto puede ser nueva, pero la práctica no lo es

Trump comenzó su presidencia prometiendo retomar el Canal de Panamá y renombrar el Golfo de México como "Golfo de América" ​​dentro de Estados Unidos. En agosto de 2025, aumentó los aranceles a las importaciones brasileñas en un intento fallido por evitar que el Tribunal Supremo de Brasil condenara al expresidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro , por varios cargos, incluyendo conspiración golpista e intento de abolir el Estado de derecho democrático.

Mientras Argentina se preparaba para las elecciones legislativas de octubre, Trump vinculó un préstamo de 20.000 millones de dólares al éxito de la coalición de ultraderecha del presidente Javier Milei, un préstamo al que algunos atribuyen el éxito del bloque en la votación. Incluso envió el portaaviones más grande del mundo al mar Caribe, amenazando al líder autócrata de Venezuela, Nicolás Maduro, y no ha descartado invadir el país por completo.

Para muchos, estas acciones evocan las intervenciones de Estados Unidos en América Latina durante la Guerra Fría, ya sea con acciones militares directas y abiertas o con planes encubiertos como el apoyo a grupos aliados, intentos de asesinato e influencia electoral.

En su libro Covert Regime Change: America's Secret Cold War [Cambio de Régimen Encubierto: La Guerra Fría Secreta de Estados Unidos], Lindsey O'Rourke, profesora de ciencias políticas en el Boston College, identificó 23 casos en los que Estados Unidos intentó derrocar Gobiernos en América Latina entre 1949 y 1989.

Entre ellos, se incluyen el apoyo encubierto a golpes de Estado contra líderes electos en Chile y Brasil, los repetidos intentos de asesinato de Fidel Castro en Cuba y la invasión de Panamá para derrocar al dictador (y antiguo aliado) Manuel Noriega.

Según el trabajo de O'Rourke, estas acciones no fueron exclusivas de la Guerra Fría, sino parte de una estrategia geopolítica centenaria para afirmar su dominio en el hemisferio occidental. Con frecuencia, resultaron en una mayor inestabilidad política en los países afectados.

Marco Rubio, secretario de Estado de Trump, afirma que la política exterior estadounidense ha descuidado a sus vecinos en los últimos años. Ahora, afirma, EE. UU. se centrará en colaborar con los Gobiernos latinoamericanos para asegurar las fronteras y disuadir lo que él describe como una invasión migratoria.

"Algunos países cooperan con nosotros con entusiasmo; otros, menos. Los primeros se verán recompensados", escribió en un artículo de opinión para el Wall Street Journal en enero de 2025, antes de emprender su primer viaje oficial a Centroamérica el mes siguiente. "En cuanto a los segundos, el Sr. Trump ya ha demostrado que está más que dispuesto a utilizar la considerable influencia de Estados Unidos para proteger nuestros intereses".

4. Comercio: EE. UU. ya no es el líder comercial indiscutible en las Américas

Los datos más recientes de UN Comtrade, una plataforma de la ONU que rastrea los flujos comerciales globales, muestran que EE. UU. sigue siendo el principal socio comercial de los países latinoamericanos, pero ya no es tan dominante como antes.

En 2024, EE. UU. fue el origen de aproximadamente el 29 por ciento de las importaciones totales de los países de América Latina, una reducción respecto a aproximadamente el 50 por ciento en el año 2000. Actualmente, EE. UU. es el destino del 45 por ciento de las exportaciones latinoamericanas, una reducción respecto al 59 por ciento en el año 2000.

La dependencia de América Latina de los mercados estadounidenses varía según el país. Si bien algunos países, como México, aún dependen en gran medida de Estados Unidos como su principal socio comercial, muchos han buscado alternativas.

Al mismo tiempo, los lazos comerciales con China se intensificaron en toda América Latina. Para 2024, la superpotencia asiática era el principal socio comercial de Brasil, Perú, Chile y Bolivia.

La política arancelaria de Trump ha afectado directamente a algunos países. Brasil, por ejemplo, enfrenta un arancel del 50 por ciento sobre sus exportaciones a EE. UU., aunque muchos productos están exentos. México está negociando actualmente para evitar la imposición de un arancel del 25 por ciento. Los gravámenes adicionales sobre bienes como el cobre y el acero también podrían afectar a otras economías.

"Tendremos que buscar otros socios que compren nuestros productos", declaró el presidente brasileño, Lula da Silva , cuando se anunció el arancel en julio. "No es que no podamos sobrevivir sin Estados Unidos. Si Estados Unidos no quiere comprar, encontraremos a alguien que sí quiera".

Todos los datos, códigos y opciones metodológicas se pueden encontrar en el repositorio de Github de esta historia. 

(rml/ms)

Ir a la siguiente sección Descubra más

Descubra más

Mostrar más