Con el descenso del número de refugiados, sería un buen momento para analizar lo que costará la integración de los que ya han llegado. Pero la Federación y los Estados federados distan de llegar a un acuerdo.
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El tema es complicado, y la canciller tuvo que leer el texto al pie de la letra para no cometer ningún error. Se trata de saber quién pagará los millones de euros que costará la integración de los refugiados que llegaron este año, y la de los que aún están por llegar. Al parecer, según Merkel, hay avances y hasta un concepto, pero habrá que seguir discutiéndolo. Como fecha máxima, hasta el 31 de mayo. “No podemos estar esperando hasta el infinito”, dijo la canciller. Y la Federación tendrá que participar sustancialmente.
Mitad y mitad
Por su parte, los 16 Estados ya han llegado a un acuerdo. Independientemente del color de su Gobierno, todos coinciden en que, tanto la Federación como los Estados, deberían repartir los costos al 50%. Sin embargo, el Gobierno central argumenta de otra forma. Según los cálculos del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, se barajan costos de unos 20.000 millones para el año pasado, y la Federación se comprometería únicamente a participar con 8.000 millones. Una cifra exacta según el porcentaje de impuestos que recibe.
Schäuble mantiene hasta ahora una postura firme. Pero para el presidente del Estado de Bremen, Carsten Siegling (SPD), el ministro no acierta a reconocer su responsabilidad para conseguir una integración exitosa. Es decir, sentar una base. Porque ahora mismo, las "cargas originadas por una inmigración masiva a nivel internacional están recayendo sobre los Estados y los ayuntamientos”.
¿Más millones?
A los ojos de los Estados, los cálculos son diferentes y se prevé que ascenderán hasta los 25.000 millones de euros. De acuerdo con su postura, exigen que la Federación participe con 12.500 millones de euros.
Por si el debate no fuese lo suficientemente complicado para llegar a un acuerdo, el ministro bávaro de Finanzas, Markus Söder, aprovechó para atizar aún más el fuego. En sus declaraciones al periódico Welt, Söder dijo que los jóvenes refugiados no acompañados no deberían recibir las mismas prestaciones sociales que los alemanes.
“No están todos traumatizados ni necesitan todos una atención especial”, argumentó. Para Söder, no puede ser que un jubilado alemán reciba al final menos dinero que lo que cuesta un joven que viene a Alemania sin padres. Una postura que la experta en familia de Los Verdes, Franziska Brandtner, calificó de “lamentable”, por el hecho de oponer a niños contra abuelos. Con afirmaciones como esta solo se contribuye a una mayor polarización en el debate sobre los refugiados.
Francia: la miseria de los refugiados kurdos
En la localidad de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, 2.000 refugiados kurdos aguardan una posibilidad para continuar su viaje a Gran Bretaña. El lodo y el frío agudizan su miseria. El Estado francés no interviene.
Imagen: DW/B. Riegert
Refugiados varados en Francia
Unos 2.000 hombres, mujeres y niños viven en el campamento improvisado en la localidad francesa de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque. Allí los refugiados kurdos han construido pequeñas tiendas de campaña. Aquí documentamos sus extremas condiciones de vida.
Imagen: DW/B. Riegert
Esperando
Lizman es originario de la región del Kurdistán iraquí. “En casa hay guerra”, dice. Su meta es llegar a Inglaterra. En el campamento ha instalado un pequeño café en una barraca de madera. Este es el punto de encuentro de los jóvenes.
Imagen: DW/B. Riegert
Meta: Gran Bretaña
El iraquí Asis ha pedido prestado un martillo para repara su tienda de campaña y evitar que entren el lodo y el frío. El joven kurdo quiere atravesar el Canal de la Mancha. Para ello, tendría que pagar a un “coyote” hasta 5.000 euros. “Del otro lado todo tiene que ser mejor”, espera Asis.
Imagen: DW/B. Riegert
Una chispa de esperanza
No se sabe cuántos niños viven en el campamento en medio de la basura y el lodo. Voluntarios han recolectado peluches, y de vez en cuando los reparten en la “tienda de campaña de los niños”.
Imagen: DW/B. Riegert
Hundimiento
Esta muñeca se le cayó a un niño en el lodo. Muchas esperanzas se hunden en el campamento. En las noches el frío es inclemente y no hay luz eléctrica. Solo hay unos cuantos inodoros químicos portátiles y un par de duchas.
Imagen: DW/B. Riegert
Voluntarios de Inglaterra
Chris Bailey fue soldado en Irak. Ahora ayuda a los migrantes que quieren llegar a Inglaterra. “Las condiciones aquí son peores que algunas cosas que vi en la guerra”, dice el veterano. En el campamento, reparte cobijas y botas de hule.
Imagen: DW/B. Riegert
Bienvenidos a Francia
Denise (izq.) y Maryse ofrecen té a los migrantes y platican con ellos. Las señoras viven en una bonita casa particular enfrente del campamento: dos mundos separados por una calle. “Las autoridades no se ocupan” de los refugiados, dice Denise. Muchos de sus vecinos quieren que los migrantes desaparezcan.
Imagen: DW/B. Riegert
¿Dónde están los políticos?
Los voluntarios han bautizado los caminos lodosos con nombres de políticos europeos. La avenida “François Hollande” se llama así porque el Gobierno francés no ha mostrado ningún interés por el campamento improvisado. La Policía tampoco interviene, pese a que algunos habitantes del campamento informan de enfrentamientos violentos entre grupos de migrantes, sobre todo en las noches.
Imagen: DW/B. Riegert
Ayuda alemana
A la ciudad alemana de Múnich ya no arriban tantos refugiados. “Aquí nos necestian”, dice Sinan von Stietencorn, de la cocina popular “Volxküche München”. Junto con amigos ha viajado de Baviera al Canal de la Mancha para repartir comida a los migrantes.
Imagen: DW/B. Riegert
Auxilio
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) vacuna a los refugiados contra sarampión y gripe. La humedad, el frío y la falta de higiene afectan sobre todo a los niños. MSF construye un nuevo campamento en Grande-Synthe, puesto que el Estado pareciera no sentirse responsable. Se trata del primer campamento de la organización humanitaria en ese país de la UE.
Imagen: DW/B. Riegert
Una cueva en el infierno
Asim cuenta que huyó del Estado Islámico en Irak. En el campamento ha luchado por un lugar limpio. En su pequeña cueva incluso ofreció un té a nuestra reportera de Deutsche Welle Catherine Martens. “Todos quieren continuar su viaje”, dice Asim.
Imagen: DW/B. Riegert
Tan lejos del sueño
El puerto de Dunkerque se encuentra a diez kilómetros del campamento improvisado. No obstante, las posibilidades de los migrantes kurdos de llegar a Inglaterra son mínimas. Casi ninguno quiere solicitar asilo en Francia. ¿Pagarán a algún “coyote”? ¿Regresarán a Bélgica o Alemania? ¿O simplemente seguirán aguardando?