Más de 50 países firmantes del Tratado Antártico se reúnen en Santiago de Chile, 25 años después de la firma del Acuerdo de Madrid, con el que se ha logrado preservar el medio ambiente de la Antártida.
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La XXXIX Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA), el principal foro antártico multilateral, reunirá a 52 países y contará con la participación de cerca de 400 delegados extranjeros. Esta cita internacional, que se prolongará hasta el próximo 2 de junio, estará centrada en la protección del medio ambiente antártico, en particular a través de la celebración de los 25 años del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección al Medioambiente (Protocolo de Madrid).
En la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA), los miembros representantes del Tratado Antártico intercambian información, formulan medidas, toman decisiones y crean resoluciones para actuar en pos de los objetivos del Tratado. Los resultados de estas reuniones son adoptados por consenso de todas las partes consultivas.
"Una reserva natural dedicada a la paz y la ciencia"
El Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente fue firmado en Madrid el 4 de octubre de 1991 y entró en vigor en 1998, tras ser ratificado por todas las Partes Consultivas del Tratado Antártico. El acuerdo consagró a la Antártica como "una reserva natural dedicada a la paz y la ciencia", proveyendo un marco para la protección global del medio ambiente antártico.
Dicho marco de protección está conformado por los seis anexos con los que cuenta el protocolo, los cuales consideran aspectos esenciales como: Evaluación del Impacto sobre el Medio ambiente,
Conservación de la Flora y Fauna Antárticas, Eliminación y Tratamiento de Residuos, Prevención de la Contaminación Marina, Protección y Gestión de Zonas, y Responsabilidades relacionadas con Emergencias Ambientales.
Considerando la importancia de la Antártica en tanto reserva y laboratorio natural del planeta, la protección del medio ambiente antártico a través del Protocolo es esencial para la labor científica, que en la actualidad se concentra en los efectos que el cambio climático tiene en el ecosistema antártico y otros ecosistemas dependientes y asociados.
JOV (efe, Terra)
Antártida: Maravillas bajo el agua
Imagen: Dirk Schories
No sólo hielo
Bajo la superficie del mar no sólo continúa la mayor parte de este gigantesco iceberg. En los gélidos mares australes crece una inmensa variedad de especies como corales, anémonas y medusas. Un proyecto chileno-alemán registró estas maravillas submarinas en el sector de Bahía Fildes, en la Isla Rey Jorge. ¡Lo invitamos a sumergirse para descubrirlas!
Imagen: Dirk Schories
¿Monstruo marino?
No es un ser extraterrestre ni la amenaza de una película futurista, sino un habitante más de los mares antárticos. Conocido vulgarmente como ángel de mar, el caracol Clione limacina es un molusco gelatinoso y transparente de dos a tres centímetros. Fue registrado por el proyecto “Georreferenciación y biodiversidad en los océanos del Sur”.
Imagen: Dirk Schories
Radiografía marina
Para realizar este estudio, un grupo deinvestigadores y buzos científicos de la Universidad Austral de Chile y la Universidad de Rostock, con apoyo del Instituto Antártico Chileno, recorrió la zona haciendo miles de fotografías de cientos de especies, además de mediciones, registros y muestras de algunas de ellas desconocidas hasta la fecha.
Imagen: Dirk Schories
Nadando como pingüinos
Estos expertos nadadores disfrutan las heladas aguas a menos de un grado de temperatura. Con una adecuada preparación y equipos especiales, los buzos están en condiciones de acompañarlos. Por primera vez en Chile, un curso de la U. Austral con apoyo del Servicio Alemán de Intercambio Académico, DAAD, formó y certificó buzos científicos, una especialidad clave para esta investigación.
Imagen: Dirk Schories
La medusa enana
No todas las medusas son de aguas cálidas. Esta pequeña de unos cinco milímetros habita en los mares antárticos. Al contrario de otras medusas, la Staurocladia charcoti vive en el fondo de mar. Una de sus particularidades es que usa una parte de sus tentáculos para caminar, mientras que con la otra captura su presa.
Imagen: Dirk Schories
Estrella del frío
Hasta profundidades de 900 metros se encuentra la estrella de mar Odontaster validus, la más común en la Antártida. De figura perfecta e intenso color, es además omnívora: se alimenta de casi todo lo que se encuentra en el fondo del mar, incluyendo residuos de materia muerta, algas rojas, bivalvos, esponjas... y otras estrellas de mar.
Imagen: Dirk Schories
Cuidado con los tentáculos
La anémona es uno de los más sorprendentes animales invertebrados, con sus colores y tentáculos que la hacen parecer una planta. Esta actinia Glyphoperidium bursa es una de las más grandes que se puede encontrar en la Antártida, con un diámetro de 20 a 25 centímetros. Se ubica tanto en aguas poco profundas como hasta los 1800 metros.
Imagen: Dirk Schories
Gigante del fondo marino
Esta esponja gigante está creciendo en un fondo fangoso a una profundidad de 41 metros. Hasta allí llegó el equipo del biólogo marino y buzo científico alemán Dirk Schories. Algunas esponjas crecen a una velocidad muy lenta, por lo que por su tamaño se puede suponer una buena cantidad de años de vida.
Imagen: Dirk Schories
Mariposa que nada
Por sus elegantes formas y transparencias, parece una pintura abstracta o una figura hecha de tela, pero en realidad es un ejemplar de Limacina antarctica: un caracol planctónico de las aguas frías, conocido comúnmente como mariposa de mar. Este ejemplar fue registrado por el lente experto del biólogo alemán Dirk Schories.
Imagen: Dirk Schories
Ni flor ni plumas
Este extraño ser, difícil de identificar, es en realidad un gusano. Su nombre: Perkinsiana sp. Se lo encuentra habitualmente en rocas con paredes verticales, desde donde surge como una verdadera flor. Nueve de estas especies están reconocidas en las aguas antárticas.
Imagen: Dirk Schories
Luz en las profundidades
El verano austral, con sus largos días, hace que la luz entre muy profundo en las aguas australes, lo que permite una buena visibilidad para descubrir y fotografiar estos ejemplares. Algunas rarezas encontradas en este proyecto debieron ser enviadas a taxónomos internacionales para su identificación.
Imagen: Dirk Schories
Sin miedo al frío
Bien aperados con trajes aislantes y equipos de trabajo, los buzos científicos se adentran en la Bahía Fildes para tomar muestras de la vida bajo el mar. Las campañas de los últimos veranos en la Antártida permitieron reunir una base de datos única sobre la vida en los mares australes y que servirá para corroborar en el futuro los efectos del cambio climático.