Con tecnología reproductiva de vanguardia, la "ciencia de la resurrección" puede corregir errores del pasado. ¿O nos distrae demasiado de la protección de los animales que aún nos quedan?
Publicidad
Esta semana, los científicos anunciaron un gran avance en la batalla para salvar al rinoceronte blanco del norte, que está al borde de la exención.
El último macho de la especie murió a principios de este año, reduciendo la población total a solo dos hembras. Pero ahora, la tecnología de células madre y reproductiva de vanguardia ha producido embriones a partir de espermatozoides congelados del rinoceronte blanco del norte y óvulos del estrechamente relacionado rinoceronte blanco del sur.
"Estos son los primeros embriones de rinoceronte producidos in vitro. Tienen una alta probabilidad de establecer un embarazo una vez implantados en una madre sustituta", dijo Thomas Hildebrandt, uno de los científicos del proyecto.
La noticia ofrece una esperanza tentadora de que los avances científicos puedan corregir los errores del pasado, dando a las criaturas aniquiladas por los humanos una segunda oportunidad.
Pero solo porque podamos hacer algo, ¿significa que debemos hacerlo?
¿Parque del pleistoceno o Jurassic Park?
Los científicos ya han creado embriones con material genético de la recientemente extinta rana rheobatrachus, y en 2003 un clon de la última hembra del bucardo, una cabra montesa de los pirineos, que nació de una cabra, aunque solo sobrevivió unos pocos minutos.
Pero los científicos también están poniendo sus ojos en criaturas que no han caminado por la tierra durante cientos, o incluso miles de años.
Los investigadores han decodificado con éxito el genoma del tigre de Tasmania, que fue visto por última vez vivo en 1936, y esperan poder reeditar sus genes en los óvulos de un marsupial superviviente, como su primo más cercano, el numbat.
Y un equipo de la Universidad de Harvard está trabajando para traer al mamut de vuelta del reino de los muertos a vivir en un "Parque del Pleistoceno" en Siberia.
"Restore & Revive", una organización que promueve la "desextinción", favorece el rescate de genes por encima de la clonación. Se identifican los genes que diferencian una especie extinta de otra que sobrevive y se transforman en el genoma del animal vivo.
Ben Novak, científico de "Restore & Revive", está trabajando en la inserción de genes de la extinta paloma migratoria en el ADN de una paloma de collar.
"Escondidas en el genoma de las palomas migratorias están las mutaciones clave para lograr que un ave de hoy se convierta en lo que era una paloma migratoria", dice a DW. "Esa es la idea. No se trata de copiar, se trata de una recreación, de una nueva versión".
El nuevo mamut: elefantes con más pelo
En el caso del mamut, los genes del pelaje abundante, las orejas pequeñas, la grasa subcutánea y la "sangre anticongelante" que le permitían sobrevivir en temperaturas bajo cero se "reeditarán" en el genoma de un elefante asiático, su pariente más cercano superviviente.
Los críticos argumentan que el animal resultante no sería un mamut como tal, sino algún tipo de quimera que quizás tenga o no tenga posibilidades de sobrevivir en el mundo moderno. O, como dice Britt Wray, autora de "Rise of the Necrofauna – la Ciencia, la Ética y los Riesgos de la desextinción": "un elefante con un corte de pelo gracioso que puede vivir más al norte".
Restauración de antiguos ecosistemas
Cuando una especia desaparece, todo el ecosistema se perturba. "Los ecosistemas no solo son más complejos de lo que pensamos actualmente, sino que son más complejos de lo que nos podemos imaginar", dice Britt Wray. "No se trata de un escenario 'plug-and-play' donde quitas una variable y luego la vuelves a añadir para volver al estado original".
Los críticos de la "ciencia de la resurrección" argumentan en su mayoría con el "riesgo moral". Tratar de recuperar especies perdidas es, según ellos, una negación de la finalidad catastrófica de la extinción. Algo que nos podría hacer pensar que podemos retroceder el tiempo.
Autor: Ruby Russell (GG)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos en Facebook | Twitter | YouTube |
Animales extintos
Una pequeña colección de especies animales lamentablemente ya desaparecidas.
Pato del Labrador
El Pato del Labrador era pequeño, rechoncho, de cuello corto y grueso, cabeza mediana, cola minúscula, patas oscuras, ojos pequeños y pico largo. Vivía en regiones de Canadá y Estados Unidos. Se extinguió en el siglo XIX a causa de la caza y la desaparición de su hábitat por la influencia humana.
Imagen: Louis Agassiz Fuertes
Guacamayo Rojo Cubano
El Guacamayo Rojo Cubano lucía un amplio y vivaz colorida cabeza roja, coronilla naranja, amarillo en la parte baja del cuello y tonos azulados en la cola. Vivió en la Isla de la Juventud y otras zonas de Cuba. Su extinción se sitúa a finales del siglo XIX. La causa fue la caza para alimento y domesticación.
Imagen: Peter Maas / www.petermaas.nl
Tigre de Tasmania
La apariencia del Tigre de Tasmania era muy parecida a la de los cánidos. Su pelaje era marrón grisáceo, con líneas horizontales que nacían en el lomo y desaparecían en los laterales. Vivió en la isla australiana de Tasmania. Su extinción se sitúa en 1930, a causa de la caza y la destrucción de su hábitat.
Imagen: US National Zoological Park in Washington DC
Pez del Desierto
Este rechoncho Pez del Desierto de Tecopa tenía sus aletas dorsales más cerca de la cola que de la cabeza, lo que lo hacía diferente de otras especies. Vivía en las aguas de las termas de Tecopa Norte y Tecopa Sur, en el desierto de Mojave, California, Estados Unidos. Se declararon extintos en 1973 debido al desarrollo de las termas de Tecopa.
Uro
Los Uros eran toros y vacas mucho más grandes de los que conocemos hoy. Los toros lucían enormes cuernos. Su hábitat incluyó Europa, Asia y norte de África. Se extinguieron en el siglo XVII por la caza y la tala de bosques.
Antílope Azul
Con una forma similar a los antílopes actuales, su nombre viene de testimonios de personas que afirmaron notar en él un color azul. Vivía en Sudáfrica. Las causas de su extinción, a finales del siglo XVIII, se estima fueron la caza masiva.
Sapo Dorado
El Sapo Dorado de Monteverde vivió en la Cordillera de Tilarán, en el norte de Costa Rica, en la zona que hoy se llama el Bosque Nuboso de Monteverde. Su extinción, en 1989, tiene como principal causa el cambio climático. Un factor que coadyuvó a su extinción fue la pequeña área de propagación de la especie.
Lagarto Gigante
El Lagarto Gigante del Roque Chico de Salmor se distinguía por su gran tamaño, la longitud de sus patas traseras y su cabeza plana. Vivió en el islote El Roque Chico de Salmor, muy cerca de El Hierro, en las Islas Canarias, España. La especie se extinguió entre 1930 y 1940 a causa de la captura insostenible.
Corégono Picudo
El Corégono Picudo se diferenciaba de otros compañeros de especies parecidas por la forma de pico de su cara y su número de branquias. Podía verse en ríos y estuarios de Bélgica, Francia, Alemania, Holanda y sur de Reino Unido. A finales del siglo XIX, tan sólo quedaban Corégonos Picudos en el Rin, hasta que desapareció en 1940 debido a la contaminación de las aguas.
Boga del Lago Titicaca
La Boga se caracterizaba especialmente por la peculiar forma de su cara, tan cóncava que ocupaba un tercio de su cuerpo total. Vivían exclusivamente en las aguas frías del lago Titicaca, hasta una profundidad de 30 metros. En el siglo XX, la boga se extinguió por la introducción artificial de la trucha gris y otros peces en su hábitat.
Dodo
El Dodo, que pesaba alrededor de 20 kilos, tenía patas gruesas y alas pequeñas, un cuello corto y un enorme pico. Su plumaje era grisáceo y no podía volar. Vivió en la isla de Mauricio, al este de Madagascar. Se extinguió en el siglo XVII debido a la caza masiva y la introducción artificial de otras especies animales en su hábitat.
Imagen: Peter Maas
Gran Blanca de Madeira
La Gran Blanca de Madeira era totalmente blanca excepto por una pequeña zona negra en las puntas de las alas superiores. Podía alcanzar los 65 milímetros de tamaño. La isla portuguesa de Madeira fue su hogar. Aunque en 1980 se declaró que la especie estaba ampliamente extendida, sufrió un rápido y fulminante declive hasta que en el 2007 se la declaró extinta.
Ciervo de Schomburgk
El Ciervo de Schomburgk tenía un pelaje marrón que se clareaba en sus patas y cola. Su gran característica era sus cuernos, que tenían una de las formas más hermosas entre todas las especies de ciervos. Vivió en el centro y sur de Tailandia. Su extinción se dio a fines de años los 30 del siglo XX, a causa de la caza por su piel y sus cuernos.
Imagen: Lothar Schlawe
Zorro de las Malvinas
El Zorro de las Malvinas fue un cánido de pelaje marrón-grisáceo, orejas negras y una característica punta blanca en la cola. Se dice que su ladrido sonaba como el de un perro actual. Vivía en las Islas Malvinas. Se extinguió en el siglo XIX por culpa de la caza para uso de su piel y para eliminar su amenaza sobre las granjas de los colonos.