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Decisiva cooperación climática entre EE.UU. y China

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
18 de diciembre de 2023

Estados Unidos y China contribuyeron decisivamente a los resultados de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático. Quizá este éxito conjunto marque el comienzo de una era de cooperación, opina Alexander Görlach.

Por fin un resultado: el presidente de la COP28, Sultan al-Jaber (m), con el jefe de la ONU para el clima, Simon Stiell (i), y la negociadora jefe de la COP28, Hana Al-Hashimi (d).Imagen: Peter Dejong/AP/dpa/picture alliance

China y Estados Unidos, los dos mayores contaminadores atmosféricos y medioambientales del mundo, han cortado el nudo gordiano en Dubai y han persuadido a otros países para que sigan su ejemplo. En una rara muestra de unidad, Pekín y Washington impulsaron la redacción del documento final de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, según el cual, estamos "al principio del fin de la era de los combustibles fósiles".

La cumbre había suscitado duras críticas porque los mismos países productores de petróleo que hacen campaña contra ese final en términos de relaciones públicas estaban omnipresentes. También se acusó a Dubai, país anfitrión y productor de petróleo, de utilizar el evento para un "lavado verde". Al final, sin embargo, el presidente de la conferencia, el sultán Ahmed al-Jaber, también aceptó la declaración.

Éxito de la diplomacia climática

La cooperación entre Washington y Pekín estuvo precedida por un verano de reuniones sobre política climática entre representantes de ambos países. Los enviados para el clima Xie Zhenhua y John Kerry se reunieron a finales de julio y principios de noviembre para mantener conversaciones preparatorias. A mediados de noviembre, el gobernante chino, Xi Jinping, y el presidente estadounidense, Joe Biden, intercambiaron opiniones en persona al margen de una cumbre en San Francisco. No es descabellado suponer que también hablaron de una posible cooperación en la COP28.

Alexander Görlach, columnista de DW.Imagen: privat

El éxito de la cooperación es una victoria tanto para Xi como para Biden. Ambos políticos habían subrayado repetidamente en el pasado que la erosionada relación entre los dos poderosos países no debería conducir a un enfrentamiento militar entre ambos Estados. Estados Unidos siempre había hecho hincapié en que la lucha contra el cambio climático era uno de los pocos asuntos en los que ambos países compartían los mismos intereses y, por tanto, debían trabajar juntos.

Sin embargo, un acuerdo sobre la protección del clima no estaba cantado: una reciente encuesta del instituto de investigación de opinión Pew Research Center, con sede en Washington, muestra que solo el 23 por ciento de los votantes republicanos cree que es necesario actuar con urgencia en la protección del clima. La cifra correspondiente a los demócratas es del 78 por ciento. El éxito obtenido ahora podría aprovecharse con fines partidistas en la campaña de las elecciones presidenciales. Fue precisamente Donald Trump quien se había retirado del Acuerdo de París sobre el clima, que constituyó la base de las conversaciones de Dubái, y el presidente Biden volvió a entrar tras asumir el cargo.

Pekín y Washington salen ganando

En China, en cambio, Xi y su nomenklatura insisten en que la República Popular sigue siendo un país en desarrollo y que, por tanto, debe aplicar normas menos estrictas que las naciones industrializadas desarrolladas, como Estados Unidos, una actitud que es engañosa y errónea. Al mismo tiempo, el país se ve azotado por inundaciones y sequías que ya están teniendo un gran impacto en la seguridad hídrica y las cosechas.

El año pasado, China construyó tantas centrales eléctricas de carbón nuevas como el resto del mundo junto. Sin embargo, Pekín mantiene su compromiso, al menos según cifras oficiales, de alcanzar la neutralidad climática en 2060. También es probable que los partidarios de la línea dura en China critiquen a Xi y Zhenhua por adoptar la misma línea que Estados Unidos en Dubái.

Es de esperar que el acuerdo pragmático y objetivo alcanzado sirva ahora de modelo para otros campos en los que ambos rivales trabajen juntos. Incluso si se quedara en este único campo, ya se habría ganado mucho. En cualquier caso, los dos enviados para el clima merecen un reconocimiento por haber llegado a un consenso, en un momento en el que las tensiones geopolíticas están a flor de piel.

Alexander Görlach es Senior Fellow del Carnegie Council for Ethics in International Affairs e investigador asociado del Internet Institute de la Universidad de Oxford.

(gg/rml)

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