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Decreto de Trump: demasiado poco, demasiado tarde

Clare Richardson
21 de junio de 2018

La orden de Trump para poner fin a la separación familiar ayuda muy poco a los miles de niños que ya fueron apartados de sus padres, dicen activistas. El daño ya está hecho.

Manifestantes en San Diego, Caifornia (EE. UU.) protestan contra la política de separación familiar de Trump. (20.06.2018).
Manifestantes en San Diego, Caifornia (EE. UU.) protestan contra la política de separación familiar de Trump. (20.06.2018).Imagen: DW/C. Richardson

Horas después de que el presidente de EE. UU., Donald Trump, diera marcha atrás en la práctica de separar intencionalmente a niños migrantes de sus padres, Hugo Castro se unió a otros activistas como él para pintar afiches de protesta con la leyenda: "Las familias deben estar unidas”. El activista dijo a DW que "iba a asistir a una manifestación” que esperaba tuviera varios miles de participantes, el próximo fin de semana, en San Diego, California, a pesar de este giro aparente en la política migratoria de Trump.

"No es suficiente”, dijo Castro, coordinador de la organización Border Angels (Ángeles de la Frontera), que ofrece asesoramiento legan gratuito a inmigrantes y provee de agua en lugares clave a los migrantes que cruzan el desierto en viajes desde México hasta la frontera con EE. UU. en lo que, de otro modo, podría ser una travesía mortal.

"Tenemos que cambiar la percepción que Donald Trump está tratando de inyectar al ciudadano estadounidense normal sobre que los inmigrantes son menos que humanos”, dijo Castro a Deutsche Welle.

Este miércoles (20.06.2018), Trump firmó un decreto del Ejecutivo que termina con la separación familiar, pero mantiene la política de cero tolerancia de su administración, que prevé la detención y persecución penal de toda persona que sea interceptada al tratar, inclusive, solo de solicitar asilo en EE. UU. ingresando sin permiso.

Los activistas dicen que la marcha atrás de Trump en la separación familiar no ayuda a los más de 2.300 niños que ya han sido alejados de sus padres.Imagen: DW/C. Richardson

Esa práctica, que despertó indignación en todo el mundo, es considerada por la opinión pública como una medida totalmente ineficaz y cruel que provoca daños perdurables en los niños, traumas que los marcarán de por vida. Las imágenes de niños enjaulados, entre rejas, durmiendo en el suelo sobre mantas improvisadas, así como el audio publicado por el portal ProPublica, en el que se escuchan los llantos de los niños llamando a sus padres en un centro de detención, levantaron una ola de furiosas reacciones contra los legisladores y la condena internacional. Los resultados de una encuesta publicada el lunes por la Universidad de Quinnipiac, en Connecticut, mostraron que dos tercios de los estadounidenses están en contra de que los niños fueran separados de sus padres. Pero la mayoría de los votantes republicanos apoyaba esa medida.

Un día antes del anuncio de Trump de revertir ese procedimiento, un grupo de manifestantes realizó una protesta frente a un refugio para niños migrantes en El Cajón, una ciudad en el condado de San Diego, que estaba cuidando de algunos de los menores que habían sido alejados intencionalmente de sus familiares.

"No soy una persona demasiado política, pero hay que protestar contra esto”, dijo un residente de la ciudad, Anthony, quien llevaba afiches y había ido con dos de sus hijos. "Esta gente vino hasta aquí buscando ayuda, y en lugar de eso, a estos chicos se los aparta de sus familias, y pienso que eso está mal, especialmente como padre”, explicó a DW.

En realidad, el gobierno de EE. UU. no tiene idea de cómo reunir a los niños con sus padres.Imagen: DW/C. Richardson

¿Qué les espera a los niños que fueron separados de sus padres?

Que Trump haya cedido a la presión internacional no ayuda a los niños que fueron separados de sus padres. La probabilidad de que ahora puedan volver a reunirse rápidamente sus padres apenas existe. Los funcionarios estadounidenses dijeron el miércoles que no tenían conocimiento de ningún plan para reunirlos.

Muchos de los menores ya se encuentran en refugios manejados por grupos sin fines de lucro, contratados por el gobierno estadounidense, que cuidan a los que en EE. UU. se llama "Niños extranjeros no acompañados”. Es decir, niños migrantes que llegaron a EE. UU. sin padre, madre, tutor ni encargado. El Departamento de Salud y Servicios Humanitarios dice que esos chicos pasan, en promedio, dos meses en esos refugios. Mientras a algunos a veces se los reúne con sus familias, si los parientes son capaces de sortear los obstáculos del sistema judicial, otros son llevados a los ya superpoblados albergues del sistema de cuidados.

Si bien las acusaciones y las sentencias indiscriminadas contra inmigrantes no son nada nuevo en EE. UU., la política de tolerancia cerco significa que las autoridades deben detener a todos, incluyendo a personas que hayan cometido infracciones menores.

"Históricamente, si esas personas eran solicitantes de asilo, no se los perseguía penalmente. No había necesidad de hacerlo porque se sabía que estaban tratando de entrar a este país buscando un lugar más seguro”, señaló en entrevista en DW Bardis Vakili, un abogado de la American Civil Liberties Union (ACLU). "Se trabaja con discreción para saber a quién se debía investigar”. Su organización ha iniciado una demanda colectiva representando a las familias cuyos niños fueron separados de ellas en los puntos fronterizos de entrada a EE. UU.

Protestar puede cambiar el mundo

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La punta del iceberg del problema migratorio

Mantener a los niños junto a sus padres, aunque estos estén detenidos indefinidamente, podría ser mejor que separarlos de ellos. Pero muchos en San Diego dicen que el problema es mucho más profundo, y que refleja la peligrosa retórica del gobierno de Trump sobre los latinos.

"La gente está cansada de que se trate a las víctimas de migración forzada como si fueran criminales”, apunta Hugo Castro, refiriéndose a los migrantes centroamericanos que huyen de la violencia en sus países hacia EE. UU. "Este es un país construido por inmigrantes. Esa percepción tiene que cambiar”.

Castro ve una luz de esperanza: el caos en la frontera sur de EE. UU. catapultó el sufrimiento de los inmigrantes hacia el primer plano de la opinión pública e incluso despertó la atención de ciudadanos estadounidenses que, de otro modo, no se habrían interesado por el tema, y cuyo apoyo es clave para reformar las políticas migratorias. Pero para los más de 2.300 niños que han sido separados de sus padres desde mayor de 2018, el daño ya está irremediablemente hecho.

Autora: Clare Richardson, desde San Diego, California (CP/ELM)

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