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Sociedad

Cuando el desarrollo choca con la espiritualidad

Judit Alonso
25 de abril de 2017

Ante la amenaza que sufre el planeta debido a los conflictos por los recursos y medios de vida, la apropiación de tierras y el cambio climático, la Academia Evangélica organizó el seminario ‘Defensa de la Madre Tierra’.

Erde mit Sonnenaufgang
Imagen: Colourbox/S. Denisov

El desarrollo de proyectos económicos y tecnológicos topa a menudo con la espiritualidad de los lugares en los que se lleva a cabo. La resistencia que ejercen los pueblos indígenas en este proceso fue el centro de discusión del seminario "Defensa de la Madre Tierra" organizado por la Academia Evangélica en Bad Voll (Alemania). En el encuentro, se analizó el papel de la religión y la espiritualidad en los conflictos, así como en la protección de los medios de vida que se basan principalmente en conocimientos técnicos.

 

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“Cuando Alemania hace cooperación no se da cuenta de que las personas al otro lado no sólo están interesadas en la máquina, sino que a veces esa espiritualidad es necesaria para que la máquina tenga éxito”, dijo Mauricio Salazar, el coordinador del seminario. Por eso consideró que “hablar de la espiritualidad nos ayuda”. “¿Qué significan las plantas? ¿Qué pasa con los plásticos que tiro? ¿Las emisiones que produzco?”, se cuestionó.

“La espiritualidad de muchos pueblos indígenas es un estorbo en el modelo imperante. ¿Decimos que el río es un espíritu? Es bien complicado que las empresas puedan sacar beneficio (de ello)”, consideró Bertha Zúñiga Cáceres, del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). “Creemos que tiene que haber un respeto a la cosmovisión”, agregó.

Para Dirk Pasande, ecuménico de la Iglesia Evangélica Luwu, de Sulawesi (Indonesia), el problema reside en la racionalidad científica procedente de Europa y Estados Unidos. “Necesitamos paradigmas nuevos, enfoques para entender por qué la persona se pone encima de la naturaleza si depende de ella”, sostuvo. Así, recordó el caso de una población asiática en la que talar árboles y contaminar ríos, debido a la escasez de agua, se considera tabú. “La naturaleza no puede ser un juguete”, sentenció.

Representantes de pueblos indígenas de África, Asia y América Latina expusieron sus problemáticas. Imagen: DW/J. Alonso

Se trata de una visión compartida por la alemana Yasna Crüsemann, pastora del Servicio de la Misión para el Ecumenismo y el Desarrollo (DiMOE, por sus siglas en alemán). “Nosotros no somos los dueños de la tierra ni el centro de la tierra, sino una parte”, puntualizó, recordando que Europa está marcada por un modelo del dominio de la tierra “que ha promovido un fondo ideológico para el modelo económico dominante”.

En este sentido, hay que tener en cuenta que “hay espiritualidades que son hegemónicas y dominantes y que se oponen a otras”, dijo Boris Raúl Rodríguez, del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas (Perú), que criticó la “coloniedad del saber”. “En América Latina, las universidades están reproduciendo una manera de pensar que es ajena al quechua y que no representa nuestro saber: el modelo capitalista, extractivista e individualista”, subrayó.

Las comunidades reivindican espiritualidad

Para Zúñiga Cáceres, la espiritualidad “es un elemento importante en la resistencia”. En el caso del conflicto con el proyecto de Agua Zarca, la hija de la difunta líder indígena criticó la “farsa de las energías limpias”, argumentando que “en la construcción de estos proyectos hay un discurso de promover el desarrollo del país”. No obstante, aseguró que “a los pueblos que hemos preservado fuentes de la naturaleza no nos pueden dar lecciones de cómo proteger el medio ambiente”.

Además del caso hondureño, entre otros, también destacó el conflicto existente en el parque Yasuní en Ecuador. Tal y como recordó Raquel Cayapa, de Callari Futuro, a pesar de que la Constitución de dicho país establece que el Gobierno debe dejar las reservas de petróleo bajo tierra, “no se está respetando”. Este hecho choca con los intereses de la comunidad local. “Nosotros no queremos ser ricos, trabajamos solo lo que necesitamos. En la Amazonía queremos vivir como estamos y mantener nuestra manera de ser”, puntualizó Cayapa.

Yasna Crüsemann (primer plano) considera que la conciencia ecológica ha crecido en la sociedad alemana. Imagen: DW/J. Alonso

Espiritualidad, concepto inclusivo

Aunque la conciencia ecológica ha crecido en la sociedad civil alemana, Crüsemann considera que deben llevarse a cabo cambios en el modelo económico y estilo de vida, teniendo en cuenta los recursos limitados de la Tierra y la externalización de conflictos que causan el extractivismo, la minería y la producción de energía.

En este sentido, los participantes del evento enumeraron diversas acciones que se pueden llevar a cabo desde Alemania para contribuir al cambio. Así apuntaron al boicot a ciertos productos, la compra de bienes que apoyen proyectos de desarrollo, el comercio justo, la creación de espacios para mujeres, la difusión de información para que se comprenda mejor la resistencia de los pueblos indígenas y la visibilización de la actividad de las empresas en el territorio, entre otras.

Todas ellas se pueden complementar con “los estilos de vida que no son tan invasores” como las energías renovables, el reciclaje de productos, la producción sostenible, la agricultura biológica y los bancos de semillas, agregó la pastora alemana.

Por su lado, Salazar confió en que los participantes del seminario puedan “implementar cada uno desde nuestro lugar” los aprendizajes obtenidos gracias a la diversidad de experiencias compartidas por los miembros de pueblos indígenas de África, Asia y América Latina. Igualmente, avanzó que a raíz de los debates realizados durante el encuentro, el que viene podría dedicarse a la responsabilidad de las empresas europeas en los megaproyectos. “Tenemos que buscar un diálogo positivo con los actores sociales que sean protagonistas de sus propias luchas y proyectos y no hablar por ellos, sino invitarlos”,concluyó.

 

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