La electricidad del carbón se ha vuelto muy cara. Los expertos esperan el fin de esta energía en Alemania para 2030, en lugar de 2038. Otros países esperan hacerlo antes. ¿Es eso suficiente para la protección del clima?
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La lucha entre las empresas energéticas, las asociaciones medioambientales y los políticos había durado más de dos años. En julio, el Gobierno alemán decidió por ley eliminar el carbón a finales de 2038 a más tardar.
Ahora se hace evidente que la eliminación real probablemente se producirá muchos años antes, porque la generación de energía a base de carbón es cada vez menos rentable. En 2010, la proporción de electricidad a carbón en Alemania era del 43%, en 2020 será del 24% y un estudio actual predice una proporción de solo 2% para 2030.
¿Por qué se está volviendo demasiado cara?
Una de las razones es el aumento del precio del CO2 en Europa debido al aumento de los objetivos climáticos de la UE. Expertos de los principales institutos de energía calculan en el estudio encargado por "Agora Energiewende” que este se duplicará de los 25 euros actuales por tonelada de CO2 a unos 50 euros en 2030.
Dado que las centrales eléctricas de carbón emiten mucho CO2, un precio del CO2 de 50 euros por tonelada aumentará significativamente el coste de la generación de electricidad: en torno al 50% en carbón en comparación con la actualidad y más del 100% en lignito, que es especialmente perjudicial para el clima.
La electricidad a partir del lignito se está convirtiendo en la energía más cara en Alemania y otros países de la UE; por otro lado, la energía solar y eólica es cada vez más barata. Por estas razones, los expertos anticipan el fin de la energía a base del carbón en Alemania alrededor de 2030.
¿Fin de la energía del carbón en otros países también?
Grecia quiere cerrar su última planta de energía de lignito en 2028 por razones de costo, en República Checa hay una seria discusión sobre la eliminación del lignito y en Polonia la discusión está comenzando recién. También en otras partes del mundo ya se puede prever la tendencia hacia una menor electricidad generada por carbón, incluso sin un precio del CO2. Generar electricidad con el viento, pero especialmente con energía solar, es más barato.
Como resultado, las centrales eléctricas de carbón ya casi no se planean, los proyectos de construcción se detienen y las centrales eléctricas de carbón existentes producen cada vez menos electricidad, pues la electricidad de la energía solar es más barata. Por lo tanto, algunos proveedores de energía ya están en quiebra hoy. "La tendencia emergente en Alemania y Europa hacia una energía cada vez menos alimentada con carbón también se verá muy claramente en Asia dentro de unos años", explica a DW Phlipp Litz, experto en energía de carbón de "Agora Energiewende”.
Finales de 2030 en Alemania
El lignito está particularmente afectado por el aumento del precio del CO2: se está volviendo más caro que el carbón y el gas. Según el estudio de Agora, su participación en la matriz energética se reducirá del 16% actual a alrededor del 0,5% en 2030. La electricidad procedente del carbón también caerá, del 7% actual a un 1,8% en 2030.
Esto significa que para 2030 se tendría que extraer menos de un tercio del lignito de las minas a cielo abierto alemanas de lo que afirman las empresas del ramo: solo un total de unos 510 millones de toneladas.
¿Riesgo para las compañías de carbón?
Las empresas energéticas son muy conscientes de que con el aumento del precio del CO2 y los objetivos climáticos más estrictos de la UE, la generación de energía a partir del carbón disminuirá significativamente. "Si el mercado no necesita electricidad basada en el lignito en un futuro próximo, tampoco produciremos más", dijo Rolf Martin Schmitz, jefe de la mayor empresa de lignito de Europa, RWE, en el diario alemán "Tagesspiegel”.
Sin embargo, ni RWE ni las demás empresas de carbón quieren dar información detallada sobre el futuro de la generación de energía a partir del carbón y no responden a las preguntas de DW sobre el tema. Por otra parte, las empresas de carbón se están adaptando a los nuevos desafíos y así, por ejemplo, RWE se está asegurando la propiedad de parques eólicos y solares a través de una transacción de mil millones de dólares con el gigante energético Eon.
Y también la segunda mayor compañía de carbón, LEAG, en Brandeburgo tiene confianza y quiere desarrollar nuevos campos de negocio en base a las energías renovables, el almacenamiento de energía y el hidrógeno.
(ct/er)
Alemania: el fin de la minería del carbón
Tras más de 150 años se acabó la extracción industrial de carbón en Alemania. Este viernes 21 de diciembre de 2018 por última vez se trabajó el "oro negro" en la mina Prosper-Haniel en Bottrop.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Stratenschulte
El último turno
Sin duda, la Navidad de 2018 fue melancólica para la gente de Bottrop, especialmente para los últimos mineros y sus familias: tres días antes de Nochebuena, la mina de carbón Prosper-Haniel, la última de su especie en Alemania, dejó de producir. En presencia del presidente Frank-Walter Steinmeier vio la luz el último carro cargado de "oro negro".
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Seidel
El tetraedro
No muy lejos de Prosper-Haniel se encuentra el Tetraedro, como todos conocen a este mirador en la zona del Ruhr. La "prámide triangular" se encuentra sobre una escombrera y ofrece una vista panorámica extraordinaria del área noroccidental del Ruhr. Los escombros son más que nada material sobrante del carbón, ese que los mineros llaman "ganga".
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Ziese
Oro negro
Al comienzo, el carbón era almacenado durante días, como se ve en la imagen. Normalmente la carga era llevada en trenes al puerto más cercano. Allí, desde barcazas era transportada a buques, que llevaban el carbón al extranjero. El carbón alemán tenía una alta demanda en el mercado, en gran medida por su bajo precio.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Orgullo y unión
El trabajo en Pütt (la mina de carbón) no solo era bien pagado, sino que los mineros disfrutaban además de buena reputación. Su trabajo, agotador, sucio y peligroso, unió más a los trabajadores. Hasta hoy entre ellos se llaman "compadres", incluidos estos mineros de la mina Prosper-Haniel, que ven en la camaradería una razón más para sentir orgullo por su labor.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Heyder
Trabajar y vivir
Las empresas extractoras levantaron campamentos para los mineros cerca de las vetas. En los jardines se criaban pollos y cerdos, y también había espacio para bodegas. Con el tiempo, estos asentamientos se volvieron muy populares. Si se combinan las dos mitades de una casa, se obtiene mucho espacio y un jardín en la ciudad nunca está de más.
Imagen: picture-alliance/dpa/Schulte
Integración antes del carbón
No solo alemanes trabajaban en las minas. Es muy probable que alguno de los mineros de la foto (que es de fines del siglo XIX) sea polaco. Había mucho que hacer y los trabajadores escaseaban. Los mineros polacos y sus familias forman parte de la vida de esta zona desde hace unos 150 años. Nombres que hoy son comunes, como Kuzorra y Libuda, Niepieklo, Koslowski y Urban, dan muestra de ello.
Imagen: picture-alliance/IMAGNO/Austri
Primeras señales
Ya en las décadas del 50 y 60 del siglo pasado podían verse las primeras señales del próximo fin de las faenas. El carbón que antes estaba a ras del suelo ahora había que sacarlo excavando más y más, hasta los 1.500 metros de profundidad. Eso convirtió el proceso en algo más oneroso. Tanto, que rápidamente el carbón alemán dejó de ser competitivo.
Imagen: picture-alliance/KPA
Desaparecen los clubes
Durante años, los barones del carbón apoyaron generosamente al fútbol. Con la caída de las ventas, esos aportes desaparecieron. Clubes como Hamborn 07, SV Sodingen, Sportfreunde Katernberg o Schwarz-Weiß Essen y Westfalia Herne (en la foto) se diluyeron en la insignificancia. Lo mismo pasó con minas tradicionales, como Presidente, Ewald, Hugo y después también Augusto Victoria y Prosper-Haniel.
Imagen: Imago/Horstmüller
Alta tecnología
"El lugar" o "por la noche", como llamaban los mineros a sus puestos de trabajo, donde nunca brilla el sol, eran sitios muy bulliciosos. A la suciedad y el calor se sumaron también las ruidosas maquinarias con las que los propietarios de las minas intentaron mantener bajos los costos de producción. Al final fue en vano: el carbón alemán seguía siendo demasiado caro.
Imagen: Deutsches Bergbau-Museum Bochum
Contaminación ambiental
Durante décadas, la zona del Ruhr fue conocida por su aire contaminado. Especialmente responsables de ello eran las plantas de carbón coque, como las de la foto, en Oberhausen. El asunto era tan serio que la ropa se secaba tras el lavado, pero quedaba manchada por la suciedad del aire. Si hay algo que nadie extraña de esos años es precisamente eso, la contaminación.
Imagen: Getty Images/L. Schulze
Nunca dejen de bombear
En los últimos 150 años, la zona del Ruhr se ha hundido hasta 25 metros (!). Si las minas fueran abandonadas a su suerte, las aguas subterráneas subirían y convertirían la región, donde viven más de cinco millones de personas, en un enorme lago. Así que el agua debe ser bombeada. Siempre. Por eso se dice que el Ruhr es una "carga eterna".
Imagen: Imago/blickwinkel
¿Qué queda de la minería del carbón?
Veremos cuánto tiempo sobreviven las capillas y coros de mineros. Buena parte de la infraestructura ha sido demolida, dejando que la naturaleza gane terreno sobre ella. Varios monumentos industriales, y en el Rurh hay montones, se han convertido en zonas atractivas para el turismo. Un ejemplo lo vemos en Essen, donde el complejo industrial Zollverein ahora es patrimonio mundial de la Unesco.