Del amor a solas y otros accidentes
15 de agosto de 2003La imagen de la vida de los solteros tiene – como todo – dos caras: turbulenta vida nocturna y frecuentes amoríos, por un lado, y por el otro, la soledad inconsolable de las tardes de domingo cuando la jaqueca retumba en la cabeza y el "gran amor" de la noche anterior no llama y no llama.
"La presión sobre los solteros es inmensa", dice Jens, un docente de lingüística, de 35 años y martirizada soltería. "O uno encuentra rápido una pareja o se le tilda de incompatible", dice quejándose de aquellos que a menudo preguntan cosas como ¿De nuevo soltero y a la orden? ¿Qué te pasa? ¿Por qué no te duran las relaciones? o peor ¿...Bueno y por qué llevas tanto tiempo sin pareja? No son pocos los que le recomiendan "reducir sus exigencias". Él es profesional, atractivo y sociable y, a pesar de todo, no tiene suerte en el amor. Como la mayoría de los solteros de urbe, tiene incontables conocidos y amigos. Con ellos comparte la vida social y son una compañía en los momentos de soledad. Aún así, este sufrido soltero ve parejas por todos lados y detesta salir con ellas porque se siente o como "niñero" no solicitado o como estúpido en un mundo de enamorados que sólo tienen ojos para su media naranja.
Juntos pero de lejitos
Según la Oficina federal de Estadísticas, el 17% de los alemanes adultos viven solos. Esto representa 13 millones y medio de personas. Pero vivir solo no significa prescindir del amor. Entre tanto hay una "nueva" forma de relación: vivir juntos pero cada uno en su propia casa. Sociólogos creen que en Alemania hay unos 3 o 4 millones de estas "parejas a distancia".
Es mejor bueno conocido que...
Sylvia es otra soltera "estrellada". Harta de perder tiempo yendo a citas que los amantes nunca cumplen y abrumada por las decepciones, decidió hacer pareja consigo misma. Así las cosas funcionan perfectamente. Bueno, casi.
La sociedad alemana gira en torno a las parejas. "Todo es más caro si una viaja sola, empezando por los hoteles", recalca Sylvia. Y ni mencionar el triste espectáculo de cuando "en los restaurantes te brindan ‘la mesa de los gatos’ y, lo más agobiador, el tener que aceptarlo".
Pero si en las ciudades llueve, en la provincia no escampa. Las mujeres solteras en el campo tienen aún que soportar la imagen de ser vírgenes desdeñadas.
Hágase internet e internet se hizo.
La red empero, les ha abierto los corazones – y los ojos – tanto a enamoradizos como a negociantes. Cenas con desconocidos/as, charlas virtuales y bolsas de solteros/as experimentan desde ya un tiempo un verdadero auge. Internet es un bazar de los deseos para los solteros y aquellos/as casados que quisieran volver a serlo: desde el sueño de toda la vida hasta el goce fugaz, todo se pueden encontrar, disfrutar y desechar allí mismo, a veces, sin levantarse de la silla. Nada de obligaciones, nada de relaciones tortuosas... y nada de suegras. Momentos paradisiacos de una vida a solas.
Caroline Michel / j.o.v.