Escenario de guerra durante años, en el río Pato se puede practicar rafting con guías excombatientes de las FARC. Por el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, DW se hizo eco de esta iniciativa.
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Aguas cristalinas y bosques de ensueño: aunque parece un escenario idílico, el río Pato, en Colombia, cuenta con un pasado oscuro que sus habitantes decidieron dejar atrás para construir un mejor futuro con la oportunidad que ofrecían los Acuerdos de Paz.
A pesar de que en el lugar se estaban planeando proyectos de reincorporación con cosecha de cultivos como yuca, frijoles y tomate, así como de piscicultura, la casualidad quiso que una iniciativa pionera planteara otras opciones.“El rafting se cruzó en el momento de dejación de las armas”, explicó a DW Durverney Moreno, excombatiente de las FARC. En ese entonces, tanto él como sus compañeros se encontraban buscando opciones para salir de “un futuro incierto”. “En los proyectos productivos todo estaba muy oscuro, apenas se veía a largo plazo”, recordó.
La iniciativa, que empezó a gestarse en agosto de 2017, surgió de casualidad y de la mano de Carlos Ariel, entonces Delegado en terreno por parte del Alto Comisionado para la Paz para el Punto Transitorio de Normalización de Miravalle, en el municipio de San Vicente del Caguán. “Cuando se estaba acabando el proceso, un fin de semana decidí ir a San José de Fragua, donde se estaba haciendo una formación para rafting. Dos o tres días después, me reuní con los muchachos y les enseñé las fotos que hice”, explicó a DW Ariel, que comentó al grupo el potencial de la naturaleza del lugar y la posibilidad de llevar a cabo una prueba para saber confirmar si se podía hacer rafting en el río. “El instructor dijo que el río era muy bueno para la actividad”, subrayó.
“En esta zona nunca se había mirado esto, se pensaba que eso del turismo iba a ser un fracaso, que no iba a funcionar”, apuntó Moreno. “La gente creía que nadie iba a pagar por caminar un sendero, por comerte un plato típico de Caquetá o mirar una cascada”, agregó recordando el pasado violento de la zona. “Todo el tiempo ha estado en guerra”, declaró.
Sin embargo, “nosotros le insistimos al deporte, al rafting”, recalcó Moreno. Así, el grupo, con el visto bueno del comandante ‘El Paisa’, decide echar adelante con la iniciativa con la puesta en marcha de una empresa de ecoturismo en la que ellos debían ser dueños mayoritarios y para la que solicitaban la implicación del propio Ariel. “Finalizando agosto y principios de septiembre trasladamos a dos muchachos a formarse”, explicó Ariel. No obstante, “a finales de 2017 e inicios de 2018 empezó la crisis de los comandantes, y eso puso a tambalear el proyecto”, recordó.
Remando por la paz y contra los estigmas
Ante esas esas dificultades, la iniciativa toma un nuevo impulso con la visita de Mauricio Artiñano, de la Misión Verificación de Naciones Unidas en Colombia. “Le dijeron lo que querían hacer y él contactó a Rafael Gallo, presidente honorario de la Federación Internacional de Rafting, junto con otros colegas costarricenses, y quedaron fascinados con el proyecto”, explicó Ariel. Así, “enviaron a instructores costarricenses que instruyeron a quince muchachos, de los cuales nueve acabaron la formación”, agregó.
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“Rafael me pidió si podía ir como instructor a capacitar estos muchachos en un proyecto de ‘Remando por la Paz’ y hacerles ver el escenario que tenían ahí, la belleza del río Pato, y darles ese dato sobre que, en lugar de armas, podíamos usar remos y empezar a remar todos juntos por la paz. Y que podían formarse como guías de rafting para poder empezar a generar en ese pequeño pueblo fuentes económicas por medio del turismo”, explicó a DW Roy Obando, instructor costarricense con más de 25 años de experiencia en el sector.
Así, durante dos meses, “se les enseñó a amar la naturaleza, a respetar a los ríos, que se convierten en fuente de trabajo para muchas familias, y todo lo que conllevan las técnicas acerca de cómo correr un río, la lectura de agua, la dirección de las corrientes, los obstáculos que se encuentran en los rápidos…”, detalló Obando.
“Cuando terminamos el proceso estaban muy emocionados, habían aprendido muchísimo y ya querían tener a sus clientes e ir al agua, pero en el lugar donde estaban ellos, llevar clientes no era tan fácil”, recordó el instructor costarricense. “También fue muy difícil para ellos adquirir equipo por cuenta propia para poder montar una empresa, así como los permisos”, agregó.
Aunque a finales de 2018 y principios de 2019 ya obtuvieron las certificaciones y empezaron a llevar turistas a la zona, la iniciativa dió un paso de gigante en mayo de 2019 con la incursión de ‘Remando por la Paz’ en una competición deportiva internacional. “La Federación Internacional de Rafting le hace una invitación para ir al mundial de Australia y de 40 equipos quedaron en el 13º lugar”, recalcó Ariel. “Tuvimos muy buena acogida, eso lo llena mucho de motivación a uno”, agregó Moreno.
La participación de los excombatientes en esta competición en representación de Colombia ayudó a romper estigmas. Una tarea que Moreno ha desarrollado con el cerca de un millar de visitantes que ha llegado a la zona, ya que esta experiencia le permite “poder contar todas las vivencias”.
(cp)
Parques colombianos: el otro legado de los Acuerdos de Paz
El descubrimiento de nuevas especies en zonas de los Andes, la Amazonía y regiones costeras del Pacífico y el Caribe de Colombia, que estuvieron aisladas durante casi medio siglo, abre el país al ecoturismo.
Imagen: Parques Nacionales
Colombia, campeona en biodiversidad
Colombia cuenta con 59 áreas naturales que pertenencen al Sistema de Parques Nacionales Naturales. Representan 142.682 kilómetros cuadrados de la superficie del país, de los cuales un 11,27% constituye el área continental y el 1,5% el área marina. Allí hay 311 tipos de ecosistemas continentales y costeros, entre los que están la Serranía de la Macarena (foto) y la Sierra Nevada de Santa Marta.
Imagen: PNN/C. Byfield
Concentración de riqueza
Solo en un 10 por ciento del territorio se concentra el 70 por ciento de la biodiversidad, debido a que cuenta con dos océanos y grandes áreas geográficas naturales, como la Amazonía, la Orinoquía, los Andes y los valles de los ríos Cauca y Magdalena. Así, se sitúa como el primer país en diversidad de aves (foto) y orquídeas y el segundo en variedad de plantas, anfibios, peces de río y mariposas.
Imagen: Parques Nacionales
Aumentando la biodiversidad, descubriendo nuevas especies
A la biodiversidad existente hay que agregarle la descubierta en territorios inaccesibles durante casi medio siglo debido al conflicto armado. En junio de 2016, el gobierno colombiano lanzó una iniciativa compuesta por una veintena de expediciones científicas que han permitido el hallazgo de nuevas especies. Los territorios explorados han sido zonas de los Andes y la Amazonía, entre otras.
Imagen: Felipe Villegas, Instituto Humboldt/Colombia Bio
Parques abiertos al ecoturismo
La Serranía del Parque del Chiribiquete (foto) formó parte de estas expediciones científicas, pero permanece cerrado al público al encontrarse habitado por pueblos indígenas incomunicados. De las 59 áreas protegidas 29 tienen vocación ecoturística y 23 están abiertas al ecoturismo. Se trata de una estrategia de conservación y gestión que también busca mejorar la vida de las comunidades locales.
Imagen: S. Winter
Observación de flora y fauna, una de las actividades principales del ecoturismo
Las comunidades ofrecen actividades como observación de fauna y flora silvestre, en el marco del Programa de Ecoturismo Comunitario. Esta iniciativa se lleva a cabo en 8 áreas protegidas: Corales del Rosario y San Bernardo, Iguaque, Utría, Otún Quimbaya, Cocuy, Chingaza (foto), Nevados y Cueva de los Guácharos, y en dos áreas protegidas de concesión de servicios ecoturísticos: Tayrona y Gorgona.
Imagen: Parques Nacionales
De la coca al ecoturismo
Colonizada a mitades del siglo XX por millares de campesinos expulsados de las zonas andinas, la Serranía de la Macarena ha convivido con la guerrilla, las Fuerzas Militares y los cultivos de coca, reúne formas de vida de cuatro regiones naturales: Orinoquía, Amazonía, los Andes y la Guyana. Asimismo, dentro del parque fluye el río Caño Cristales (foto), conocido como el río de los siete colores.
Imagen: PNN/C. Byfield
El atractivo de los corales colombianos
No obstante, el parque de los Corales del Rosario y San Bernardo atrajo a 939.081 visitantes en el segundo trimestre de este año. Ubicado en la costa Caribe de Colombia, comprende una amplia zona marina frente a las costas de los departamentos de Bolívar y Sucre, la formación de arrecife de coral (foto) más extensa y con mayor diversidad y desarrollo de la costa continental del Caribe colombiano.
Imagen: Parques Nacionales
Playas de arena blanca y vestigios arqueológicos
En segundo lugar se encuentra el Parque Nacional Natural Tayrona, con un total de 244.365 visitantes en el segundo semestre de 2018. Las playas de arena blanca (foto) de Chengue, Gayraca, Cinto, Neguanje, Concha y Guachaquita delimitadas por manglares forman parte de los atractivos que ofrece el parque, que también cuenta con vestigios arqueológicos de una antigua ciudad del pueblo Tayrona.
Compuesta por dos islas, Gorgona y Gorgonilla, en esta reserva natural el gobierno colombiano construyó una prisión de máxima seguridad en 1959. En 1984 un colectivo de científicos, ambientalistas y llevó a cabo una campaña para el cierre de la misma y así surgió el parque. El paso de las ballenas jorobadas cerca de sus playas en los meses de junio a octubre, atrae a numerosos turistas.
Imagen: PNN
La 'sala de partos' de las ballenas jorobadas
El avistamiento de ballenas jorobadas, de junio a noviembre, también es uno de los atractivos del Parque Nacional Natural de Utria. Aquí se aparean y pasan un tiempo antes de continuar su viaje hacia el sur. A pesar de la presencia esporádica del ELN, el parque, junto con las comunidades locales indígenas, ofrece actividades como el senderismo y la observación de fauna (foto) y flora silvestre.
Imagen: Parques Nacionales
La nueva vida de los indígenas tras el conflicto
Declarado el primer Parque Nacional Natural de Colombia, la Cueva de los Guácharos pertenece a la Reserva de la Biosfera Cinturón Andino de la UNESCO. Ubicado en el sur-occidente del Caquetá, conserva el patrimonio cultural de los indígenas que llegaron a la zona suroriental del Huila. Una vez finalizado el conflicto con las FARC, se empezó a trabajar con la comunidad local sobre ecoturismo.
Imagen: PNN/T. Marent
Territorio indígena no apto para turistas
El Parque Nacional Natural de Güicán, El Cocuy y Chita (foto) es territorio sagrado para los indígenas U‘wa y está cerrado al turismo. No obstante, es un refugio para escaladores de montaña, ya que se trata de la mayor masa glaciar de Colombia, conformada por más de 25 picos cubiertos de hielo y nieve. Las actividades de ecoturismo del parque han ayudado al desarrollo de comunidades locales.
Imagen: PNN/A. Hurtado
La amenaza del cambio climático
Estas áreas naturales no se libran del cambio climático. El Parque Nacional Natural Los Nevados, en el corazón de la región cafetera colombiana, concentra tres de los glaciares del país: Nevados del Ruiz, Nevado del Santa Isabel y Nevado del Tolima. No obstante, la amenaza del deshielo a causa del aumento de temperatura prevé que los dos últimos pueden desaparecer por completo entre 2020 y 2030.
Imagen: Parques Nacionales/Christian García
Destino ecoturístico del Eje Cafetero
Otro destino que está despertando interés en esta zona es el Santuario de Flora y Fauna Otún Quimbaya. Cerca del 90% del área protegida corresponde a bosques naturales y bosques maduros y concentra a más de 300 especies de aves, entre otras especies de fauna (foto) salvaje. Este destino se fue reconocido por tercera vez en el 2017 como entre los 100 destinos de turismo sostenible del mundo.
Imagen: Parques Nacionales
La octava maravilla
La Reserva de la Biosfera El Tuparro se caracteriza por una extensa sabana verde surcada por ríos y playas doradas, y fue definida por el explorador Alexander von Humboldt como la "octava maravilla del mundo". Tuparro es parte de la región del Orinoco, y aunque en el pasado las FARC a veces la usaban como un camino hacia Venezuela, hoy allí se puede practicar senderismo y observación de aves.