Denuncian por maltrato al Servicio de Inmigración de EE.UU.
20 de agosto de 2016
Una madre hondureña presentó la primera demanda de un solicitante de asilo contra las autoridades estadounidenses por el trato recibido en el Servicio de Inmigración. Si recibe compensación, establecería un precedente.
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Suny Rodríguez, de 41 años, fue separada de su marido junto con su hijo, Angelo, de 9, durante cuatro meses. Habían llegado a Texas huyendo de la violencia y un juez de inmigración determino que corrían peligro de regresar a Honduras, de donde proceden. Según sostiene en su demanda, las "condiciones inhumanas" eran un esfuerzo por presionarlos para que desistieran de sus recursos legales y para disuadir a otros inmigrantes.
Durante su detención, fueron obligados en ocasiones a dormir en el suelo, con las luces encendidas, acosados por el personal durante la noche y los mantuvieron en salas frías, húmedas y repletas, según la demanda presentada en una corte federal en Newark, Nueva Jersey. El niño sufre de asma, agregó. También se les impidió acceder a abogados y no se les informó el paradero del padre, dice el recurso.
"Fuerte señal a las autoridades"
Aunque fueron liberados y ahora viven legalmente en esa ciudad, han demandado a las autoridades por las innecesarias "heridas físicas y angustia mental" sufridas. Según la una de las abogadas que les asisten, Conchita Cruz, gracias al Asylum Seeker Advocacy Project del Urban Justice, es el primer caso que busca una compensación por el trato dado a los refugiados detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por su sigla en inglés). Los abogados no han especificado la cuantía de la compensación que demandan.
Si el caso tiene éxito, "enviará una fuerte señal a las autoridades inmigratorias para que revisen sus prácticas", dijo Stephen Yale-Loehr, un profesor de derecho de la Cornell University en Nueva York. Desde el ICE no se han querido todavía pronunciar sobre el tema aduciendo que no discuten demandas en curso.
Rodríguez huyó de Honduras porque recibió amenazas y abusos físicos policiales tras cuestionar las circunstancias de la muerte de su madre, crítica con la institución, y de su padrastro, dice la demanda. "El tratamiento que recibí en los centros de detención fue peor", dijo ella a la Fundación Thomson Reuters.
LGC (Reuters / LaPrensa.hn / NJ.com)
Alemania, país de inmigración
Alemania es, después de EE. UU., el segundo país con mayor afluencia de inmigrantes. Una muestra en la Casa de la Historia de Bonn ofrece una sinopsis de las corrientes inmigratorias de los últimos 60 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Segundo mayor país de inmigrantes
Solo en 2013, la inmigración neta a Alemania fue de 437.000 personas. A partir de los años 50, La RFA y la RDA atrajeron a trabajadores extranjeros. Hoy los inmigrantes provienen principalmente de los nuevos países miembros de la Unión Europea, quienes enriquecen la cultura y las tradiciones alemanas. En el museo Casa de la Historia, en Bonn, se puede ver una retrospectiva de los últimos 60 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Los "trabajadores del extranjero"
En los años 50, la República Federal de Alemania vive un boom económico, y para abastecer el mercado laboral, el gobierno se esfuerza en atraer trabajadores extranjeros. La mayoría de ellos llegan con muy poco, dejando atrás una vida en su país de origen.
Imagen: DW/J. Hennig
Búsqueda de empleo
Entre 1955 y 1968, Alemania firma nueve acuerdos de inmigración con otros países: España, Grecia, Turquía, Marruecos, Corea del Sur, Portugal, Túnez y Yugoslavia. Quienes buscaban empleo podían postularse desde su país de origen en las “Oficinas de enlace”.
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Controles de salud
Antes de que un inmigrante pudiera trabajar en Alemania se le realizaban estudios médicos. Los análisis se llevaban a cabo en el país de origen. Solo quien estaba sano y era capaz de desempeñarse en sus tareas obtenía un puesto en Alemania Occidental.
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El inmigrante número 1 millón
En 1974 llegó a Alemania el inmigrante 1.000.000. era Armando Rodrigues de Sá, de Portugal, un carpintero de 38 años, quien recibió como premio un ciclomotor. Cuando fue nombrado por altoparlante en una estación de tranvía de Colonia con motivo de su llegada, creyó que querían deportarlo.
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Recorriendo Europa con un Ford Transit
El turco Sabri Güler recorrió Europa con este Ford Transit. El comerciante compró ese automóvil para viajar de Alemania a Turquía. Era un modelo muy cómodo y popular entre los trabajadores provenientes de Turquía.
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Trabajadores para Alemania Oriental
También en la RDA se atrajo a inmigrantes a mitades de los años 60. Se los llamó “contratados” y trabajaban, sobre todo, en la industria textil. Llegaban de países comunistas como Vietnam, Cuba y Argelia. En la RDA había, sin embargo, menos inmigrantes que en la RFA. En 1989 sólo eran 190.000, mientras en el oeste alcanzaban los cinco millones.
Imagen: DW/J. Hennig
Comida multicultural
Muchos inmigrantes trabajaban para luego recoger a sus familias y llevar una vida juntos en Alemania. Trajeron con ellos gran número de tradiciones, entre ellas, sus hábitos culinarios, que hoy forman parte de la cocina alemana, como, por ejemplo, el Döner, hecho de láminas de carne de cordero o pollo.
Imagen: DW/J. Hennig
Aumento de delitos xenófobos
Durante los años 80 y 90, se comenzó a generar una atmósfera de crítica a la inmigración en la opinión pública alemana, y en los medios se debatía el temor a la criminalidad de jóvenes, hijos de extranjeros. El resultado fue una ola de actos violentos xenófobos y racistas contra inmigrantes.
Imagen: DW/J. Hennig
Tradición vs. multiculturalidad
También dentro de muchas familias de inmigrantes se produjeron conflictos culturales. En su film “Contra la pared”, el cineasta alemán Fatih Akin, de origen turco, trata el choque de la educación tradicional musulmana con la vida occidental. En la Berlinale de 2004, la película fue la primera cinta alemana en recibir un Oso de Oro después de 17 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Príncipe Balam I.
La asociación de carnaval “Koe Jonge e.V.” nombró príncipe de su desfile a Balam Byarubanga en 2011. Balam I es el primer príncipe afroalemán de carnaval. Los responsables de la asociación enviaron una clara señal contra el racismo y a favor de la integración. Su traje puede verse en la exposición en la Casa de la Historia, en Bonn.