Deportes y política: los Atletas Olímpicos Refugiados
Joscha Weber desde Río de Janeiro (ERC/ERS)3 de agosto de 2016
El COI decidió llamar la atención sobre la situación de los aproximadamente 65 millones de refugiados que existen en el mundo creando un equipo olímpico formado por deportistas obligados a abandonar sus países de origen.
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En su artículo 27.7.2, la carta que rige al Comité Olímpico Internacional (COI) establece que solo los Estados y territorios autónomos del mundo –206 en total– pueden enviar a sus equipos nacionales a las Olimpíadas. Pero, de cara a los Juegos Olímpicos de 2016, que tendrán lugar en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto, el COI hizo una excepción y creó un equipo propio formado por deportistas en condición de refugiados. El objetivo: llamar la atención sobre la situación de las 65 millones de personas obligadas por motivos de fuerza mayor a abandonar sus países de origen. El nombre oficial de su selección: Atletas Olímpicos Refugiados.
“Yo siempre soñé con participar en las Olimpíadas”, comenta agradecido Rami Anis, uno de sus integrantes. “Pero espero que en 2020 pueda asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio en nombre de Siria”, acota el nadador nacido en Alepo. Los otros Atletas Olímpicos Refugiados son la maratonista etíope Yonas Kinde, los yudocas congoleños Yolande Mabika y Popole Misenga, los corredores James Nyang Chiengjiek (400 metros), Yiech Pur Biel (800 metros), Rose Lokonyen (800 metros), Anjelina Lohalith (1.500 metros) y Paulo Lokoro (1.500 metros), de Sudán del Sur. La nadadora siria Yusra Mardini ha sido descrita como la estrella virtual del equipo.
Los medios se enfocaron en Mardini porque domina el inglés y es fotogénica, según los expertos en imagen; durante la presentación de los Atletas Olímpicos Refugiados, casi todas las preguntas fueron dirigidas a la joven de 18 años. En la rueda de prensa, Walther Tröger, miembro honorario del COI, explicó que la asistencia de estos diez deportistas a las Olimpíadas es posible porque los comités olímpicos nacionales de sus respectivos países no se opusieron. Siria, por ejemplo, enviará a Río a siete representantes oficiales. Por su parte, Sophie Edington, portavoz del equipo del COI, pidió no buscar segundas intenciones detrás de esta iniciativa.
“Nosotros queremos llamar la atención hacia la crisis de los refugiados”, insistió Edington, aclarando que la meta no era disimular, con una campaña de relaciones públicas, las fricciones entre el COI y Moscú debido al escándalo de dopaje que sacude a la clase deportiva rusa. “La idea de los Atletas Olímpicos Refugiados surgió hace algún tiempo, mucho antes de la actual situación en torno a Rusia. No se puede mezclar una cosa con la otra”, sostuvo Edington. Frente a la prensa también se habló sobre los criterios de selección de los diez integrantes del equipo, elegidos de entre 43 nominados.
El COI consideró su condición de refugiados –certificada por las Naciones Unidas–, su nivel deportivo y sus respectivas circunstancias personales. Aunque estas premisas lucen vagas y arbitrarias, el COI enfatiza que con la creación de ese equipo se alcanza uno de los más antiguos propósitos de los Juegos Olímpicos: acercar a los jóvenes del mundo; también a aquellos con capacidades tan grandes como las limitaciones de sus recursos.
Brasil, tierra de gracia
La inauguración de los Juegos Olímpicos en Brasil es inminente y el “gigante sudamericano” se apresta a recibir a una avalancha de turistas. Esta galería presenta algunos de los rincones más atractivos de ese país.
Una ciudad con dos playas legendarias: la de Copacabana y aquella inmortalizada en la canción “La chica de Ipanema”, de 1962. Ese tema todavía retrata fielmente la atmósfera que se respira en la segunda ciudad más grande del “gigante sudamericano” (6,32 millones de habitantes). Esas playas son los lugares ideales para ver y ser visto; son un imán para turistas extranjeros y cariocas por igual.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/D. J. Phillip
Bahía de Guanabara
Más de uno ha llorado al pasearse por Río de Janeiro y mirar el horizonte o contemplar la silueta de la ciudad mientras cae el Sol, embargado por la belleza con que se confunden el paisaje natural y el urbano. En la imagen, el gran emblema de esta urbe brasileña, el morro de Pan de Azúcar.
Imagen: picture-alliance/C. Wallberg
El morro de Pan de Azúcar
A esta ciudad le sobran las vistas espectaculares. Uno de los sitios preferidos por los turistas para llenarse los ojos de Río es el morro de Pan de Azúcar; sus visitantes han estado tomando el teleférico para llegar a su cima desde 1913. Subir a pie es una aventura reservada para los amantes de los deportes extremos...
Imagen: picture-alliance/ZB/D. Gammert
El Cristo Redentor
La colosal estatua del Cristo Redentor tiene 30 metros de altura y está situada a 710 metros sobre el nivel del mar, coronando el cerro del Corcovado. Desde su pedestal se obtiene una vista maravillosa de Río y de la bahía. De ahí que 4.000 personas suban a diario a ese lugar.
Imagen: picture-alliance/ZB/D. Gammert
Las distintas caras de Río
Las facetas de Río más conocidas son las que la industria turística promueve con más esmero. Pero esta es una urbe de muchas caras; una de las menos conocidas directamente por los extranjeros –y hasta por los brasileños– es la de sus favelas, donde vive un quinto de los cariocas. En algunos de estos barrios encumbrados en las faldas de las montañas hay visitas guiadas para turistas.
Imagen: picture-alliance/Photoshot
Las cataratas del Iguazú
Viajar a Brasil y no salir de Río es perder la oportunidad de conocer un país fascinante. En su frontera con Argentina se encuentran las cataratas de Iguazú, de las más grandes que hay en todo el mundo. Cabe comentar que la mejor vista de esta maravilla –catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad– se obtiene desde el lado brasileño.
Imagen: picture-alliance/L. Avers
Amazonas, selva y cultura
El estado brasileño de Amazonas tiene una oferta cultural singular. Un festival de tres semanas tiene lugar cada año en su capital, Manaos, y atrae a aficionados de a la ópera de todas partes del mundo. Su sede, el Teatro Amazonas, fue construido en 1896, financiado por la industria local del caucho; es una reliquia de la época en que Manaos era conocida como “el París de los trópicos”.
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El legado africano en Salvador de Bahía
Salvador de Bahía fue la capital original de la colonia portuguesa y el centro del tráfico de esclavos de Brasil durante siglos. Hoy, esa ciudad es el corazón de la cultura afrobrasileña y su latido es el sonido del tambor. Esta localidad es conocida por su atmósfera sosegada y por la capoeira, una forma de expresión corporal que mezcla música, baile, acrobacias y artes marciales.
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Brasilia, una ciudad sin igual
A lo largo de su historia, Brasil ha tenido tres capitales: Salvador de Bahía, Río de Janeiro y , desde 1960, Brasilia. De las ciudades creadas completamente por urbanistas, esta es la más grande. Fue diseñada por el urbanista Lúcio Costa y el arquitecto Oscar Niemeyer. Esta urbe ha sido catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En la imagen, el Congreson Nacional de Brasil.