Derechos indígenas: ¿cultura contra consumo?
8 de agosto de 2015 De Perú a Siberia, del Ártico a Indonesia y de Australia al Tíbet, los pueblos indígenas luchan por preservar sus tierras, su lengua y cultura para las futuras generaciones. Este 9 de agosto, la ONU celebra y apoya esta lucha.
"Sigue corriendo la sangre indígena, violencia, racismo, olvido, indiferencia, contra nosotros porque los ‘indios no valemos nada’”, denunciaba hace un año la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), tras el asesinato de cuatro líderes asháninkas en Perú. Otros se enriquecen a costa de estos pueblos, “ayer los caucheros, hoy los madereros, mineros, petroleros y mañana cualquiera con ‘poder’”, aseguraba.
El precio de la vida
Edwin Chota fue uno de esos hombres, que intentó proteger de la tala ilegal los bosques en los que por siglos vivieron sus antepasados en la cuenca del Amazonas. "Un día faltarán los líderes de hoy", lo cita un amigo, "pero mientras conservemos la tierra para nuestros hijos, nuestro sueño seguirá vivo".
"La violencia a la que los indígenas se ven sometidos diariamente es un problema real ", asiente Michael Hurran, de la ONG Survival international, en entrevista con DW. Aunque hoy, mientras la ONU celebra cada 9 de agosto el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, “se supone que no es tan fácil como hace 50 años, cuando los campesinos podían matar impunemente a los indígenas y alegar ante la Justicia que esto no era un delito".
No obstante, la lucha indígena sigue costando demasiadas vidas, asegura el representante de Survival International, una organización que apoya la lucha indígena en todo el mundo y fue premiada con el Right Livelihood Award, el llamado Premio Nobel Alternativo, en 1989.
Derechos conquistados
Naciones Unidas estima que unos 370 millones de indígenas viven de acuerdo con sus tradiciones y su cultura, generalmente como minoría en alguna región de unos 90 países. Para proteger sus derechos, la Asamblea General de la ONU aprobó en 2007 una "Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas", con solo 4 de 143 votos en contra y 11 abstenciones. Esta declaración no es vinculante, pero han servido como marco de referencia internacional “ante la Justicia, o en negociaciones con Gobiernos y empresas”, estima Hurran.
El convenio 169 de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) sobre “pueblos indígenas y tribales”, que establece en forma explícita y vinculante que los pueblos indígenas deben ser consultados sobre proyectos de desarrollo, solo cuenta hasta ahora, sin embargo, con 22 ratificaciones, entre las cuales, por ejemplo, no aparece la de Alemania. “A este paso, necesitaremos 190 años o más para que todos los países lo ratifiquen", opina Michael Hurran.
Cultura contra consumo
Sin embargo, los intereses de los pueblos indígenas se ven a menudo pisoteados en favor de otros intereses. Unos 200 millones de dólares se interponen, por ejemplo, a los intereses de seis familias indígenas panameñas de la etnia Ngäbe Buglé,afectadas por la construcción de la hidroeléctrica de Barro Blanco, que colinda con sus tierras en el lecho del río Tabasará.
El conflicto entre la empresa contratista, la hondureña Generadora del Istmo (Genisa), y los indígenas panameños, ha generado reacciones en Alemania. El proyecto cuenta con financiamiento de la Sociedad de Inversión y Desarrollo germana DEG. La fundamentación: la hidroeléctrica de 28,5 megavatios podría proveer de energía limpia y sostenible a unas 70.000 personas, explica Martin Geiger, directo de Sostenibilidad de la DEG. Además, los implicados no fueron consultados, confirma Geiger a DW. La obra está detenida y las protestas indígenas continúan, pero será el Supremo panameño quien tenga la última palabra.
Sostenibilidad
Estas situaciones, en las que no se informa ni consulta adecuadamente a los pueblos indígenas, las encuentra Survival International en todo el mundo. Lo mismo en proyectos energéticos que de protección ambiental, a consecuencia de los cuales los indígenas se ven desplazados de sus territorios.
La sostenibilidad de la que tanto se habla hoy en Europa o Norteamérica, pasa también por el respeto a los derechos de los pueblos indígenas, advierte Michael Hurran: “El papel sobre el que escribimos, el aceite de palma de la pasta dental o las galletas, proviene en muchos casos, de tierras indígenas”, recuerda.
COICA, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, estima que los bosques de sus 5.000 comunidades miembros se extienden a unos 240 millones de hectáreas, producen el 75 por ciento del oxígeno que respiramos en todo el mundo y absorben unas 96.000 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a nuestras emisiones de CO2 de los últimos tres años.