Esta escena es una de las nuevas obras atribuidas al grafitero británico Banksy. La chica negra sostiene una lata de aerosol, buscando reemplazar el símbolo nazi con un fondo de pantalla rosa. Junto a la niña, que mira directamente sobre el hombro al espectador, está tirado un saco de dormir y su osito de peluche. Esta obra se considera una crítica del artista sobre la política de refugiados.

Esta alegoría de las sendas de quienes hoy buscan refugio en Europa no podía ser más significativa. Aquí, Banksy rememora la imagen de "Napoléon cruzando los Alpes", del pintor Jacques-Louis David (1801). Aludiendo a los Tuareg, el grafitero monta sobre el caballo a un jinete de este pueblo nómada africano.

Un hombre sostiene un serrucho detrás de su espalda, mientras le ofrece un hueso a un perro, cuya manita derecha ya ha sido cortada. ¿Crítica a un Gobierno que vende como "ayudas" su política social a los más necesitados, pero que en realidad son recortes en salud y educación? Esta diciente imagen fue encontrada cerca de la Universidad de la Sorbona.

¿Alusión al cierre de un centro de refugiados en marzo de 2018? Desde su clausura, en el norte de París, cerca de donde se encontró esta obra, los antiguos residentes han tenido que acampar al aire libre en tiendas de campaña improvisadas o bajo puentes de canales del Sena y autopistas.

Banksy y sus obras, son verdaderos acertijos. Es probable que Banksy se refiera aquí a los refugiados, que tienen que llevar a menudo una vida comparable a la de las ratas, con las que comparten calles y subterráneos de "la Ciudad Luz". Una crítica mordaz a las medidas migratorias de Macron.

En marzo de este año apareció en Nueva York otra de las obras enigmáticas de Banksy. Una rata en el fondo de la cicunferencia de un reloj. ¿Lucha contra el ímpetu de un capitalismo despiadado? Esta es solo una de las interpretaciones de las obras de este artista callejero que habla a través de sus grafitis.

“Ladrones de carritos de compras” (Trolley Hunters), avaluada en casi 30 mil euros, fue robada en Toronto el pasado 14 de junio. Criminales hurtaron la pintura de una exposición que tenía lugar en esa ciudad canadiense. La exposición se presentaba como la más grande hasta la fecha dedicada al artista que cultiva el mayor secreto: su propia identidad. Autor: José Ospina-Valencia (er)