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Desconcierto demoscópico

12 de agosto de 2002

A cinco semanas de los comicios alemanes, la oposición goza de una amplia ventaja en los sondeos, cercana al 5%. Todo parecería claro, de no ser porque la mayoría sigue prefiriendo a Gerhard Schröder como gobernante.

Encuestas revelan las contradicciones del electorado alemán.

Las encuestas de opinión han perdido hace tiempo su carácter de oráculo infalible. Por ejemplo, las elecciones presidenciales francesas echaron por tierra todo cuanto habían previsto los sondeos, dejando atónitos tanto a los encuestadores como a la población. Por eso lo vaticinios se vuelven cada vez más cautelosos. Además, en Alemania se presenta ahora el agravante de que los datos recabados por diversos institutos demoscópicos son claros, pero a la vez contradictorios.

Claridad matemática

Observando los índices de apoyo con que cuenta el bando de la oposición -la Unión Cristianodemócrata-Cristianosocial (CDU-CSU) y el Partido Liberal Demócrata (FDP)- da la impresión de que la suerte está echada. Entre ambos reúnen el 50% de la adhesión pública, de acuerdo con diversos sondeos. Es decir, tendrían margen suficiente para desbancar al actual gobierno.

El gobernante Partido Socialdemócrata (SPD) oscila en cambio en torno a un 35%, cinco o seis puntos por debajo de su gran rival conservador. Y los verdes, actuales socios de la coalición de Berlín, se sitúan en torno a un 7%. Las matemáticas son elocuentes. El gobierno está en clara posición de desventaja, con una diferencia difícil de remontar en tan corto tiempo.

¿Suficiente para cantar victoria?

Los conservadores y su candidato a canciller, Edmund Stoiber, tienen razones de sobras para solazarse en las cifras, y así lo hacen. Sin embargo, los expertos son más cautelosos. Varios son los que advierten que aún no se ha dicho la última palabra. ¿Por qué, si todo parece tan claro?

Ocurre que, al parecer, los alemanes tienen esta vez sentimientos encontrados. ¿Cómo explicar, de otro modo, que las mismas encuestas de opinión otorguen una amplia ventaja -sobre un 50%- al canciller en funciones, Gerhard Schröder? No sólo eso: su ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer -figura emblemática de Los Verdes- sigue a la cabeza en la lista de los políticos más populares del país.

El parlamento decide

El asunto es complejo porque, de acuerdo con el sistema electoral germano, no se vota directamente por el jefe de gobierno. La ciudadanía elige un Parlamento Federal mediante dos votos: uno directo, para el candidato de su distrito, y otro que se asigna a la lista de un partido. La cámara así constituida elige entonces al canciller.

El resultado parece aún más incierto, teniendo en cuenta otro sondeo en el que se preguntó a la gente si consideraba llegado el momento de un relevo de los partidos en el gobierno: el 46% respondió afirmativamente y el 47% en forma negativa. Desconcertante resulta, en consecuencia, el panorama demoscópico. Tal parece que la población aprecia a Schröder y a Fischer, pero no tanto a sus respectivas colectividades políticas. En el caso de Stoiber, el femómeno se da en sentido inverso. Sin embargo, este desfase tendrá que resolverse a más tardar el 22 de septiembre, en las urnas.

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