Desilusión en el Medio Oriente
11 de noviembre de 2012La euforia por el derrocamiento de los dictadores en Túnez, Egipto y Libia ha desaparecido. La región no ha logrado la paz. La sangrienta guerra civil en Siria escandaliza a la opinión pública y desconcierta a los políticos. La masiva represión de la oposición en Bahréin se ha esfumado de los titulares.
No obstante, el encargado de la Unión Europea (UE) para el proceso de paz en el Medio Oriente, Andreas Reinicke, se mostró optimista. “Estoy convencido de que el mundo árabe se desarrollará en dirección a una mayor apertura y libertad”, aseguró en una conferencia de la Fundación Heinrich Böll, cercana al partido Los Verdes, en Berlín.
En el evento sobre Democracia y Seguridad en el Medio Oriente. ¿Cómo responden Alemania y la UE a los cambios en el Mundo Árabe, Reinicke llamó a los observadores europeos a ser realistas, pero positivos; a acompañar con paciencia un proceso de reconfiguración de relaciones de poder que tomará décadas, no años.
Fin de la era post-otomana
Para Soli Özel, economista y politólogo de Estambul, el Medio Oriente vive el fin de la era post-otomana, del orden legado por Gran Bretaña y Francia. "No es divertido vivir la caída de un imperio", aseguró Özer. Es siempre sangriento y terrible. El orden post-otomano se basaba en la hegemonía sunita y se había visto estremecido ya con la primera Guerra del Golfo y la creación de una zona de protección kurda en el norte de Irak.
Entretanto, Siria ha perdido su liderazgo, mientras Egipto parece recuperarlo, el nacionalismo kurdo se ha inflamado, la hegemonía sunita ha sido relevada por el auge del islamismo chiíta y por doquier se escinden minorías étnicas y religiosas.
Especialmente notable es el conflicto en Siria, donde la rebelión de una oposición pacífica contra la dictadura se ha convertido en una guerra civil multiétnica y multiconfesional. Solo cuatro Estados relativamente estables en este sentido contó Özer en toda la región norafricana y del Medio Oriente: Irán, Turquía, Israel y Egipto. Sólo uno de ellos, Egipto, está marcado por la cultura sunita. Pero todos han sido removidos por conflictos internos y/o exteriores.
¿Turquía como modelo?
“Una de las razones por las cuales no hemos tenido una transición democrática en el mundo árabe-musulmán en los últimos 30 años es porque hemos tenido un solo modelo, el iraní”, opinó el tunesino Radwan Masmoudi, fundador y presidente del Center of the Study of Islam & Democracy, con sede en Washington. Pero ese modelo ha fracasado. A cambio se ofrece el modelo de Turquía, la república laica y miembro de la OTAN que no es perfecta, pero señala un camino para combinar Islam y democracia, e incluso, Islam y secularización, apunta Masmoudi.
Pero Binnaz Toprak, diputada del CHP, el partido socialdemócrata de la oposición turca, advirtió contra ese modelo. Turquía no es una democracia liberal en el sentido occidental. Bajo la autoridad del primer ministro Recep Tayyip Erdogan y su partido islamista, el país se ha convertido prácticamente en un Estado monopartidista, en el que se reprime y margina a la minoría alevita y sólo miembros del partido gobernante hallan empleo, aseguró Toprak. Se han ido desmontando derechos democráticos, se ha silenciado a los medios y se ha socavado el sistema legal. El modelo turco advierte más bien sobre como los partidos islamistas llegados al poder en elecciones democráticas, aprovechan su poder para socavar la democracia, insistió la política turca.
¿Rol de la UE?
"Siempre que Occidente está en apuros acude a Turquía", reclamó el politólogo Soli Özel, al tiempo que estimó inevitable la implicación Europea. Annegret Bendiek, de la berlinesa "Fundación Ciencia y Política" (SWP), aplacó las expectativas en este sentido. La política de vecindad de la UE está dirigida a 16 Estados cercanos, desde Bielorrusia, pasando por el Cáucaso, hasta el norte de África y el Medio Oriente. El objetivo es contribuir a la estabilidad, la seguridad y el bienestar en la región. Pero la UE tiene claros límites políticos y financieros, relacionados con los propios intereses de sus Estados miembros.
Así que ni pensar en una especie de “Plan Marshall” para el Medio Oriente, impensable sin la contribución de las ricas monarquías árabes. Duras críticas a la política europea llegaron de parte de la activista de derechos humanos egipcia Heba Morayef, de Human Rights Watch Kairo, quien recordó la larga historia de cooperación de la UE con los derrocados dictadores en Egipto, Libia y Túnez: "La UE no tiene una política de derechos humanos", sentenció y recomendó al bloque dejar de fijar objetivos por escrito si no tiene intención de actuar a favor de su implementación.
Autora: Marx, Bettina / RML
Editora: Emilia Rojas Sasse