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“Después de Gadafi, Assad”

24 de agosto de 2011

Detlev Mehlis, fiscal general del Estado en el Ministerio Público de Berlín y veterano en el esclarecimiento de incidentes terroristas, explica por qué es importante que Gadafi sea procesado.

Mehlis participó como acusador en el juicio por el atentado de la discoteca berlinesa La Belle.Imagen: dpa

 

A dictadores como el líder libio Muammar el Gadafi no los detiene la amenaza de una condena emitida por la Corte Penal Internacional de La Haya. Eso dice el jurista Detlev Mehlis, quien hoy ocupa el cargo de fiscal general del Estado en el Ministerio Público de Berlín y en el pasado participó como acusador en el proceso contra los autores del atentado terrorista perpetrado en la discoteca berlinesa La Belle; el 5 de abril de 1986, tres personas murieron y más de 200 resultaron heridas cuando una bomba estalló en el local, visitado con frecuencia por soldados estadounidenses. Desde entonces, el ataque ha sido atribuido al régimen de Gadafi.
 
Mehlis, quien también participó en representación de la ONU en la investigación del misterioso asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, supone que el próximo en la lista de tiranos derribados será el presidente sirio, Bashar al-Assad. Entrevistamos a Mehlis  con miras a saber, entre otras cosas, si las autoridades germanas esperan poder reabrir el caso de la discoteca La Belle –que conmocionó a Alemania hace un cuarto de siglo– ahora que Gadafi vive sus horas más bajas y crecen las expectativas de cara a un Gobierno nuevo, más transparente y cooperativo en Trípoli.
 
Mehlis investigó el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri en nombre de la ONU.Imagen: AP
Señor Mehlis, ¿cuenta usted con que el ataque a la discoteca La Belle será llevado nuevamente a los tribunales?
 
Detlev Mehlis: Esa historia no ha concluido. Durante todos estos años hemos conseguido emitir cuatro órdenes de arresto internacionales contra presuntos cómplices por el atentado. Considerando los cambios que están teniendo lugar, ya se verá si el nuevo Gobierno libio se ocupa de procesar penalmente a los acusados o si decide extraditar a Alemania a uno, a otro o, en el mejor de los casos, a todos.
 
¿Qué se sabe hasta ahora sobre el rol del propio Gadafi en ese atentado?
 
En realidad, hasta ahora se trata de sospechas. Pero, tratándose del régimen libio y presuponiendo que instancias oficiales libias organizaron ese atentado –eso es algo que debemos presuponer–, sería inconsecuente pensar que eso ocurrió sin el visto bueno de Gadafi. Claro, eso hay que probarlo.
 
Usted participó en el proceso [del atentado de la discoteca berlinesa] La Belle. El juez que presidía la causa criticó severamente al Gobierno alemán por no colaborar suficientemente con la Justicia y el fiscal general de la época dijo que el pleito incomodaba al Gobierno alemán por dificultar la normalización de las relaciones entre Alemania y Libia. ¿Hay algo de cierto en estas críticas?
 
Muammar el Gadafi, líder libio.Imagen: AP
Esa crítica tiene validez. Pero es comprensible que entre la Política y la Justicia siempre hayan tensiones. Igualmente, a la Justicia también le incomoda de cuando en cuando la actitud o las posiciones de un político porque no respaldan uno u otro esfuerzo judicial. Sin embargo, a la distancia, uno observa esos episodios más claramente, de una manera menos crítica. Lo que nadie puede negar es que, después del veredicto, el Gobierno alemán se empeñó –y con éxito– en desagraviar a las víctimas del atentado en la discoteca La Belle.
 
Si Gadafi es atrapado con vida, ¿qué sería mejor para el desarrollo de la democracia en Libia? ¿Qué Gadafi sea enjuiciado en su propio país o que sea extraditado para que lo procese el tribunal de La Haya?
 
En principio, es mejor que las autoridades nacionales asuman estos procesos, siempre que el funcionamiento de la Justicia esté garantizado.
 
Hay quienes piensan que el plan de llevar a Gadafi o a cualquier dictador ante la corte de La Haya es un despropósito porque lleva a los tiranos a aferrarse más al poder de lo que lo harían si esa amenaza no pendiera sobre sus cabezas; al final, el baño de sangre es más grande del que se pretendía evitar en un principio. Antes la solución era mucho más simple: los dictadores se exiliaban y seguían disfrutando de su vida…
 
Bashar al-Assad, jefe de Gobierno sirio.Imagen: picture-alliance/ dpa
Yo no veo la situación de esa manera. ¿Por qué tiene que terminar yéndole mejor a un jefe de Gobierno que ha ordenado asesinar a mucha gente que a un ladrón cuya víctima también ha muerto en sus manos? Yo no puedo entender ese argumento.
 
El argumento esencial es que, si no existiera esa demanda en su contra ante la corte de La Haya, Gadafi ya se habría entregado…
 
¡Especulaciones! Yo no creo eso y pienso que personas de su posición –sea Gadafi o Assad o cualquiera como ellos– están convencidas de que nunca se les va a detener para ponerlas frente a un juez. Ellos viven en su propio mundo. Yo no creo que la amenaza de un proceso ante un tribunal internacional lleve a los tiranos a ofrecer mayor resistencia.
 
¿Cómo cree usted que el mandatario sirio, Bashar al-Assad, esté observando los acontecimientos en Libia?
 
Yo no creo que la crisis libia haya sido resuelta todavía, pero el hecho de que Gadafi haya sido separado del poder va a conducir a que la comunidad internacional vuelque su mirada hacia Siria. Eso es bueno. Yo pienso que el próximo en la serie de dictadores depuestos será Bashar al-Assad.
 
Autor: Dirk-Oliver Heckmann (erc)
Editor: Pablo Kummetz

 

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