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"Después de Hitler": cómo los alemanes enfrentan su pasado

Katarzyna Domagala-Pereira
29 de septiembre de 2024

De la adoración secreta a la consternación, los alemanes han enfrentado su pasado nazi desde distintos puntos de vista en los últimos 80 años, como lo muestra una nueva exhibición en Bonn.

Portadas del semanario alemán Der Spiegel.
La prensa también juega un rol determinante en la exhibición.Imagen: Federico Gambarini/dpa/picture alliance

En 1932, la escultora Hedwig Maria Ley, una simpatizante nazi, creó la primera representación autorizada de Adolf Hitler. El partido nazi hizo que ese busto fuera el modelo para retratar al político. Sin embargo, después de la muerte de Hitler y la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, Ley enterró el busto en su jardín. Veinte años después, un familiar de su jardinero lo desenterró y puso con orgullo sobre la chimenea de su sala de estar, donde permaneció hasta los 80.

Esta continua admiración por el infame líder nazi contrastaba fuertemente con la visión de la gente más joven, que quería disociarse de las generaciones anteriores que a menudo habían abrazado el fascismo alemán. Este quiebre generacional es la base de una nueva exhibición, llamada Después de Hitler: el ajuste de cuentas de Alemania con su pasado nazi, que tiene lugar en el museo Casa de la Historia, en Bonn.

El busto de Hitler.Imagen: Meike Böschemeyer/epd

La historia del busto es un elemento destacado de la exposición, que rastrea los cambios que ha sufrido la actitud de los alemanes hacia el nazismo en los últimos 80 años, y muestra cómo algunos alemanes aún adoran al tirano que impulsó los horrores del Holocausto.

¿Solo seguían órdenes?

Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos alemanes trataron de borrar los recuerdos del exdictador, incluso cambiando el nombre de las calles que referían a Hitler y otros elementos del nazismo. Además, quienes sobrevivieron a la guerra se vieron muy ocupados intentando reconstruir sus vidas y optaron por no referirse a sus propios roles en el Tercer Reich.

Hubo quienes se mostraron reacios a rellenar los formularios de desnazificación y se exculparon atribuyendo toda la responsabilidad de lo sucedido a Hitler y sus cercanos, como Joseph Goebbels y Hermann Göring.

Las películas que revelaban los campos de concentración y exterminio nazi se convirtieron en proyecciones obligatorias para los alemanes occidentales, pero en la República Democrática de Alemania, en el este, las cosas fueron distintas. Allí, el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) propagó el mito fundacional antifascista de que los exnazis solo existían en Occidente. Cualquiera que abrazara el socialismo estaba libre de culpa.

Perspectivas sobre los perpetradores

La exposición explora el contexto político y social de las cuatro generaciones de alemanes que han tratado de procesar el pasado nazi de distintas formas. Entre el material de archivo que se exhibe hay imágenes de un reportero de televisión que en 1962 pregunta a los transeúntes sobre los judíos. Algunos dicen abiertamente que no debería permitírseles trabajar en el gobierno, que "hay demasiados" o incluso que "fueron perseguidos con razón".

Una sección de la exposición describe a la generación de niños que creció en la década de 1960 y cómo cuestionó a sus padres por su rol en el Tercer Reich. La búsqueda de la verdad también se convirtió en parte de la cultura popular con los años. En 1979, veinte millones de alemanes mayores de 14 años vieron la premiada miniserie estadounidense Holocausto. Decenas de miles llamaron al canal que la emitió, la mayoría para decir que la película les había abierto los ojos.

Contar la historia de las víctimas

La exhibición también dedica un espacio significativo a quienes sufrieron bajo el nazismo. Entre los 500 objetos que se exponen, se encuentra la bicicleta de un niño judío, que se la dio a un amigo para que se la cuidara. No fue hasta 2007 que este amigo, ya anciano, regaló la bicicleta a un anticuario. Por décadas esperó en vano que regresara su amigo a recuperarla. Junto a la bicicleta hay una maleta llena de documentos y recuerdos, que es todo lo que queda de una familia judía enviada al campo de concentración de Regensburg, en Baviera. 

La bicicleta cuyo dueño nunca regresó.Imagen: K. Domagala-Pereira/DW

La idea, dice Hanno Sowade, curador de Después de Hitler, es acercarse al tema menos desde una mirada política y más a través de "objetos que cuentan historias personales".

La ideología sigue viva

Los miembros de la cuarta generación nacieron después de la reunificación. Muchos son hijos de inmigrantes y no tienen vínculos familiares con el nacionalsocialismo. Sin embargo, los jóvenes entienden cada vez más "la historia del nazismo como una advertencia para el presente", dicen los organizadores de la exhibición.

No obstante, muchos también se relacionan con la ideología nazi, especialmente a través de las redes sociales. En el verano de 2023, un radical de derecha incendió una cabina telefónica reformada que contenía literatura sobre el nacionalsocialismo, así como extractos del diario de Ana Frank y canciones hebreas.

La cabina estaba ubicada cerca del memorial Andén 17, en el distrito de Grunewald, en el oeste berlinés, una plataforma de trenes desde donde miles de judíos fueron enviados a los campos de exterminio.

Casi 80 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la exposición deja claro que la confrontación de los alemanes con su pasado sigue siendo vital, en medio del rápido ascenso de partidos de ultraderecha como AfD. Hitler ya no está, pero el legado fascista sigue vivo.

La exposición Después de Hitler: el ajuste de cuentas de Alemania con su pasado nazi estará abierta en el museo de Bonn hasta el 26 de enero de 2025.

(dzc/rrr)

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