Diego Armando Maradona fue un dios y también uno de nosotros
Enrique López Magallón
25 de noviembre de 2020
Diego Armando Maradona fue una figura del fútbol y un fenómeno generacional. Una llama a la que apagó su propia intensidad.
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Muchos piensan que Diego Armando Maradona es el mejor jugador en toda la historia del fútbol, incluso por encima de quien heredó el sagrado número 10 de la selección argentina de fútbol: Lionel Messi. Lo cierto es que, a diferencia de "La Pulga”, Maradona lo alcanzó todo. Fue ídolo del fútbol local, primero en Argentinos Juniors, y luego en Boca Juniors. En 1982 debutó con el FC Barcelona, donde primero lo dirigió el alemán Udo Lattek,y luego, su compatriota César Luis Menotti.
Maradona alcanzó la gloria total en las canchas en 1986. Armado de una técnica prodigiosa, y con una pierna zurda capaz de hacer lo increíble, no solo alzó la copa de campeón en el mundial de ese año, sino que forjó en el alma de muchos argentinos un orgullo que marcaría a toda una generación.
Empujados por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri y por la primera ministra Margaret Thatcher, Argentina y Reino Unido habían participado cuatro años antes en un conflicto armado por la soberanía de las islas Malvinas. La derrota de las tropas argentinas, luego de dos meses y dos días de luchas, había abierto una cuenta de orgullo pendiente en el alma de muchos latinoamericanos, en una época de gran solidaridad regional.
La herida de los argentinos muertos en combate jamás pudo sanar, pero gran parte del honor perdido se recuperó a través de los botines de Diego Armando Maradona, cuando la albiceleste venció 2-1 a la selección inglesa en aquel Mundial de Fútbol.
Maradona sin límites
A partir de ese partido, y de la conquista del Mundial de 1986, Maradona no conoció límites. Su enorme habilidad, que para muchos lo convirtió en el mejor jugador en la historia del fútbol, le permitió algunas glorias más; por ejemplo, la conquista del scudetto con el Napoli. Pero comenzó también la etapa de los excesos. El acercamiento con personajes ligados a la mafia. El consumo creciente de cocaína. Los exabruptos en público.
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Todo le fue perdonado por su nube de incondicionales, al igual que había pasado con la trampa con la que Maradona abrió el marcador contra Inglaterra en México: "la mano de Dios” fue un reconocimiento cínico, que no pocos festejaron entonces, a manera de triunfo, y siguieron haciéndolo hasta la muerte de su ídolo.
Al terminar su gloriosa carrera deportiva, Diego Armando Maradona ya era una leyenda en claroscuro. Las nuevas generaciones lo conocieron no por su impresionante fuerza de voluntad ni por su inigualable "zurda de oro”, sino por declaraciones extravagantes, sus fotografías con Fidel Castro, Hugo Chávez o Nicolás Maduro, o por las adicciones que en más de una ocasión lo pusieron al borde de la muerte. A pesar de los bochornos en público, los medios lo siguieron buscando, dijera lo que dijera, e hiciera lo que hiciera. Maradona era como el gran oráculo argentino,y nadie le dijo la verdad: que había perdido la brújula.
Uno más de nosotros
La decadencia de la figura de Diego Armando Maradona se prolongó durante varias décadas, y el breve episodio como técnico de la albiceleste en el Mundial de Sudáfrica no logró componer las cosas. Pero la vida de Diego Armando Maradona, finalmente, fue una historia de vuelos y caídas. De harapos y camisas de seda. De "tocar el cielo” como lo sintió en su primer partido profesional, y de pisar el lodo de Villa Fiorito. De alzar la copa del Mundo, y de arrastrar su reputación. Una permanente lucha de virtudes deportivas contra la adversidad de los defectos personales. En la cancha, Diego Armando Maradona fue todo un dios. Fuera de ella, fue tan mundanal como cualquier otro.
Diego Armando Maradona: una leyenda
El Pelusa, uno de los futbolistas más brillantes de la historia, tuvo una carrera llena de momentos gloriosos. Un paro cardiaco le quitó la vida este 25 de noviembre, sumiendo en luto a Argentina y al mundo del fútbol.
Imagen: Marcos Brindicci/dpa/picture alliance
Un joven con una carrera meteórica
Diego Armando Maradona nació en 1960 en Lanús. A los nueve años se probó en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, "Los Cebollitas". A los 16, ya con fama de talentoso en las ligas infantiles, debutó en la primera división. Un mes más tarde anotó su primer gol con la camiseta de Argentinos. En 1978 debutó en la selección argentina, pero no fue nominado para el Mundial adulto de ese año.
Imagen: Empics Peter Robinson/dpa/picture-alliance
El paso por Boca y el salto a Europa
En 1979, Argentina gana el Mundial Juvenil con Maradona en la cancha. Dos años más tarde, y pese a tener varias ofertas, el deportista prefiere irse al club de sus amores, Boca Juniors, donde disputa 40 partidos. Apenas un año después emprende su aventura europea, cuya primera estación fue Barcelona, donde el infortunio lo persiguió: enfermó de hepatitis y fue lesionado gravemente.
Imagen: Ciruelos/dpa/picture-alliance
El arribo a Napoli
Pese a la mala suerte, las cifras hablan de un paso esplendoroso por Barcelona: anotó 38 goles en 58 partidos. Pero es en 1984 cuando comienza la etapa más gloriosa de la carrera del argentino, cuando firma contrato con Napoli. Vistiendo esa casaquilla, Maradona ganó dos scudettos, una Supercopa y una copa de la UEFA. En el empobrecido sur de Italia su figura es admirada hasta hoy.
Imagen: Offside/L'Equipe/picture alliance
La mano de Dios
En el Mundial de México 1986 Maradona fue la figura excluyente. El 22 de junio dejó su impronta la historia del deporte con un momento oscuro, la llamada "Mano de Dios", y con uno brillante, cuando elude a media selección de Inglaterra y marca el gol más hermoso que se ha visto en un campeonato mundial. "Barrilete cósmico", lo apodó un locutor radial. Maradona estaba en su mejor momento.
Imagen: pictures-alliance/dpa/empics
Campeón del mundo
Maradona no se contentó con derrotar a los ingleses, una especie de venganza deportiva tras la Guerra de las Malvinas. Luego vino un triunfo sobre Bélgica por 2-0 (ambos tantos del 10 argentino) y, en la final, un triunfo por 3-2 ante Alemania Federal. Argentina alzaba la copa por segunda vez en 8 años, y la figura de Maradona se convertía en leyenda.
Imagen: Carlo Fumagalli/AP Photo/picture alliance
Triste adiós
En 1990, Argentina perdió la final del Mundial de Italia ante Alemania Federal, otra vez con Maradona jugando a altísimo nivel. El Pelusa volvió a disputar un campeonato del mundo en Estados Unidos 1994. El 25 de junio de 1994, tras el triunfo 2-1 ante Nigeria, Maradona da positivo por efedrina en un test antidoping. El deportista acusó que le estaban "cortando las piernas".
Imagen: dpa/picture alliance
El encuentro de dos portentos
Maradona volvió al fútbol tras superar el castigo que le impuso la FIFA. Se retiró de las canchas en 1997, con la casaquilla de Boca. En 2001 se realizó su despedida, a estadio lleno. Allí pronunció su célebre frase "la pelota no se mancha". Tras tener serios problemas con la droga, que lo tuvieron al borde de la muerte, se recuperó y en 2010 dirigió a Lionel Messi en el Mundial de Sudáfrica.
Imagen: Jon Hrusa/dpa/picture alliance
Dos de los grandes
Maradona tuvo una relación de dulce y agraz con otro grande, Pelé. Enfrentados por distintos asuntos, dos de los ídolos del fútbol sudamericano han limado asperezas con el paso de los años. En la imagen, comparten durante una actividad en París en 2016. En el Mundial de Rusia volvieron a encontrarse. Con motivo de su cumpleaños número 60, Pelé le dijo a Diego "siempre te apoyaré".
Imagen: Reuters//C. Platiau
Años de viajes
Tras su paso por la banca de la selección, Maradona hizo una irregular campaña como técnico. Dirigió en Emiratos Árabes Unidos, tuvo un programa de TV en Telesur, fue presentado como presidente de un club bielorruso en una extravagante ceremonia y, pocos meses después, se puso al frente de la dirección técnica de Dorados de Sinaloa, en México. En octubre de 2020 dirigió a Gimnasia y Esgrima.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/Prensa Club Dorados de Sinaloa
Un fenómeno social y cultural
Para muchos argentinos y fanáticos del fútbol en todo el mundo, Maradona fue más que un jugador. Fue un ídolo en toda su dimensión. No solo porque conquistó el mundo desde una villa miseria donde carecía de todo, sino porque supo llevar a la cima a equipos que nunca soñaron con estar en ese lugar. Su adicción a las drogas fue parte también de una vida que, sin embargo, estuvo marcada por la magia.