1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Angola: diez años de paz

Johannes Beck / Evan Romero-Castillo3 de abril de 2012

El 4 de abril de 2002 se puso fin a una cruenta guerra civil en África, la de Angola, en la que participaron combatientes de Cuba y Sudáfrica. ¿Cómo les va a los angoleños en esta década de paz y crecimiento económico?

Imagen: picture-alliance/dpa

Por más de cuarenta años, la población de Angola se vio azotada por conflictos armados: a partir de 1961, entre las fuerzas que luchaban por la liberación nacional y las de los colonizadores portugueses, y, desde 1975, en la sangrienta guerra civil protagonizada por los tres movimientos independentistas, el MPLA, la UNITA y el FNLA; un forcejeo interno por el poder en el que se inmiscuyeron combatientes de Cuba y Sudáfrica, convirtiendo la guerra civil de Angola en otro frente de la Guerra Fría.

Quien le pregunte a un angoleño cómo se vive en el país desde que las partes en discordia hicieron las paces el 4 de abril de 2002, escuchará con frecuencia una respuesta muy sencilla: “Hoy podemos desplazarnos por el territorio nacional sin mayores dificultades. Algunas calles han sido reconstruidas y otras son completamente nuevas. Ahora podemos usar esas calles, cosa que antes no era posible”, comenta el economista Justino Pinto de Andrade, presidente del partido de oposición Bloco Democrático.

Y es que durante la guerra civil, las calles eran una extensión de los campos minados. No obstante, el balance que hace Abilio Kamalata Numade de la última década es más amargo; él es secretario general de UNITA, el partido de oposición más grande de Angola: “Si hay paz, pero no puedes alzar tu voz, entonces no hay paz. Lo que hay es miedo. Ni la libertad de opinión ni la de expresión son respetadas plenamente en este país, con todo y que estas están asentadas en nuestra Constitución”, critica el político.

Intolerancia y frustración acumulada

Soldados portugueses en Angola en 1961.Imagen: AP

El blanco de sus reproches es el Gobierno de José Eduardo dos Santos, quien lleva 32 años en el poder. Por su parte, José Patrocinio, miembro del movimiento de derechos civiles OMUNGA, señala que lo que hace falta en Angola es implementar políticas de reconciliación nacional, una iniciativa que debió tomarse en 2002, en cuanto se selló la paz. “Nosotros seguimos siendo políticamente intolerantes, no hemos olvidado el odio que está guardado en nuestros corazones”, sostiene Patrocinio.

La frustración acumulada frente a la dictadura de José Eduardo dos Santos ha sido expresada en numerosas protestas de calle en los últimos meses; son sobre todo los jóvenes quienes exigen su dimisión, argumentando que él nunca ha sido electo para el cargo que ocupa desde hace más de tres décadas. Pero las fuerzas de seguridad del Estado tienden a dispersar las manifestaciones brutalmente. Entre los líderes de esas protestas figuran algunos músicos y raperos como MCK.

“Con la aceleración del crecimiento económico nacional vimos cómo una docena de personas se hicieron ricas. Un grupo pequeño se enriquece cada día más, mientras la brecha que los separa del resto de la población se ensancha”, dice MCK. A sus ojos, ni el boom petrolero ni el de la construcción ni el apogeo económico –más de un 20 por ciento de crecimiento entre 2005 y 2007– han contribuido al desarrollo social de la mayoría de los angoleños. “La infraestructura es una de las pocas cosas que ha crecido en este país”, acota MCK.

Mucha riqueza, mal distribuida

Soldados cubanos en Angola en 1976.Imagen: AP

La fuente de riqueza de la familia del presidente dos Santos y de quienes los rodean es la exportación petrolera; Angola es el más grande productor de crudo en África, después de Nigeria, pero las cuentas del Estado son muy opacas y nadie sabe dónde quedan retenidos esos recursos. El grupo de derechos humanos Human Rights Watch apunta que no hay recibos que indiquen dónde han quedado 32.000 millones de petrodólares. “No se ha invertido en la producción, las fábricas, las escuelas ni los hospitales”, acusa el periodista angoleño Orlando Castro.

“Y así se han perdido muchos de los diez años de paz, por causa del clientelismo político estimulado por los partidos que se habían hecho la guerra antes”, añade el comunicador residenciado en Portugal. Hay pocos datos confiables que ayuden a estimar los índices de pobreza en Angola. Sin embargo, cabe decir que éstos descendieron tras el fin del conflicto armado. Pese a todo, uno de cada seis niños muere en Angola antes de cumplir los cinco años y el analfabetismo sigue campeando, sobre todo en las zonas rurales.

“Mientras sigamos teniendo una cuota de analfabetismo tan alta como la actual, que es del 35 por ciento, una mejor distribución de los ingresos nacionales seguirá siendo difícil”, asegura Norberto García, responsable de los asuntos económicos del partido de Gobierno, MPLA. A su juicio, la riqueza se reparte mejor mediante el trabajo. “De esa manera, la gente se gana sus ingresos, tanto en el sector privado como en el público. Así podríamos reducir las dificultades que muchos de nosotros tenemos”, agrega el funcionario.

Ir a la siguiente sección Descubra más