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Dilma Rousseff en Washington

9 de abril de 2012

A poco de la cumbre de la OEA, la presidenta de Brasil visita Washington. Ambas potencias hemisféricas se hacen la corte. Pero, ¿hacia dónde mira y qué preocupa a EE.UU. en la región? DW conversó con expertos.

Dilma Rousseff y Barack Obama, en Washington.
Dilma Rousseff y Barack Obama, en Washington.Imagen: AP

En su encuentro de este lunes con su par estadounidense, Barack Obama, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, insistió en su preocupación por el impacto que las políticas monetarias expansivas de las economías desarrolladas están causando en el mundo en desarrollo. Rousseff hizo así referencia, una vez más, al "tsunami monetario" con el que Estados Unidos y Europa habrían inundado de liquidez a Brasil y provocado un alza del real.

De “actor responsable” calificó la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en la Cámara de Comercio en Washington a Brasil . Mientras, su par brasileño, Antonio Patriota, celebraba a Estados Unidos como "socio privilegiado", con el que el gigante sudamericano quiere lograr objetivos compartidos aunque sus opiniones difieran en determinados temas.

Como las "dos mayores democracias y economías del hemisferio", nombró la jefa de la diplomacia estadounidense a Brasil y Estados Unidos, con la "obligación especial" de “defender" los valores democráticos y "estabilizar nuestro hemisferio" y su economía. Un foro económico bilateral, un memorándum de alianza para "promover un tráfico aéreo mayor y más seguro", la próxima cumbre de la OEA en Colombia, pero también la del G-20 en junio, en México, están en la agenda.

La de Rousseff es la segunda visita de un mandatario latinoamericano a Washington en lo que va del mes. Antes fue recibido en la Casa Blanca el presidente mexicano Felipe Calderón, en el marco de la cumbre de líderes del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). Pero varios expertos estadounidenses coinciden en que ambas visitas reflejan más bien intereses coyunturales de Estados Unidos en la región.

Calderón, con sus homólogos de Canadá y EE.UU., tras cumbre en Washington.Imagen: Reuters

Reparos al desarrollo democrático de la región

La migración mexicana hacia Estados Unidos, el tráfico de estupefacientes en esta misma dirección y de armas en la ruta contraria, son tópicos candentes de la política exterior estadounidense. Pero el resto de los temas y países latinoamericanos no parecen estar en el centro de la la agenda, centrada en el Medio Oriente y Afganistán, comenta Ted Piccone, experto para la región en el Instituto Brookings, en entrevista con DW.

La cooperación en materia de seguridad, de combate al narcotráfico y de energías renovables, así como el fortalecimiento de las relaciones comerciales, son algunos de los temas que el Gobierno de Obama sigue desarrollando en relación con el continente americano, aclara Piccone, que trabajó antes para el Consejo de Seguridad Nacional, la Secretaría de Estado y el Pentágono.

El año pasado se firmó un tratado de libre comercio con Colombia, luego de que estuviera atascado en el Congreso por varios años. Pero en varios países latinoamericanos como Ecuador, Venezuela, Bolivia, El Salvador y Nicaragua, Estados Unidos ni siquiera tiene un embajador. El bloqueo de una salida a esta situación viene también del Congreso, que se dice preocupado por el deterioro de la democracia en estos países, firmantes de la Carta Democrática Interamericana aprobada por la OEA en el 2001.

Limitaciones a la libertad de expresión en Ecuador y Venezuela, irregularidades en las elecciones de Nicaragua, violencia masiva en México –donde EE.UU. sí tiene embajador-, o la situación política de la Cuba comunista y la incendiaria polémica en torno a su reinclusión en la OEA, son algunos de los temas que preocupan al Congreso, comenta Piccone. Pero el Gobierno estadounidense no quiere y está consciente de que no puede controlar la región como si fuese su "policía", agrega el experto del Instituto Brookings, en Washington.

Brasil, "rival amistoso", China pisando los talones

Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina se centran en el comercio. Hace mucho que el gigante norteamericano renunció al polémico plan de 1994 para establecer una zona de libre comercio que incluyera a la mayor parte del continente americano. Junto al NAFTA (o TLCAN, por sus siglas en español), que une a Estados Unidos, Canadá y México, se han ido cerrando acuerdos bilaterales; los más recientes con Colombia y Panamá.

Dilma Rousseff y Barack Obama, en Washington.Imagen: AP

Estados Unidos se enfrenta ahora a un rival con el que apenas había contado: China. Con gran potencia financiera y demanda de materias primas, los chinos invierten y negocian con Venezuela, Brasil, Chile y Cuba. Estados Unidos sigue teniendo la ventaja de su cercanía geográfica con estos y otros países del continente, señala Ray Walser, experto de la conservadora Heritage Foundation. A ello se agrega, según Ted Piccone, la larga tradición de relaciones comerciales entre Estados Unidos y los países latinoamericanos: “China está levantando su comercio de un punto mínimo, que hace 20 años no tenía relevancia alguna”, relativiza Piccone.

No sólo China, también Brasil, la potencia emergente latinoamericana, busca ganar influencia en la arena económica y política internacional. El gigante suramericano busca erigirse como vocero de la región, exige un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y hasta intentó mediar en el conflicto nuclear con Irán. Ray Walser observa a Brasil como un "rival amistoso" de Estados Unidos. Las relaciones entre Obama y Rousseff se consideran buenas. Obama la visitó en marzo de 2011, poco después de que Rousseff asumiera el poder. Y la mandataria emitió una señal bien recibida en Washington cuando declinó recibir a Mahmud Ahmadineyad, durante la gira latinoamericana del presidente iraní.

Como sea, tras esta visita de Rousseff, queda por delante la ya muy traída y llevada cumbre de la OEA en Cartagena. Esa reunión es la que mejor explica los encuentros de Obama con sus homólogos de México y Brasil, asegura Ray Walser: "una ofensiva diplomática, que debe mostrar que sí tenemos a América Latina en el radar".

Además, la crisis económica ha debilitado la influencia de Estados Unidos en la región, una influencia otrora reforzada por mayores ayudas desde el norte a los vecinos del sur. Así que Obama tendrá que seguir apelando a intereses comunes y dejar claro, en Cartagena, que también los latinoamericanos se verían afectados si escala el conflicto con Irán, opina Walser. Y, al menos hasta después de esa cumbre, en la agenda de política exterior del presidente estadounidense, Barack Obama, Latinoamérica sí será prioridad, asegura.

Autor: Christina Bergmann (Washington, DC) / Rosa Muñoz Lima

Editora: Claudia Herrera Pahl

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