Dilma Rousseff: “La historia ya me está dando la razón”
Clarissa Neher | Jean-Philip Struck
14 de noviembre de 2017
La expresidenta de Brasil pide avanzar hacia la reconciliación del país, valora el rol de Lula da Silva y dice que no descarta volver a postular a algún cargo.
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Durante su viaje a Berlín, la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, conversó con Deutsche Welle sobre actualidad política y, especialmente, sobre la necesidad de que Brasil se "reencuentre". Asimismo, apuntó que el Partido de los Trabajadores (PT) no debe enfrentar las próximas elecciones presidenciales con ánimo de venganza.
Dilma aseguró que su gobierno fue víctima de un golpe de Estado, pero que ya es hora de "perdonar a la persona que pateó la mesa pensando que estaba salvando a Brasil, para luego darse cuenta de su error". Asimismo, dijo que no ve ningún problema en generar alianzas entre su partido, el PT, y figuras como el senador Renan Calheiros.
DW: ¿Cómo evalúa la situación en la que se encuentra Brasil actualmente?
Dilma Rousseff: El golpe que sufrí tuvo tres fases. La primera fue el impeachment. La segunda es este caos que están generando, con la enmienda que congela los gastos en salud y educación. O la reforma laboral, en un país que hace poco salió de la esclavitud, y el proceso de venta de patrimonio público. Y el tercer momento del golpe es hacer inviable la candidatura de Lula.
Sobre las elecciones de 2018, ¿cuáles son sus expectativas?
En Brasil crece la sensación de que Lula está siendo perseguido. ¿En qué baso esa afirmación? Si usted analiza, verá que a medida que se realizan más investigaciones, más sube la aprobación de Lula. El pueblo de Brasil tiene la percepción de que él fue el mejor presidente. Mi esperanza es que volverá a liderar el país. En la época del impeachment, ellos (la prensa y los rivales políticos) lograron poner el rechazo a Lula y al PT como tema central. Apuestan a que el pueblo es ignorante. Pero el pueblo va notando ya persecución.
¿Qué piensa de los acercamientos del PT con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en diversos estados del país? El propio expresidente Lula ya dijo que está "perdonando a los golpistas". ¿No es un poco incoherente que el PT denuncie un golpe y luego se una con el partido que supuestamente lo traicionó?
Difícilmente haremos una alianza con el PMDB a nivel nacional. ¿Pero podría usted rechazar una alianza con el senador Roberto Requião? Requião es del PMDB, y al mismo tiempo se enfrentó al golpe. ¿Se negaría a aliarse con Kátia Abreu? Ella también se opuso al golpe.
¿Y figuras como el senador Renan Calheiros?
Renan no trabajó por el golpe.
Pero votó a favor del impeachment.
Presidía el Senado, no podía votar.
Al final lo hizo a favor del impeachment.
Pero no trabajó para el impeachment. Y eso no es lo importante. No creo que perdonar al PMDB o al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) sea perdonar a golpistas. Creo que perdonar a golpistas es perdonar a esa persona que golpeó la mesa creyendo que estaba salvando a Brasil y luego se dio cuenta de su error. En algún momento nos tendremos que reencontrar. Una parte de Brasil se equivocó, sí. Pero no vas a llegar donde ellas y decirles "te vamos a perseguir". Necesitamos crear un clima de reencuentro, no uno de venganza.
¿No necesita renovarse la política brasileña después del impeachment? ¿No será momento de abrir espacio a nuevos liderazgos, especialmente en la izquierda?
Eso se llama "cómo sacar a Lula del medio". Con el impeachment el PSDB se acabó, desapareció. ¿Qué han logrado los conservadores? Crearon una extrema derecha, el Movimiento de Brasil Libre (MBL) y a Jair Bolsonaro. ¿Y qué es nuevo en Brasil? ¿Un administrador incompetente, tipo Trump? ¿O João Dória? ¿O le parece mejor una política liderada por animadores de televisión, como Luciano Huck? ¿Eso es lo nuevo?
¿Cómo es su vida un año después del impeachment?
Es una rutina que depende de dónde estoy, ya sea en Sao Paulo o en Berlín. Participo en debates, conferencias, caravanas... Siempre que puedo hago actividad física, ando en bicicleta por lo menos 50 minutos al día. Cuando estoy en Porto Alegre juego con mis nietos, algunas veces los llevo a dormir a mi casa. Los chicos tienen una fuerza inagotable y nosotros ya no tenemos ese nivel de energía. Pero ser abuela tiene esa gracia: jugar con los nietos y luego devolverlos a la madre.
En Brasil parece no existir un papel claro para los expresidentes, como pasa en Estados Unidos o en algunos países de Europa. ¿Qué tipo de expresidente quiere ser usted?
Yo no creo que un expresidente pueda volver a trabajar en el mundo privado. Para mí, eso es incompatible. Vamos a tener que definir qué es. Es Estados Unidos está estipulado.
¿Va a buscar nuevas opciones en la política?
No voy a dejar la política porque soy expresidenta o porque no he sido elegida para algún cargo. He hecho política toda mi vida, estuve presa no porque era técnica, nadie va preso por ser técnico. Hice política siempre y no necesité de un mandato para hacerlo, y lo haré a un ritmo compatible con mi edad.
¿O sea busca postular a algún cargo?
No lo descarto, pero no he pensado seriamente en el tema. Si digo que no pienso postular y luego lo hago porque cambio de parecer, voy a tener que dar explicaciones en Brasil. Contemplo la posibilidad de postular para luego no tener que dar explicaciones.
¿Cree que la historia le dará la razón?
La historia en Brasil va muy rápido y ya me está dando la razón. Eduardo Cunha, que presidió mi impeachment, fue suspendido y condenado a nueve años y está preso. Varios procesos mostraron que compró a diputados. También fue comprobado que los motivos que argumentaron para realizar el impeachment eran ridículos, que no hice nada ilegal.
Dijeron que el impeachment iba a resolver la crisis económica y política, pero esas crisis sólo se han profundizado. El actual presidente usurpador ya fue denunciado dos veces, al igual que el senador Aécio Neves, ambos enfrentando pruebas cabales y grabaciones. Pero ellos siguen en sus cargos, mientras que las otras dos personas [Dilma y Lula] fueron acusadas por el solo hecho de haber sido presidentes.
Autores: Jean-Philip Struck y Clarissa Neher (DZC/VT)
Altos y bajos en la trayectoria política de Dilma Rousseff
Antes de llegar a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff luchó contra la dictadura y un cáncer, y fue ministra de Lula. La crisis económico-política y un juicio de destitución se convirtieron en su mayor adversario.
Imagen: Roberto Stuckert Filho
Un agitada vida política
Un vistazo a la vida política de Dilma Rousseff, que comenzó ssiendo muy joven. A fines de los años 60 integró organizaciones que combatían la dictadura, hasta ser tomada presa, en enero de 1970, y torturada durante más de 20 días. Cuando salió de prisión, dejó la lucha armada y se mudó a Río Grande do Sul, donde estudió Economía y ayudó a fundar el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT).
Imagen: AP/Arquivo Público do Estado de São Paulo
Junto a Lula
Dilma se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) en 2001, cuando era secretaria de Minas y Energía de Rio Grande do Sul. Con la elección de Luiz Inacio "Lula" da Silva, en 2002, fue nombrada ministra de Minas y Energía. En 2005, asumió la jefatura de la Casa Civil. Ese cambio marcó el inicio de una reforma ministerial en medio de una crisis política.
Imagen: Ricardo Stuckert/PR
Ministra "de línea dura"
Cuando era ministra y jefa de la Casa Civil, Dilma anunció la creación de un Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), en 2007, que no se desarrolló como se esperaba, y asumió la dirección de iniciativas como el programa “Mi casa, mi vida”. En 2009 presentó un marco regulatorio que define las reglas de la explotación de las reservas de petróleo del presal.
Imagen: A. Nascimento/ABr
Su lucha contra el cáncer
En abril de 2009 se le diagnosticó cáncer linfático. Tras una cirugía y meses de radioterapia, Dilma anunció en septiembre de ese año que estaba curada. Ya era precandidata del PT para suceder a Lula. “Si uno se desarma ante esta dolencia, ella vence. Pero si uno no lo hace, percibe que la vida no acabó, y que incluso puede estar mejor que antes”, dijo a DW sobre su enfermedad.
Imagen: AP
Llegada a la presidencia
En octubre de 2010, Dilma dejó de ser una actriz secundaria en el escenario político para ser la sucesora de la política del expresidente Lula. Ganó en segunda vuelta contra José Serra y pasó a ser la primera presidenta de la historia brasilera. Asumió el cargo el 1º de enero de 2011.
Imagen: AFP/Getty Images/Evaristo Sa
Primer discurso en la ONU
“Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, una voz femenina inaugura el debate. Es la voz de la democracia y la igualdad amplificándose en esta tribuna”, dijo Dilma en la apertura de la 66ª Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2011. Allí resaltó el papel de la mujer en la sociedad y en la política, lamentó la ausencia palestina y defendió la reforma del Consejo de Seguridad.
Imagen: picture-alliance/dpa
Dimisión de ministros
De los 39 ministros que integraban el equipo de la presidenta electa, ocho dejaron sus cargos en los primeros 14 meses de mandato tras escándalos. Siete de ellos venían del gobierno de Lula. De los ocho que dimitieron, solo Nelson Jobim, entonces ministro de Defensa, no estaba envuelto en denuncias de corrupción.
Imagen: AP
Inclusión social
Durante su primer mandato, Dilma dio continuidad a programas sociales del gobierno de Lula como la Bolsa Familia y Mi casa, Mi vida, y subastó el Campo de Libra, en el presal, destinando recursos a la educación y a la salud. También se crearon nuevos programas, como Pronatec y Más Médicos, este último, objeto de duras críticas por las entidades médicas, que realizaron protestas y huelgas.
Imagen: picture alliance/AE
Corrupción en Petrobras
En marzo de 2014, la Policía Federal de Brasil puso en marcha la Operación Lava Jato para investigar un megalavado de dinero que envuelve a Petrobras, a grandes empresas del país y a decenas de políticos. El escándalo en la petrolera estatal sirvió de combustible a la oposición durante la campaña electoral en ese año.
Imagen: AFP/Getty Images/K. Betancur
Elecciones disputadas
Dilma fue reelecta el 26 de octubre de 2014 con 54,5 millones de votos, en segunda vuelta, en una de las elecciones más disputadas de la historia de Brasil, con una diferencia de apenas 3,5 millones de votos para el segundo, Aécio Neves (PSDB). La campaña estuvo marcada por ataques verbales, escándalos y la muerte de uno de los candidatos, Eduardo Campos (PSB), sustituido por Marina Silva.
Imagen: picture-alliance/dpa/Sebastião Moreira
Crisis económica
Con una victoria apretada, Dilma enfrentó la paralización del crecimiento económico. En su primer mandato, el PIB creció menos de lo esperado, pero para los próximos dos años, la proyección fue aún peor: de retracción. La inflación, que viene creciendo desde 2012, superaría el techo prefijado en 2015, lo que no ocurría desde 2003.
Imagen: E. Sa/AFP/Getty Images
Protestas y reprobación
Las manifestaciones de junio de 2013 apenas afectaron a Dilma. En 2015, por otro lado, centenas de miles de personas salieron a la calle en Brasil para protestar específicamente contra el gobierno de la presidenta y los escándalos de corrupción. La gestión de Dilma Rousseff, que llegó a ser aprobada por el 73% de los brasileros en 2011, vio caer esa cifra a un 8% cuatro años más tarde.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Sa
Déficit de presupuesto
En agosto de 2015, enfrentándose con el Congreso, el gobierno presentó una propuesta de presupuesto para 2016 con una previsión de déficit de 30,5 billones de reales, algo inédito. La decisión llevó a que la agencia de clasificación de riesgo Standard & Poor’s rebajara la nota de Brasil. Luego, el gobierno anunció un ajuste fiscal que aún trata de negociar con el Congreso.
Imagen: picture-alliance/epa/F. Bizerra jr.
"Maniobras" fiscales
A comienzos de octubre, el Tribunal de Cuentas de la Unión Brasilera recomendó rechazar las cuentas de 2014. La decisión es usada por la oposición para fundamentar un pedido de proceso de destitución para Rouseff. Dilma anunció el corte de ocho ministerios, la extinción de 30 secretarías en todas las carteras y la reducción de un 10% del salario para los ministros y para sí misma.
Imagen: Reuters/U.Marcelino
Cunha, pieza clave del juego político
El presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha, rompió con el gobierno cuando fue investigado por el escándalo de Petrobras. En vez de perder fuerza por las denuncias de corrupción, se mantiene firme en el poder y su actuación es decisiva para abrir un proceso de destitución contra Dilma, lo que desea la oposición.