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Discrepancias ante el “eje del mal”

ers23 de mayo de 2002

Europa apoya plenamente a Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo. Pero los enfoques divergen en cuanto a la forma de librar esta batalla común, en el marco de la política exterior global.

Los países europeos privilegian una política internacional que trasciende la opción militarImagen: European Communities, 1995-2002

La solidaridad absoluta hacia Estados Unidos que manifestó Europa tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, comenzó a perder su carácter irrestricto a más tardar en enero de este año, cuando el Presidente Bush manifestó su visión del "eje del mal". Irak, Irán y Corea del Norte, quedaron a la cabeza de la lista negra de Washington. Las asociaciones con el discurso de Ronald Reagan y su lucha contra el "imperio del mal" saltaron a la vista. Y en diversas cancillerías europeas comenzó a hacerse patente la inquietud.

Aliados y no satélites

El entonces ministro de relaciones exteriores francés, Hubert Vedrine, fue el más duro en su reacción: habló de una postura demasiado simplista, que representa un peligro. En las restantes capitales del viejo mundo el tono fue más cauteloso. Pero ello no logró ocultar las molestias.

El comisario europeo de asuntos exteriores, Chris Patten, previno a Washington de emprender acciones precipitadas en la lucha contra el terrorismo. Y el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, hizo notar que las alianzas no se reducen a la sumisión y que "los aliados no son satélites". En este contexto, puntualizó que la coalición internacional contra el terrorismo no es un "cheque en blanco para llevar a cabo una invasión en ningún país".

El polvorín del Medio Oriente

Las palabras del ministro alemán aludían a las especulaciones sobre un ataque estadounidense contra Irak. El revuelo de comienzos de año se fue aplacando con los meses, pero las divergencias de fondo siguen en pie. Los europeos temen que una operación militar contra Irak provoque una desestabilización general en el Medio Oriente. Temen el estallido del polvorín regional, con el consiguiente peligro para Israel, Arabia Saudita y el abastecimiento mundial de petróleo.

El factor iraní

La visión de Europa y Washington también difiere en lo tocante al segundo integrante del "eje del mal": Irán. Durante largos años, Alemania mantuvo una política de "diálogo crítico" hacia ese país, contraviniendo los deseos de Washington.

A pesar de serias crisis, se ha impuesto en el viejo continente la postura de que es necesario mantener abiertos los canales de intercambio, con el fin de fomentar las corrientes reformistas y democratizadoras en Teherán. Desde esta perspectiva, no sorprende que la Unión Europea se haya distanciado en febrero de las acusaciones estadounidenses, según las cuales Irán intentaba desestabilizar las situación en Afganistán. Más aún: el enviado especial de la EU para Afganistán, Klaus-Peter Klaiber, alabó el apoyo iraní y subrayó que "sin Teherán, la reconstrucción afgana fracasaría".

Acento en la democratización

Inquietud provocó igualmente la inclusión de Corea del Norte en el "eje del mal", ante los esfuerzos de distensión emprendidos por el gobierno de Seúl. La llegada al poder de Kim Dae Young en Corea del Sur en 1997, marcó el inicio de un proceso de diálogo, tímido pero impensable años atrás.

Europa ciertamente no comulga en lo absoluto con las dictaduras de Bagdad y Pjongjang, ni con el régimen de Teherán. Pero, a diferencia de Estados Unidos, desconfía de la eficacia de la opción militar y apuesta por promover la democratización.