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Daniel Ortega: ¿cada vez más solo?

9 de abril de 2022

La reciente renuncia de dos altos representantes del gobierno nicaragüense a nivel internacional son un duro golpe para el presidente Ortega. ¿Cuánto impacto puede tener en la política interna?

Rosario Murillo y Daniel Ortega.
Rosario Murillo y Daniel Ortega.Imagen: Cesar Perez/Nicaraguan Presidency/AFP

Con la oposición en la mira y el férreo control de cualquier disidencia, la salida de dos altos personeros del gobierno de Nicaragua fue un remezón para la pareja presidencial formada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, especialmente a nivel internacional, estiman analistas consultados por DW.

Es que no se trató de cualquier funcionario: nada menos que el abogado Paul Reichler, representante de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, y Arturo McFields, embajador del país ante la Organización de Estados Americanos (OEA), renunciaron a sus cargos, expresando en duros términos su rechazo a la política actual del régimen del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

"Usted ya no es el Daniel Ortega a quien tanto respeté, admiré, quise y serví con orgullo (...). Es inconcebible que haya destruido la democracia (...) y establecido una nueva dictadura, no muy diferente a la que ayudó a derrocar”, señaló Reichler en su carta de renuncia.

Términos similares empleó McFields, quien denunció ante la OEA las violaciones a los Derechos Humanos y tomó la palabra "en nombre de más de 177 presos políticos y 350 personas que han perdido la vida desde 2018”.

"Es un golpe político y moral para un régimen que ha criminalizado a la oposición. Y ver a sus propios funcionarios contradiciéndolo es un golpe para el gobierno y para sus bases políticas. A nivel internacional, deja en entredicho al presidente en su narrativa de que son víctimas o que el imperialismo está conspirando contra ellos, además de contradecir lo que dice el gobierno de que no tienen presos políticos”, dice Wilfredo Miranda, periodista nicaragüense exiliado en Costa Rica y editor del medio Divergentes.

La renuncia de Arturo McFields, embajador de Nicaragua ante la OEA, y su denuncia de las violaciones a los Derechos Humanos en su país supone un fuerte golpe a nivel internacional para el régimen de Daniel Ortega.Imagen: Juan Manuel Herrera/OAS/dpa/picture alliance

Para el Dr. Ernesto Medina, académico y exrector de dos universidades nicaragüenses, estas salidas marcan una diferencia "por los cargos que ocupaban, la importancia que tenían dentro del entramado de poder de Ortega y por los estrechos vínculos personales que tenían con la familia Ortega Murillo. En el plano personal es una baja muy dolorosa para ellos”. Medina salió al exilio en octubre pasado y actualmente es investigador invitado en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín.

El Dr. Laurin Blecha, historiador de la Universidad de Viena, indica que las renuncias de estos funcionarios "son un hecho bastante simbólico a nivel internacional. Confirma lo que está pasando desde 2018, que cada vez más personas o grupos van contra las políticas de Daniel Ortega y están saliendo del país o van a la cárcel. Claramente, la renuncia del representante ante la OEA es grave, porque se trata de un órgano transnacional y uno de los cuerpos que envía observadores a las elecciones”.

¿Impacto interno?

 

Sobre el efecto que pueden tener estas renuncias en la política interna, los entrevistados son cautos. En opinión de Wilfredo Miranda, es muy prematuro creer que esto pueda impulsar mayores disidencias de funcionarios públicos o del gobierno. "Hay malestar interno en el gobierno, pero no sé hasta qué punto sea tan grande como para poner en jaque a la pareja presidencial”, comenta el periodista.

"Yo no diría que esto significa un descalabro para el régimen, pero sí es un síntoma que hay que seguir viendo con atención, porque cuando personas de este nivel y de tal confianza personal toman la decisión de retirarse, significa que algo no está funcionando muy bien en el círculo de poder”, señala Medina.

Sin embargo, un efecto a mayor escala depende de más factores. Para la población común pasarse a la oposición "es una decisión muy personal, que depende de las posibilidades de cada uno, y que la mayoría de la gente común, que lucha por la vida y la comida diaria, no puede tomar”, apunta Blecha.

En las cuestionadas elecciones de noviembre pasado, Daniel Ortega, en el poder desde 2007, fue reelegido para un quinto mandato, Con siete aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición en prisión, obtuvo un 75 por ciento.Imagen: Andres Nunes/AP/picture alliance

Al respecto, Miranda indica que "la policía y el ejército, que son los principales sostenes del gobierno, siguen siendo inamovibles. Y muchos funcionarios públicos están descontentos, pero son rehenes, no hablan. Tienen terror porque saben que al gobierno no le tiembla la mano a la hora de echarte preso o de montarte un juicio como traidor. El malestar existe, pero se va llevando en silencio”.

Entre el miedo y el cambio


Hay que tener en cuenta también el control de los medios locales y de la información crítica por parte de Ortega y el gobierno, advierte Blecha. Los periodistas independientes han debido salir al exilio a Costa Rica y otros países y la información que se difunde internamente está fuertemente sesgada.

"En Nicaragua ya se ha hecho de todo: elecciones, te las roban; salir a la calle, te matan; levantar la voz, te echan preso. Creo que debería mantenerse la presión internacional y la oposición sacarle provecho a ese malestar interno de las personas allegadas al gobierno. Por ahí podría haber una ventana de oportunidad”, dice Miranda.

"Para muchos de los funcionarios y militantes del Frente que no están muy contentos con el desarrollo de los acontecimientos en Nicaragua, estas renuncias les ayudan a seguir en su proceso de reflexión”, confía Medina. "Hay mucho miedo en Nicaragua. Yo no diría que es inminente que va a comenzar a haber una desbandada, pero tras las renuncias se percibe una sensación de inseguridad por parte del régimen, que lo está llevando a tomar medidas desesperadas que contribuyen a aislarlo más”, dice en referencia a la expulsión del delegado del Comité Internacional de la Cruz Rojay los cambios intempestivos de embajadores y funcionarios.

El régimen está preocupado y percibe señales de descontento en su círculo más cercano "y para la oposición este ha sido también un baño de optimismo y esperanza que obliga a reflexionar sobre su manejo en relación con los empleados públicos y la militancia del Frente y buscar puntos de encuentro, que ayuden a los indecisos a dar el paso de distanciarse del régimen”, considera el investigador nicaragüense.

En su opinión, "el proceso de descomposición es innegable, pero es difícil decir qué profundidad tiene”. Terminar con la dictadura que ha impuesto Ortega dependerá de muchos factores, coinciden los análisis. Tanto el deterioro interno del poder, como la presión que puede ejercer la comunidad internacional y la cohesión de la oposición. (dzc)

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