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División dentro y fuera de Cuba por el viaje de Benedicto XVI

13 de marzo de 2012

No todos miran con buenos ojos la breve visita de Benedicto XVI a Cuba (26 al 28 de marzo). “Si se va a solidarizar con las víctimas del sistema es bueno que venga; si no, que no venga”, sostienen los más moderados.

Imagen: AP

Con motivo de los cincuenta años del embargo comercial impuesto por la Casa Blanca a Cuba –cumplidos el 7 de febrero–, el semanario alemán Der Spiegel analizaba recientemente los argumentos de quienes demandan la revocación de la medida, recordando que el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter había aconsejado a Barack Obama abolir de una buena vez esa reliquia de la Guerra Fría. Según Carter, el cerco en torno a Cuba refuerza la dictadura de los hermanos Castro, proporcionándoles una excusa para justificar sus errores.

Pero, aunque la suspensión del embargo le daría oxígeno al país caribeño, asfixiado desde hace años por una situación económica precaria, no todos los cubanos están a favor de que Washington deje de ejercer presión sobre La Habana. Sobre todo los que se han exilado en territorio estadounidense están dispuestos a usar su nada despreciable capital político para castigar en las urnas a quien proponga suavizar o suspender la medida en cuestión. Igualmente divididos se muestran los cubanos por estos días de cara a la visita del Papa a la isla.

Conrado Rodríguez, percibido como el más crítico de los sacerdotes cubanos, ve con buenos ojos el viaje de Benedicto XVI a su país –26 al 28 de marzo– para conmemorar los 400 años del descubrimiento de una imagen religiosa: la de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, encontrada en las aguas de la Bahía de Nipe, en el oriente de la isla. Guillermo Fariñas, receptor del Premio Sájarov para la Libertad de Consciencia, otorgado por el Parlamento Europeo, ha asumido una “posición intermedia”: “Si se va a solidarizar con las víctimas [del sistema] es bueno que venga; si no, que no venga”.

El poder simbólico de la visita papal

Este lunes (12.3.2012), al publicar su informe de febrero, la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) –una organización ilegal, pero tolerada por el oficialismo– dijo que la breve gira de Benedicto XVI por Cuba, pautada para finales de marzo, puede propiciar un descenso en el número de arrestos arbitrarios padecidos por disidentes políticos, pero sólo temporalmente. Según CCDHRN, la represión política se ha intensificado en los últimos meses, sobre todo contra las Damas de Blanco.

El disidente cubano y receptor del Premio Sájarov, Guillermo Fariñas.Imagen: AP

Berta Soler, líder de las Damas de Blanco –el grupo que reúne a las esposas de varios presos políticos–, se abstuvo de suscribir la carta abierta en la que 750 disidentes le pedían al pontífice reconsiderar su visita a Cuba. El mensaje de la misiva: “Su presencia en la isla sería como enviar un recado a los represores de que pueden seguir haciendo lo que quieran, porque la Iglesia lo va a permitir”. Oswaldo Payá, que encabeza el Movimiento Cristiano de Liberación, tampoco comparte esta posición, atribuida al ala más liberal de la disidencia.

“Cuba es como una cárcel. Y ningún preso va a decir: ‘como los carceleros maltratan a los prisioneros, vamos a suspender las visitas de los amigos y los familiares’. Eso es como castigar a la víctima dos veces”, explicaba Payá a principios de marzo. Por su parte, Martha Beatriz Roque, miembro del “Grupo de los 75” disidentes detenidos en 2003 y firmante de la carta abierta dirigida a Joseph Ratzinger, criticó el acercamiento de los representantes de la Iglesia católica en Cuba al régimen castrista, dejando en el aire la impresión de que esta aproximación no ha mejorado la situación de las libertades individuales en la isla.

Viaje de Benedicto XVI atiza expectativas

El viaje del Papa a Cuba ha generado expectativas, dentro y fuera de la sociedad cubana. El 5 de diciembre, las Damas de Blanco pidieron que se les permitiera entrevistarse con el Papa. Pocos meses después, Guillermo Fariñas pidió a los organizadores de la visita papal que difundieran la agenda completa de Benedicto XVI, para saber si el pontífice se reuniría o no con los portavoces de la disidencia. Y centenares de cubanos radicados en Estados Unidos volarán a su tierra natal para acercarse lo más posible al líder de la Iglesia católica.

Raul Castro, presidente de Cuba.Imagen: picture alliance/dpa

Semejante peregrinación es posible tras la flexibilización de los viajes a la isla para los ciudadanos cubano-estadounidenses, aprobada por la administración Obama en 2009. ¿Qué espera Washington de Joseph Ratzinger? “Nosotros vemos el viaje del Papa como una oportunidad para dejarle claro al Gobierno cubano que existe preocupación internacional [por la situación de los derechos humanos en ese país]”, dijo el Secretario de Estado adjunto interino para Asuntos Públicos, Mike Hammer, en una rueda de prensa sostenida en español.

El 27 de marzo, Benedicto XVI –el segundo Papa en pisar suelo cubano– se desplazará de Santiago de Cuba, en el sureste del país, a La Habana para reunirse oficialmente con el presidente del país, Raúl Castro.

Cuba y el Vaticano: “relaciones excelentes”

El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, tenía planeado aparecer en la televisión estatal este martes (13.3.2012) para dar detalles sobre el viaje pastoral que llevará a Benedicto XVI a América Latina; primero a México (23 al 26 de marzo) y luego a la Antilla Mayor. Este 12 de marzo, el Ministerio de Exteriores de Cuba activó la página web benedictocuba.cubaminrex.cu, con miras a informar a la población sobre los preparativos para recibir al Sumo Pontífice y sobre las tradiciones católicas en la isla caribeña.

Jaime Ortega (izquierda), en una imagen de archivo, ofrece detalles sobre la visita papal este 13 de marzo.Imagen: AP

Desde que Joseph Ratzinger anunció su breve periplo latinoamericano en diciembre, el diario Granma y otras instancias oficiales se han encargado de enfatizar que Cuba y el Vaticano sostienen relaciones “excelentes”. Ambos Estados se trataron con hostilidad tras el triunfo, en 1959, de la revolución liderada por Fidel Castro. Cuba, oficialmente atea durante décadas, expulsó a numerosos representantes de la jerarquía eclesiástica y la Santa Sede excomulgó a Castro. La situación cambió cuando Juan Pablo II visitó a los católicos cubanos en 1998.

A partir de entonces, el Gobierno permite la celebración de fiestas cristianas como la Navidad en la isla y tolera otras prácticas rituales, como las procesiones del Vía Crucis, que se realizarán en distintas zonas de La Habana hasta el 16 de marzo. Por otra parte, los representantes locales de la Iglesia católica se han convertido en un importante actor social e interlocutor habitual del Gobierno en los últimos tiempos, sobre todo a la hora de propiciar la liberación de presos políticos.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López

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