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Donald Trump y Centroamérica: "Incertidumbre total"

Martin Reischke
30 de enero de 2017

Con las nuevas políticas de Donald Trump, el número de deportaciones de migrantes indocumentados o con antecedentes criminales podría incrementar. Para los países centroamericanos, las consecuencias pueden ser graves.

Marsch der Karawane Mütter verschwundener Migranten
Imagen: DW/C.Pagaza

En el debate sobre el polémico muro que pretende construir Donald Trump, es instructivo consultar las estadísticas migratorias del Pew Research Center, un tanque de pensamiento con sede en Washington, D.C. Según ellas, ya desde hace un par de años, el flujo migratorio neto de México a EE.UU. es negativo. Dicho en otras palabras, hay más mexicanos regresando de EE.UU. a su país natal que mexicanos migrando hacia el norte.

Esta tendencia es corroborada con las estadísticas oficiales de EE.UU. Según ellas, en 2014, por primera vez el grupo de centroamericanos aprehendidos en la frontera sur de EE.UU. fue más grande que el grupo de mexicanos detenidos, una tendencia que se ha sostenido. "Suponemos que las condiciones económicas no se han empeorado tanto en México, mientras que en Centroamérica la situación sigue siendo muy difícil y ha venido acompañada de un incremento en el desplazamiento forzoso”, explica Arturo Matute, analista de la ONG International Crisis Group en Guatemala. "Muchas personas tienen que salir de la región por la violencia.”

Miles de migrantes mueren en su intento por llegar a Estados Unidos (archivo)Imagen: DW/C. Pagaza

Esta situación no es tan nueva como puede parecer. Durante las guerras civiles de El Salvador y Guatemala en los años 80, hubo un gran número de refugiados centroamericanos que llegaron a EE.UU. Cuando terminaron los conflictos, una parte de ellos fueron regresados a su país de origen, entre ellos muchas personas con antecedentes criminales. "El fenómeno pandilleril está en su auge en los años 80 en EE.UU., y en los años 90 el sistema estadounidense comienza a deshacerse de ellos a través de la deportación sostenida", explica Marco Pérez, de la fundación Heinrich Böll en El Salvador. "Las pandillas se trasladan progresivamente a Centroamérica en esta franja de tiempo."

Estadísticas engañosas

Durante la administración de Bill Clinton (1993-2001), el número de personas deportadas de EE.UU. se incrementó drásticamente, llegando a casi dos millones en el año 2000. Sin embargo, las estadísticas son engañosas, ya que el término "deportación” no tiene una definición exacta y ha sido utilizada de distintas formas por diferentes organizaciones y medios de comunicación. A grandes rasgos, existen dos formas de deportaciones: Removals y returns. Mientas ambas resultan en la expulsión de las personas afectadas del territorio estadounidense, los removals conllevan consecuencias legales mucho más graves que los returns, ya que las personas con condición de removal  no pueden aplicar para re-entrar a EE.UU. por un largo período de tiempo.

El legado migratorio del ex-presidente estadounidense Barack Obama es contradictorio. Aunque le hayan denominado "Deporter-in-Chief" ("Deportador-en-Jefe"), el número de deportaciones durante su mandato ha sido mucho menor que el de sus predecesores, Clinton y Bush jr. Sin embargo, eso se debe sobre todo a una reducción significante de aprehensiones en la frontera sur, como resultado de una caída en el flujo migratorio, especialmente de mexicanos, según dice un informe del Migration Policy Institute, un tanque de pensamiento estadounidense. Obama se enfocó en la deportación de personas con antecedentes criminales y en migrantes recién llegados al país. Durante su mandato, creció de forma drástica el porcentaje de las personas deportadas con orden de removal comparado con el porcentaje de personas simplemente retornadas. Nunca antes hubo tantos removals como durante el Gobierno de Obama. Al mismo tiempo, Obama implementó algunas políticas que beneficiaron a migrantes indocumentados que ya llevaron más tiempo en EE.UU.

 

Las normas de Trump dejan a los migrantes en situación de incertidumbreImagen: DW/P. Teffer

El número total de deportaciones se redujo de casi un millón (2009) a 450,000 (2016). No obstante, estas cifras no significan que la política migratoria sea menos restrictiva, ya que las aprehensiones en esta época bajaron también (y por lo tanto muy posiblemente el flujo migratorio). Y dentro de este grupo, los centroamericanos tienen cada vez más peso. Es decir: Aunque bajó el flujo total de migrantes, la migración de centroamericanos a EE.UU. sigue siendo fuerte.

"Incertidumbte total"

Otro aspecto importante que hay que tomar en cuenta es el hecho de que desde hace dos años, México deporta a más centroamericanos  (sobre todo de Guatemala, El Salvador y Honduras) que EE.UU. En otras palabras: Parece que en su arduo viaje al norte, muchos centroamericanos ni siquiera llegan a la frontera sur de EE.UU. "Durante el Gobierno de Obama hubo una inversión masiva en el fortalecimiento de la frontera entre México y Guatemala”, dice Torge Löding, representante de la Fundacion Rosa Luxemburg en México y Centroamérica. "Esta frontera se convirtió prácticamente en la frontera sur de EE.UU.”

La perspectiva para los próximos meses no es nada prometedora para los países centroamericanos. "Estamos en una incertidumbre total”, admite el analista Arturo Matute, quien piensa que Donald Trump va a expulsar a más migrantes con problemas legales. "Que vengan de regreso más personas que tal vez han tenido contacto con organizaciones que han delinquido, sí es una preocupación muy seria para los próximos meses.”

 

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