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PolíticaPolonia

Donald Tusk en el ecuador de su mandato en Polonia

Jacek Lepiarz
13 de diciembre de 2025

El primer ministro llegó al poder en Polonia hace dos años como un faro de esperanza para la Europa liberal. Su gobierno ha decepcionado a muchos votantes de centro izquierda, pero no piensa en retirarse.

Deutschland Berlin 2025 | Pressekonferenz mit Polens Ministerpräsident Donald Tusk im Kanzleramt
Imagen: dts-Agentur/picture alliance

La Europa liberal observó con esperanza y entusiasmo que en Polonia asumiera como primer ministro Donald Tusk el 13 de diciembre de 2023. El político proeuropeo demostró al mundo entero que un gobierno populista de derecha que había puesto bajo su control al poder judicial, los medios de comunicación, las instituciones culturales y las empresas estatales podía todavía ser derrotado por medios democráticos.

Como líder de la oposición, el líder de la liberal-conservadora Coalición Cívica (KO, por sus siglas en polaco) movilizó a muchos jóvenes votantes. Tras las elecciones, logró formar una colorida coalición de tres bloques políticos y jurar como primer ministro al frente de ella. Aunque los partidos tenían tradiciones diferentes, compartían un objetivo común: destituir al conservador Partido Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski.

Índices de encuesta escasos, socios de coalición débiles

Dos años después, Tusk y su gobierno están en crisis. Su alianza electoral KO lidera las encuestas con más del 30 por ciento. Sin embargo, este liderazgo tiene un regusto amargo porque se basa en la pérdida de aprobación de otros socios de la coalición. La Nueva Izquierda (NL) se mantiene en el cinco por ciento, mientras que los otros dos socios de coalición, Polska2050 y el Partido Campesino Polaco (PSL), están muy por debajo de ese umbral.

Según el calendario electoral, los polacos no volverán a acudir a las urnas hasta dentro de dos años. Sin embargo, si las elecciones se celebraran el próximo domingo, los partidos conservadores de derechas y extremistas de derechas tendrían una mayoría clara en el Parlamento.

Donald Tusk, tras su victoria electoral el 15 de octubre de 2023.Imagen: REUTERS

A principios de esta semana, el 42,6 por ciento de los polacos valoró negativamente en según una encuesta de UCE Research a su gobierno actual. Apenas una de cada tres persona aprobaba su gestión y casi una cuarta parte de los encuestados no expresaba una opinión. Los resultados de otros institutos de demoscopia ofrecen valores aun peores.

La difícil restauración del Estado de Derecho

La restauración del Estado de Derecho, el objetivo tan anunciado de Tusk desde la campaña electoral, ha resultado mucho más difícil de lo esperado. El presidente conservador de derechas Andrzej Duda hizo todo lo posible por descarrilar las iniciativas del Gobierno con su veto. El Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo opusieron una fuerte resistencia a todos los intentos de despolitizar el poder judicial. El cumplimiento de la promesa de llevar rápidamente ante la Justicia a los representantes corruptos del gobierno anterior también avanza extremadamente lentamente. Por ejemplo, el exministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, buscado por corrupción y abuso de poder, encontró refugio en Hungría y sigue estando fuera del alcance de la Justicia.

Durante un año y medio, Tusk pidió tiempo a sus críticos hasta después de las elecciones presidenciales en el verano de 2025. Su candidato, el alcalde liberal de Varsovia, Rafal Trzaskowski, se suponía que iba a ganar la presidencia y eliminar el estancamiento político. Pero este plan fracasó estrepitosamente cuando Trzaskowski perdió este verano ante Karol Nawrocki, notorio admirador de Donald Trump.

El  nuevo jefe de Estado está aún más a la derecha que su predecesor, Duda, y no oculta su plan para derrocar al gobierno de Tusk. Desde principios de agosto, Nawrocki ya ha paralizado 17 leyes con su veto, casi tantas como su predecesor en diez años.

Pocas promesas de campaña cumplidas

Tusk, que tiene experiencia en política exterior e interior, logró aun así algunos éxitos. Gracias a sus contactos internacionales, logró romper el aislamiento de Polonia en Europa y normalizar las relaciones con los socios europeos más importantes, Alemania y Francia. Ha conseguido asegurar que la ayuda por el coronavirus bloqueada por Bruselas finalmente llegue a Polonia: hasta ahora 93.000 millones de zlotys (unos 22.000 millones de euros). A pesar de la alta deuda, la economía está en auge.

Sin embargo, Tusk solo pudo cumplir una pequeña parte de sus promesas de la campaña electoral. Estas, como el derecho al aborto hasta la duodécima semana de embarazo o la duplicación de la cantidad de ingresos exenta de impuestos, aún están pendientes de cumplirse. Tusk ni siquiera ha conseguido aprobar las uniones civiles, que también se aplicarían a parejas del mismo sexo: la resistencia de las fuerzas conservadoras en su propia coalición resultó ser demasiado fuerte.

Donald Tusk, junto al presidente polaco, Karol Nawrocki.Imagen: Kacper Pempel/REUTERS

Con un giro hacia la derecha en la política migratoria y una postura más dura contra los refugiados ucranianos, Tusk intentó ganarse la aprobación de los votantes conservadores, pero alejó a sus seguidores liberales. Un tono más severo hacia Alemania, especialmente la exigencia de reparaciones para las víctimas supervivientes de la Segunda Guerra Mundial, pretendía refutar las acusaciones de la oposición de que actuaba en interés de los alemanes.

Malas perspectivas para las parlamentarias de 2027

Hace unos meses, los medios debatieron si Tusk no debería retirarse prematuramente para dar paso a un nuevo sucesor, como el ministro de Asuntos Exteriores Radoslaw Sikorski. Pero Tusk no piensa rendirse.

Recientemente, Tusk ha conseguido ganar puntos entre sus compatriotas porque la Comisión Europea había eximido a Polonia de la obligación de acoger refugiados bajo el mecanismo de distribución como parte de la reforma de asilo de la UE. El primer ministro también puede contar entre sus éxitos la rápida aprobación por parte de la Comisión de miles de millones en ayudas estatales polacas para la construcción de la primera central nuclear en Polonia. "¡Lo conseguimos!" escribió en X.

Dos años después de la victoria, incluso los medios progubernamentales están cayendo en el pesimismo. "Debería haber sido diferente", comentó Bartosz Wielinski en Gazeta Wyborcza, quejándose de la confrontación política que reina en el país y lo aboca al estancamiento, escribe el subdirector de la prestigiosa publicación.

Sin embargo, Tusk sigue siendo combativo. "Ganaremos las próximas elecciones para que el robo como principio de poder no vuelva", dijo Tusk la semana pasada en Varsovia. Un "resultado soñado del 40 por ciento" está al alcance de la mano, siempre que "construyamos la Polonia con la que sueña la gente común", dijo el hombre, de 68 años y natural de Gdansk.

(lgc/mn)

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