Diego Armando Maradona jugó en una época en la que el fútbol aún no estaba globalizado, pero su reputación sí. Ver en vivo al astro del fútbol fue algo especial. Este es el homenaje muy personal de un admirador alemán.
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Una ligera neblina rodeaba el frío suelo del estadio de Weser, en la ciudad alemana de Bremen. Era un 6 de diciembre y sentía que el frío subía lentamente por mis piernas. Allí estaba Diego Armando Maradona. El Nápoles fue invitado por el Werder Bremen a la Copa de la UEFA. Para ver un jugador así, el ídolo de tantos niños y jóvenes con grandes sueños futbolísticos, ninguna distancia era demasiado grande y ninguna temperatura demasiado baja. Simplemente tenía que estar allí.
En 1989, en una época en la que no todos los partidos del mundo se transmitían en directo por un canal de televisión de pago y la Liga de Campeones no enviaba a los mismos equipos por toda Europa todos los años, esas tardes seguían siendo extraordinarias para mí y todos los demás aficionados al fútbol. De hecho, la información sobre Maradona solo podía obtenerse a través de los periódicos nacionales o la famosa revista "Kicker". Con suerte, una vez transmitieron un reportaje sobre el fútbol italiano y sus estrellas en el informe deportivo de la cadena ZDF. Eso fue todo. El fútbol aún no estaba globalizado, pero la reputación de Maradona sí.
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Uli Borowka contra Maradona
Y, en realidad, debería estar molesto con el jugador alemán Uli Borowka. El duro defensor se enfrentó al artista argentino del balón durante los 90 minutos de esa fría noche. Jadeaba detrás de Maradona, interrumpiéndolo cada vez que cogía la pelota, golpeándolo sin piedad. Cualquiera que recuerde muchas jugadas sucias y la dureza del fútbol profesional de aquellos tiempos se estremecerá al recordar esa experiencia. Maradona se rindió en algún momento, el Werder ganó 5-1 y pasó a la siguiente ronda.
En realidad, Maradona solo pudo demostrar sus extraordinarias habilidades con el balón durante el precalentamiento. Mientras sus compañeros calentaban seriamente, Maradona prefería hacer malabares con la pelota como si fuera lo más fácil del mundo. La pelota era su amiga y hacía exactamente lo que él quería. Todo parecía tan ligero y sencillo. Sus malabares eran reconocidos y amados por todos. Probablemente, los ojos de todos los presentes en el estadio se dirigían solo a él, incluso antes del partido.
El hincha argentino
Todo el mundo ya había podido ver al "Pibe de Oro" en la televisión durante el Mundial de México de 1986, ya que ganó el torneo casi en solitario para su país. Sus compañeros de equipo estaban, en realidad, solo de adorno. Yo no hacía barra por Argentina, pero sí por esta joven maravilla. Su gol en cuartos de final contra Inglaterra para poner el 2-0, cuando burló a casi todo el equipo con la ligereza de una pluma y una arrogancia resonante, sigue siendo para mí el gol más espectacular de la historia del fútbol.
Desde entonces, Maradona ha jugado un papel en mi vida. Por ejemplo, en la Copa del Mundo de 1990, cuando Maradona fue derrotado por el equipo alemán en la final. Tuvo momentos grandiosos en la liga europea, fue noticia cuando se enfrentó a la mafia Camorra en Nápoles. Pero en algún momento nuestros caminos tomaron rumbos distintos. Hasta que nos volvimos a encontrar en el verano de 2006, durante el Mundial de Alemania, en el estadio de Gelsenkirchen, en el partido entre Argentina y Serbia y Montenegro. Un Maradona mucho más pesado y marcado por la buena vida, pero aún dotado de ese aura, celebró el 6-0 de los gauchos como un verdadero hincha en las gradas, con tanto entusiasmo como si fuese el título de la Copa del Mundo. Pude ver su entusiasmo y me alegré con él. Luego, Argentina perdió contra Alemania en los cuartos de final.
Las debilidades encubiertas
Pude ignorar las escapadas de Maradona, sus fiestas o su comportamiento extrovertido y desenfrenado, con el que, fuera de las canchas, en algún momento daba que hablar. Simplemente me alegro de haberlo visto jugar en vivo y en directo. Mis recuerdos de este excepcional jugador siempre ocultaron las debilidades humanas que el propio Maradona no quería ocultar. Ahora, Maradona hará malabares con el balón en otro lugar. Y los demás volverán a sorprenderse de nuevo. Como yo, en el estadio de Weser.
Diego Armando Maradona: una leyenda
El Pelusa, uno de los futbolistas más brillantes de la historia, tuvo una carrera llena de momentos gloriosos. Un paro cardiaco le quitó la vida este 25 de noviembre, sumiendo en luto a Argentina y al mundo del fútbol.
Imagen: Marcos Brindicci/dpa/picture alliance
Un joven con una carrera meteórica
Diego Armando Maradona nació en 1960 en Lanús. A los nueve años se probó en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, "Los Cebollitas". A los 16, ya con fama de talentoso en las ligas infantiles, debutó en la primera división. Un mes más tarde anotó su primer gol con la camiseta de Argentinos. En 1978 debutó en la selección argentina, pero no fue nominado para el Mundial adulto de ese año.
Imagen: Empics Peter Robinson/dpa/picture-alliance
El paso por Boca y el salto a Europa
En 1979, Argentina gana el Mundial Juvenil con Maradona en la cancha. Dos años más tarde, y pese a tener varias ofertas, el deportista prefiere irse al club de sus amores, Boca Juniors, donde disputa 40 partidos. Apenas un año después emprende su aventura europea, cuya primera estación fue Barcelona, donde el infortunio lo persiguió: enfermó de hepatitis y fue lesionado gravemente.
Imagen: Ciruelos/dpa/picture-alliance
El arribo a Napoli
Pese a la mala suerte, las cifras hablan de un paso esplendoroso por Barcelona: anotó 38 goles en 58 partidos. Pero es en 1984 cuando comienza la etapa más gloriosa de la carrera del argentino, cuando firma contrato con Napoli. Vistiendo esa casaquilla, Maradona ganó dos scudettos, una Supercopa y una copa de la UEFA. En el empobrecido sur de Italia su figura es admirada hasta hoy.
Imagen: Offside/L'Equipe/picture alliance
La mano de Dios
En el Mundial de México 1986 Maradona fue la figura excluyente. El 22 de junio dejó su impronta la historia del deporte con un momento oscuro, la llamada "Mano de Dios", y con uno brillante, cuando elude a media selección de Inglaterra y marca el gol más hermoso que se ha visto en un campeonato mundial. "Barrilete cósmico", lo apodó un locutor radial. Maradona estaba en su mejor momento.
Imagen: pictures-alliance/dpa/empics
Campeón del mundo
Maradona no se contentó con derrotar a los ingleses, una especie de venganza deportiva tras la Guerra de las Malvinas. Luego vino un triunfo sobre Bélgica por 2-0 (ambos tantos del 10 argentino) y, en la final, un triunfo por 3-2 ante Alemania Federal. Argentina alzaba la copa por segunda vez en 8 años, y la figura de Maradona se convertía en leyenda.
Imagen: Carlo Fumagalli/AP Photo/picture alliance
Triste adiós
En 1990, Argentina perdió la final del Mundial de Italia ante Alemania Federal, otra vez con Maradona jugando a altísimo nivel. El Pelusa volvió a disputar un campeonato del mundo en Estados Unidos 1994. El 25 de junio de 1994, tras el triunfo 2-1 ante Nigeria, Maradona da positivo por efedrina en un test antidoping. El deportista acusó que le estaban "cortando las piernas".
Imagen: dpa/picture alliance
El encuentro de dos portentos
Maradona volvió al fútbol tras superar el castigo que le impuso la FIFA. Se retiró de las canchas en 1997, con la casaquilla de Boca. En 2001 se realizó su despedida, a estadio lleno. Allí pronunció su célebre frase "la pelota no se mancha". Tras tener serios problemas con la droga, que lo tuvieron al borde de la muerte, se recuperó y en 2010 dirigió a Lionel Messi en el Mundial de Sudáfrica.
Imagen: Jon Hrusa/dpa/picture alliance
Dos de los grandes
Maradona tuvo una relación de dulce y agraz con otro grande, Pelé. Enfrentados por distintos asuntos, dos de los ídolos del fútbol sudamericano han limado asperezas con el paso de los años. En la imagen, comparten durante una actividad en París en 2016. En el Mundial de Rusia volvieron a encontrarse. Con motivo de su cumpleaños número 60, Pelé le dijo a Diego "siempre te apoyaré".
Imagen: Reuters//C. Platiau
Años de viajes
Tras su paso por la banca de la selección, Maradona hizo una irregular campaña como técnico. Dirigió en Emiratos Árabes Unidos, tuvo un programa de TV en Telesur, fue presentado como presidente de un club bielorruso en una extravagante ceremonia y, pocos meses después, se puso al frente de la dirección técnica de Dorados de Sinaloa, en México. En octubre de 2020 dirigió a Gimnasia y Esgrima.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/Prensa Club Dorados de Sinaloa
Un fenómeno social y cultural
Para muchos argentinos y fanáticos del fútbol en todo el mundo, Maradona fue más que un jugador. Fue un ídolo en toda su dimensión. No solo porque conquistó el mundo desde una villa miseria donde carecía de todo, sino porque supo llevar a la cima a equipos que nunca soñaron con estar en ese lugar. Su adicción a las drogas fue parte también de una vida que, sin embargo, estuvo marcada por la magia.