La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna desarrollaron "un método para la edición de genes" que ayuda a combatir el cáncer. Son la sexta y séptima mujer que ganan el premio desde 1901.
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El Premio Nobel de Química galardonó este miércoles (07.10.2020) a dos mujeres genetistas, la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna, por sus investigaciones sobre las "tijeras moleculares", capaces de modificar los genes humanos, un descubrimiento "revolucionario".
El galardón quiere recompensar "el desarrollo de un método de edición de genes" que "contribuye a desarrollar nuevas terapias contra el cáncer y puede hacer realidad el sueño de curar enfermedades hereditarias", subrayó el jurado en Estocolmo.
Charpentier, de 51 años, y Doudna, de 56, se convierten así en la sexta y séptima mujer que ganan un Nobel de Química desde 1901.
En junio de 2012, las dos genetistas y su equipo describieron en la revista Science una nueva herramienta con la que se podía simplificar el genoma. El mecanismo se llama Crispr/Cas9 y es conocido como "tijeras moleculares".
La terapia genética consiste en introducir un gen normal en las células que tienen un gen con problemas, como si fuera un caballo de Troya, para que haga el trabajo del gen que no funciona, pero Crispr va más lejos: en lugar de añadir un gen, modifica el gen existente.
Su uso es fácil, barato y permite a los científicos "cortar" el ADN exactamente donde quieren, para por ejemplo corregir una mutación genética y curar una enfermedad rara.
El descubrimiento es reciente pero ha sido citado desde hace algunos años como candidato al Nobel. Este logro se ve envuelto sin embargo en disputas de patentes, concretamente con el investigador estadounidense de origen chino Feng Zhang, lo que hizo pensar a algunos que la recompensa no llegaría por ahora.
Las dos genetistas han recibido varios galardones por este descubrimento: el Breakthrough Prize (2015), el Princesa de Asturias en España (2015) y el premio Kavli de las nanociencias en Noruega (2018), entre otros.
Para William Kaelin, que ganó el Nobel de Medicina el año pasado, este descubrimiento genético es uno de los más grandes de la década.
rrr (afp/reuters/dpa/efe)
Los Nobel de Química en la vida diaria
Muchas de las investigaciones de los Nobel de Química han revolucionado el mundo.
¿Qué han descubierto los premios Nobel de Química?
No todo el mundo sabe cuáles son exactamente sus aportes. En esta galería de imágenes les mostramos algunas aplicaciones cotidianas de los descubrimientos realizados por varios científicos galardonados con el Premio Nobel de Química.
Imagen: picture-alliance/dpa
Doble receptores G que hacen posible la percepción de sabores
Hay millones de receptores dobles de proteína G en nuestro cuerpo. Situados en la superficie de las células, posibilitan que éstas perciban lo que sucede a su alrededor y envíen señales para regular diversas funciones. Estos receptores también participan en la percepción de sabores y olores. Brian Kobilka compartió el Nobel de Química por sus investigaciones en esta familia de proteínas.
Fábrica de vida
Las proteínas se congregan en pequeñas fábricas, los ribosomas. Cada ribosoma sintetiza miles de componentes diferentes. ¿Cómo se forman estas fábricas de vida? Ada Yonath, Venkatraman Ramakrishnan y Thomas Steitz dieron respuesta a esta pregunta, lo que les valió el Nobel de Química en 2009.
Imagen: picture-alliance/dpa
Descifrar el código genético
Llevó 13 años completar la ambiciosa tarea de decodificar la secuencia del genoma humano. El trabajo pionero de Walter Gilbert y Fred Sanger contribuyó decisivamente a arrojar resultados definitivos. Ambos compartieron el Nobel de Química en 1980 por el desarrollo de métodos para secuenciar el ADN.
Imagen: Fotolia/majcot
La energía de los bosques
La reacción química más importante es la fotosíntesis. Gracias a este proceso, plantas, algas y bacterias capturan el CO2 y producen oxígeno, ayudados por un complejo proteínico en el interior de las células. Robert Huber, Hartmut Michel y Johann Deisenhofer recibieron el Nobel de Química en 1988 por determinar la estructura de uno de esos núcleos de fotosíntesis.
Luz en la oscuridad
Este cuerpo brillante es la medusa Aequorea victoria. Debe su bioluminiscencia a una proteína verde fluorescente, que hoy se suele utilizar como marcador genético. Pionero en esta técnica es Martin Chalfie, que compartió el Nobel de Química en 2008 por su trabajo con esta proteína en la evolución de las células nerviosas.
Agua para las células
Igual que las tuberías transportan agua en las casas y se llevan los residuos, hay estructuras en las membranas de las células que conducen agua hacia dentro y hacia fuera. Eso fue lo que Peter Agre descubrió en 1988. Por su investigación sobre proteínas porosas, compartió el Nobel de Química en 2003.
En forma con el ATP
El principal transportador de energía para las células es el ATP o trifosfato de adenosina. Sin él, no seríamos capaces de mover ni un músculo. Se estima que los humanos adultos metabolizan la mitad de su peso corporal en ATP cada día. En 1997, Sir John Walker compartió el Nobel de Química por mostrar cómo el ATP se sintetiza en las células.
Imagen: Fotolia/Kzenon
Química verde
Los objetivos de la química verde ya no son una utopía gracias al trabajo de Robert Grubbs, Richard Schrock e Yves Chauvin. Los ganadores del Nobel de Química 2005 investigaron un elegante sistema para sintetizar compuestos complejos. Los resultados sirven a fines farmacéuticos, por ejemplo. Así, algunos compuestos orgánicos se pueden utilizar de forma más eficiente, evitando sustancias nocivas.
Imagen: picture-alliance/dpa
La molécula del fútbol
Aunque nunca haya oído hablar del fullereno, seguro que puede dibujar la estructura básica de estas fascinantes moléculas. Piense en un balón de fútbol hecho de pentágonos y hexágonos. Esa es la estructura de los 60 átomos de carbono que conforman el fullereno. Robert Curl, Sir Harold Kroto y Richard Smalley recibieron el Nobel de Química en 1996 por sus descubrimientos sobre estos compuestos.
Salvar la capa de ozono
Nos podemos exponer tranquilamente al sol –siempre protegidos por bloqueador solar– gracias a la capa de ozono de la Tierra, que absorbe la mayoría de los rayos que son perjudiciales. Paul Crutzen, Mario Molina y Sherwood Rowland mostraron los factores que adelgazan la capa de ozono y por ello recibieron el Nobel de Química en 1995.
Imagen: picture-alliance/dpa
Ver el interior del cuerpo
El corazón, el cerebro y los huesos pueden verse con detalle mediante las imágenes conseguidas por resonancia magnética. Es una manera de localizar tumores en el cuerpo, por ejemplo. Por sus contribuciones al desarrollo de esta técnica, Richard Ernst recibió el Nobel de Química en 1991.
Imagen: picture-alliance/dpa
Freír con cuasicristales
La próxima vez que fría usted un huevo, piense en el descubrimiento de Dan Schechtman: los cuasicristales, por los que recibió el Nobel en 2011. Durante mucho tiempo, se rechazó la idea de que los átomos se estructuran en patronos regulares, pero no iterativos, como los mosaicos islámicos medievales. Las propiedades antiadherentes de los cuasicristales rivalizan con los del teflón.