La Berlinale tiene la fama de ser un festival de cine con marcado espíritu político. Quizá por eso figuraba como un claro favorito el film "El camino a Guantánamo" (The Road to Guantanamo), del director británico Michael Winterbottom. Más aún ahora que el informe de juristas comisionados por la ONU acaba de demandar a Estados Unidos el cierre de ese campo de prisioneros, en un informe en que se denuncian una vez más los atropellos al derecho cometidos en ese centro de reclusión. Sin embargo, Winterbottom tuvo que conformarse con el Oso de Plata, al mejor director. El Oso de Oro, que distingue a la mejor película de la Berlinale, se lo llevó en cambio otra película: "Grbavica", de la directora Jasmila Zbanic.

El trauma de Sarajevo

El jurado optó por un film no menos político, aunque el tema no resulte actualmente tan candente como el de Guantánamo. Ese es justamente uno de sus méritos: volver a poner en primer plano las secuelas de la guerra de Bosnia-Herzegovina, una tragedia que hace tiempo desapareció de los titulares de la prensa internacional, pero que sigue marcando la vida de los habitantes de esa república.

"Grbavica", que lleva el nombre de un barrio de Sarajevo, se desarrolla en esa ciudad y relata la historia de una mujer que fue violada durante el conflicto bélico. Un destino compartido con tantas otras víctimas de esa brutal guerra, cuya verdad íntegra aún no se ha revelado públicamente en Bosnia, según Jasmila Zbanic. La directora también recordó en Berlín que los líderes serbios Radovan Karadzic y Ratko Mladic, buscados bajo cargos de crímenes de guerra, aún viven en libertad, 13 años después de haber terminado la guerra.

Alemania arrasa en actuación

Tres Osos de Plata se quedaron, entretanto, en Alemania. Sandra Hüller y Moritz Bleibtreu fueron galardonados con los correspondientes a la mejor actriz y el mejor actor. Ella, por su papel en el drama "Requiem", de Hans Christian Schmid, y él, por su actuación en la cinta "Partículas elementales", de Oskar Roehlers. El tercer Oso de Plata alemán quedó en manos del actor Jürgen Vogel, por su labor global como protagonista, productor y co-autor de la película "El libre Albedrío" (Der Freie Wille), que cuenta la historia de un criminal sicópata.

El director argentino Rodrigo Moreno tampoco se quedó con las manos vacías. Su película "El custodio", la única cinta hispanoamericana entre las 19 que compitieron en esta Berlinale, le valió el premio Alfred Bauer. El galardón, que lleva el nombre del fundado del festival de cine de Berlín, laurea una labor cinematográfica innovadora, que abre nuevas perspectivas al Séptimo Arte.