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Dresde y la UNESCO: un puente muy costoso

26 de junio de 2009

Fue la tozudez de políticos locales de Sajonia la que dejó a Dresde y al Valle del Elba fuera de la lista del Patrimonio de la Humanidad, dice Ramón García-Ziemsen.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, y también tras la caída del Muro de Berlín en 1989, Dresde fue un ejemplo de reconstrucción y restauración de un centro histórico que alguna vez fue mundialmente famoso. Ahí se encuentra la monumental Frauenkirche (Iglesia de Nuestra Señora), que data del siglo XVIII y para cuya reconstrucción se recibieron donativos de todo el mundo. En esa zona también se ubica la Semperoper, restaurada durante la época de la República Democrática Alemana. Ambos recintos son parte de la memoria histórica de Alemania.

Todo ello se encuentra enclavado en una región extraordinariamente bella, cultivada sobre todo en los siglos XVIII y XIX, que con justicia formaba parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad desde hacía cinco años.

Ahí mismo es donde los políticos locales de Dresde decidieron que querían construir un puente: ¿para qué necesitamos este título si de todos modos vienen turistas? Además: la UNESCO no es un organismo verdaderamente democrático. Y: seguramente la advertencia no vaya en serio. Después de todo, el puente ya está en construcción.

Pero la UNESCO sí hablaba en serio, para vergüenza no sólo de Dresde.

En todo el mundo hay 900 sitios en la lista del Patrimonio Histórico, muchos de ellos en países que cuentan con pocos recursos para mantenerlos en forma; lugares en los cuales hay hambre, lo que no impide que se lleven a cabo grandes esfuerzos para mantener dicho patrimonio.

Pero en Alemania, uno de los países más ricos del mundo, resulta más importante una vía de cuatro carriles de concreto y metal.

Lo más delirante de Dresde es que había alternativas suficientes. El puente no era la única opción; el túnel hubiera mostrado disposición a lograr acuerdos y no hubiera resultado demasiado costoso. Incluso hoy sería posible parar la obra. Pero eso no era lo que querían los políticos locales de Dresde.

Las primeras reacciones hablan de “un día negro para el panorama cultural de Sajonia y de Alemania”. Este país firmó la Convención para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Humanidad, mediante la cual los signatarios se obligan a proteger y conservar sus monumentos históricos.

Ramón García-Ziemsen dirige la redacción de Cultura de Deutsche Welle.

También hay consecuencias. El Gobierno federal decidió que ningún otro sitio de Dresde será promovido para ser incorporado en el programa del patrimonio mundial.

El alemán Gunter Blobel, premio Nobel de Medicina que hace diez años dedicó buena parte de las ganancias por dicha presea a la reconstrucción de la Frauenkirche, dijo antes de la decisión de hoy: “Vale la pena creer en la conservación de la belleza y pelear por ella”.

La lucha podría dificultarse: ya que el título desapareció, podría producirse un auge sin sentido y lógica en cuando a la construcción de inmuebles, siguiendo un criterio exclusivamente mercantil. Dresde gana un puente y pierde un título. Es una pérdida que le saldrá demasiado cara a la ciudad.


Editora: Luna Bolívar Manaut

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