Ucrania se encuentra en una encrucijada: teme que sus aliados dejen de prestarle el apoyo que necesita para luchar contra la invasión rusa. En el último minuto, el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó a Ucrania a desplegar misiles ATACMS de largo alcance para atacar objetivos en Rusia. El Reino Unido y Francia hicieron lo propio con misiles Storm Shadow y SCALP, respectivamente. Rusia contraatacó con la misma rapidez con el lanzamiento de un misil de prueba capaz de transportar cabezas nucleares. El presidente ruso Vladímir Putin quiso así asustar tanto a Ucrania como a sus socios, en particular al canciller alemán Olaf Scholz, el único jefe de Gobierno europeo que aún considera sensato hablar por teléfono con el agresor. ¿Intenta el Kremlin ganar tiempo hasta la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca?