Ecuador: ¿cómo reconstruir un país que seguirá temblando?
16 de septiembre de 2016
En Ecuador, los esfuerzos por reconstruir la infraestructura del país y las viviendas y las vidas de las poblaciones afectadas se enfrentan a un doble desafío: el de abril no habrá sido el último sismo.
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“Aquí no tengo tanto miedo como en mi casa, me ha tocado pasar muchos temblores ahí.”, cuenta a DW Abigaíl. Está albergada en una de las carpas que facilitó Catholic Relief Services (CRS), con fondos de la asistencia humanitaria europea (ECHO).
Cinco meses después del gran terremoto del 16 de abril y después de más de dos mil réplicas, los albergues provisorios siguen cobijando a miles de familias, sobre todo de las zonas rurales y apartadas de las provincias de Manabí y Esmeraldas. Según información de ECHO, los más de cien campamentos -que se instalaron en un esfuerzo conjunto de gobierno, organizaciones internacionales y la población del país- el mes de junio llegaron a albergar a 30.223 personas.
¿Albergue mejor que la casa?
En los alrededores de Jama -a 50 kilómetros al sur de Pedernales, el epicentro del sismo que dejó sin casa a unas 7000 familias-, no hay alcantarillado ni agua potable.
En su tienda de 18 metros cuadrados –con una letrina y una especie de ducha construidas también por CRS- Abigaíl cuida ahora de sus dos nietos. “No quiero volver a mi casa, se nos puede caer encima”, dice, mientras pide asistencia al ingeniero civil del CRS porque las paredes de su antigua morada se van separando de las columnas. Ya tiene un letrero que dice que la construcción no es segura.
Hasta antes del desastre, Abigaíl hacía y entregaba dulces a las tiendas. En su carpa no tiene cocina. “Pero aunque la tuviera, ¿qué hago si las tiendas que me recibían los dulces se cayeron todas?”, pregunta.
Construir en tierra que tiembla
"Las nuevas 'Normas Ecuatorianas de Construcción' justo acababan de ser finalizadas cuando sucedió el terremoto de abril. El capítulo sobre identificación de estructuras con daños pos terremoto se imprimió a toda velocidad y fue estrenado en Manabí y Esmeraldas”, explica a DW Yuri Trueba, ingeniero de CRS.
Aparte de la zonificación por áreas y construcciones seguras y no seguras, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI) prevé cinco tipo de construcciones para zonas con alto riesgo sísmico. Éste es el caso en toda la costa del país.
“Ya no más columnas, vigas y loza. Se va a construir con la mampostería estructural que se ha aplicado en México y España y que ha dado buenos resultados”, explica el especialista. En zonas de alto riesgo se permitirá también construir con estructuras metálicas galvanizadas y paredes de fibrocemento. También con la tradicional caña guadúa. “De hecho, las viviendas sociales podrían resultar bastante más económicas que las anteriores”, acota Trueba.
En estas guías de construcción en zona de riesgo han confluido las experiencias de terremotos anteriores (Chile, Perú, México, Haití). También, desde el 1996, el Programa de Preparación ante Desastres de la asistencia humanitaria europea (ECHO).
“En el terremoto de abril, se perdieron 652 vidas. ¿Cuántas se pudieron haber salvado si hubiéramos tenido una normativa de construcción adecuada a un país y una región con una importante actividad sísmica?”, comenta a DW Óscar Robles, gerente de operaciones y logística de CRS.
Planificando la reconstrucción
“En la primera etapa, la inversión ha ido hacia una rehabilitación de servicios y sistemas. La inversión estatal se ha orientado a hacer que todo funcione otra vez lo más cercano posible a cómo era antes del terremoto. Se espera que para el mes de noviembre el Estado saque su propuesta de reconstrucción”, añade Robles.
Por otro lado, “si en un primer momento, para los organizaciones de asistencia humanitaria, se trataba colaborar en asegurar la vida, en este segundo momento se trata de seguir apoyando los albergues, brindar apoyo psicosocial. Y también de apoyar iniciativas para que las familias puedan reactivar su ciclo productivo”, puntualiza.
La tarea es compleja: hay comunidades enteras de pescadores que vivían frente al mar. Sus casas desaparecieron, tal como los hoteles y restaurantes a los que vendían sus productos. Por lo pronto, siguen en las carpas provisionales: de los planes de desplazamiento a zonas más seguras sí han escuchado, pero no los convencen.
“Yo trabajo en un panga, una embarcación a motor. ¿Qué voy a hacer yo perdido por esos rastrojos, por esas zonas tan alejadas? Mejor arreglo mi ramadita aquí, hasta que pueda volver a construir”, comenta a DW Ramón, pescador toda su vida, que tiene una carpa azul montada en el terreno donde, hasta hace cinco meses, estuvo su casa.
Ecuador, cinco meses después del terremoto
Un desastre como el de Ecuador puede representar una oportunidad de hacer las cosas mejor, opinan especialistas. ¿Cómo enfrentan esto las autoridades, los pobladores de las zonas afectadas, la asistencia internacional?
Imagen: DW/M. Banchon
La vida sigue en los albergues
La noche del 16 de abril un terremoto de 7,8 de magnitud en la escala de Richter sacudió Ecuador y devastó las provincias de Esmeraldas y Manabí. Cinco meses después, sobre todo en zonas rurales y apartadas, la población sigue viviendo en los albergues provisionales provistos por el gobierno y organizaciones internacionales de asistencia.
Imagen: DW/M. Banchon
Ecuador se reconstruye
Cuando ocurrió el terremoto del 16 de abril, las Normas Ecuatorianas de Construcción justo habían acabado de elaborarse. En un país con alto riesgo sísmico, cambiar el tipo de construcción es imperativo. Aquí una casa modelo, hecha con la caña guadúa, propia de la región. Aunque el plan de reconstrucción aún no está listo, se dice que en dos años podrían estar acabadas las 7000 viviendas perdidas.
Imagen: DW/M. Banchon
Inseguro
Las guías del nuevo código de construcción, elaboradas junto con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el programa de Preparación para Desastres de ECHO, se entregaron rápidamente. Si bien no es algo tan visible como la entregad de frazadas o agua, requiere un intenso trabajo a nivel local y nacional y programas de formación de personal.
Imagen: DW/M. Banchon
Nuevas formas de construir
“El nuevo marco normativo sirve de aquí en adelante. Es importante no sólo que exista sino que se aplique y que se explique en las universidades para que los profesionales salgan con una conciencia diferente. El cumplimiento de esas normas puede que sí encarezca la construcción, pero salva vidas”, explica a DW Óscar Robles, de la organización Catholic Relief Services (CRS).
Imagen: DW/M. Banchon
¿Quién compra?
En las zonas más afectadas de Manabí y Esmeraldas el comercio, la agricultura , la pesca y el turismo eran las actividades económicas más importantes. Sin la infraestructura hotelera y los restaurantes, los productores no pueden colocar sus productos. Aquí Pedernales, el centro comercial de la región, cuyas microempresas vuelven tímidamente.
Imagen: DW/M. Banchon
Velar por derechos
Otra de las tareas de las organizaciones de la sociedad civil es verlar por los derechos de los más vulnerables. El problema de los embarazos adolescentes, los feminicidios y el acoso sexual, que ya tenía niveles preocupantes en Esmeraldas antes del desastre, se ha disparado con la precariedad.
Imagen: DW/M. Banchon
Ayuda humanitaria internacional
Desde un día después del terremoto, la oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) ha estado presente en el país. Proveer de agua limpia, alimentos, albergues, medicinas y asistencia psicosocial a los damnficados ha sido el objetivo en los primeros meses después del desastre que dejó sin techo a 7000 familias. Aquí se ve una instalación sanitaria para los pescadores de La Chorrera.
Imagen: DW/M. Banchon
Trabajar en la precariedad
Aunque la situación de la mayoría de los habitantes se ha estabilizado, en albergues o en campamentos, la actividad económica está aún lejos de volver a la normalidad , sobre todo en las zonas más apartadas. La microempresa más que nunca antes es el motor de estas regiones afectadas. Comedores, tiendas, servicios de Internet funcionan en las construcciones provisorias.
Imagen: DW/M. Banchon
Miedo
"Perdimos nuestra casita que estaba recién hecha. Lloramos mucho, pero no es un dolor como perder un familiar. Mi marido es pescador, trabaja en la noche. Yo me voy a dormir donde la vecina, porque me da miedo dormir solita", cuenta una pobladora de La Chorrera.
Imagen: DW/M. Banchon
Nuevas normas, ¿nueva infraestructura?
Las poblaciones dedicadas a la pequeña pesca se han visto especialmente afectadas. Por un lado, la destrucción de la vivienda. Por otro, las nuevas normas prevén un nuevo emplazamiento de sus pobladores. Si están más alejados de la playa, a donde solían llegar los compradores directamente, ¿dónde obtendrán la infraestructura de refrigeración para conservar el producto?
Imagen: DW/M. Banchon
¿Cuándo se acaba la emergencia?
La expectativa es que en dos o tres años la fase de reconstrucción haya acabado. Ejemplos de países como Chile o Perú hablan de que el problema de la vivienda es el que más lento va. En muchos casos, el albergue transicional, diez años después, se ha convertido en permanente, explica especialistas en emergencias.
Imagen: DW/M. Banchon
Aún quedan escombros
"Las familias están seguras, los niños vuelven a las escuelas. La Policía especializada asegura la zona, el Ministerio de Inclusión Económica y Social tiene estructuras que funcionan bastante bien. Pero no es la normalidad. La familia quiere su casita. Va a llevar tiempo. El terremoto de Haití fue hace 6 años y todavía hay miles de personas viviendo en carpas", explica Óscar Robles, de CRS.